El estudio de AP y USA Today reveló además que las agencias federales estadounidenses no manejan las cifras exactas de este tipo de hecho, al constatar que, a pesar que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) afirmaron que en 2014 murieron 74 menores tras recibir un disparo accidental, realmente habían ocurrido 113 muertes ese año, el último donde se registraron estadísticas.
La pesquisa de ambos medios de prensa reveló además que se registran más muertos y heridos entre niños menores de cinco años, y los menores de tres años son los que más veces disparan un arma o son víctimas de disparos.
También se corroboró un incremento de estos hechos entre adolescentes de entre 15 y 17 años, en los que las víctimas generalmente mueren cuando reciben balazos disparados por otros menores, y sobreviven si ellas mismas se disparan.
Otro detalle que arrojó la investigación es que en los estados del sur se registran el mayor promedio de incidentes en los que un menor dispara un arma, y la gran mayoría de estos episodios involucran a varones, ya sea disparando un arma o recibiendo un tiro. Los sectores sociales que exigen un mayor control de las armas de fuego alegan que esas muertes se pueden evitar mediante leyes más severas que obliguen a las personas a guardar sus armas en sitios seguros y descargadas.
En opinión de Bob Anderson, director de la unidad de estadísticas de mortalidad del CDC, la Asociación Nacional del Rifle (NRA) emplea estadísticas que no reflejan el riesgo que representan las armas para los menores.
Expresó también que la diferencia entre las cifras oficiales y las del estudio de AP y USA TODAY es ‘significativa e importante’, pero no sorprendente.
Washington, 14 octubre 2016