Carta Geopolítica: Guerra en Medio Oriente, la posibilidad de una crisis estratégica.


*Por Carlos Gutiérrez P.

La guerra en Medio Oriente que comenzó como un conflicto asimétrico entre un grupo armado reivindicando una autonomía estatal y un Estado en forma, rápidamente tomó un cariz de genocidio que sobrepasó toda medida responsable de autodefensa ante un ataque sorpresivo, y ahora estamos a las puertas de una guerra expandida en una región altamente sensible, y que tendría características de un desastre estratégico, ya que sería imposible acotarla al territorio directamente involucrado, atendiendo al conjunto de intereses que subyacen de los distintos actores regionales y globales.

Cuáles son los ejes de tensión estratégica:

  1. Una región altamente imprescindible en la producción y comercio de energía básica como es el petróleo, del cual el mundo sigue siendo totalmente dependiente.
    Ya hay que considerar lo que sucedió el lunes 5 de agosto, cuando los mercados de Israel y Oriente Medio se desplomaron por el temor a las represalias de Irán. La profundización de la crisis repercutirá en los mercados mundiales, al menos en el impacto en el precio del petróleo que a su vez repercute en el comercio global.
  2. Una región donde se hayan rutas marítimas fundamentales para el comercio entre Europa, Medio Oriente y Asia, particularmente los estrechos del Mar Rojo y el estrecho de Ormuz. En estos meses de conflicto se ha demostrado por parte del pueblo yemení que pueden alterar de forma importante la navegación por el Mar Rojo (hay opiniones de expertos que dicen que ya se está alterando la cadena de suministros más fuertemente que en la primera parte de la pandemia), y en el pasado reciente el gobierno iraní hizo lo mismo con el control del estrecho de Ormuz (por aquí transita alrededor del 20 % de consumo mundial de petróleo).Los alcances de estas rutas están conectados muy sensiblemente con la entrada oriente al mar Mediterráneo, y esto ya genera un impacto directo en Europa.
    Esta suerte de nuevo tipo de guerra naval está convocando a nuevas reflexiones al respecto, ya que una potencia naval como Estados Unidos, al cual se sumaron precariamente algunos países de la OTAN europea, no han podido asegurar el control total de esa ruta.Ya ha aparecido información sobre el costo de esta guerra para Estados Unidos. Los datos indican que han disparado alrededor de 800 misiles (cada misil, dependiendo de su tipo, cuestan entre 2 y 4 millones de dólares) y 7 rondas de ataques aéreos sobre Yemen. Que desplegaron 2 fuerzas de tareas encabezadas por los portaaviones Eisenhower y posteriormente Roosevelt, que incluían destructores y cruceros. El presidente del Subcomité de Fuerzas Armadas de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Waltz, señaló que “la flota estadounidense se ha agotado”, señalando que los misiles lanzados en el Mar Rojo son los que se necesitarán para defender a Taiwán de China.
  1. En esta zona está el núcleo central del mundo árabe y su religión musulmana, que en esta coyuntura se encuentra dividido en sus posturas políticas y han tenido una participación contradictoria en el manejo del conflicto. Hay un alineamiento pro palestino en los estados de Siria, Líbano, Irak e Irán, y en el gobierno yemení (se dice que desde 2003 ante la invasión a Irak por parte de Estados Unidos funciona de facto como un eje de la resistencia).En la otra acera, esencialmente por los acuerdos con Estados Unidos más que en el apoyo a Israel, se encuentran los reinos de Jordania, Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Árabes Unidos. El papel más ambivalente lo ha jugado Egipto, histórico aliado de la reivindicación palestina, que en esta ocasión ha prestado una ayuda tibia, no ha presionado a Israel e intenta ser un mediador serio.Una escalada del conflicto llevaría también a un enfrentamiento al interior del mundo árabe, como ya se vio en abril ante el ataque misilístico de Irán, donde algunos de estos países abrieron sus cielos para que operaran las fuerzas aéreas de Israel, Estados Unidos y Reino Unido.
  2. La explosividad de esta región está dada porque un conflicto aquí puede escalar a otros actores que no están territorialmente localizados en forma directa, pero sí desde el punto de vista político-ideológico, y aquí hay que prestar mucha atención al papel que juega Turquía, que es una potencia militar, es miembro de la OTAN y tiene una llave maestra en el mediterráneo oriental. En los últimos años se ha visto su juego en política internacional, caracterizada por una autonomía y con aspiraciones a ser un actor relevante.
  3. Un nuevo y ejemplificador acto de denigración política y ética de Europa, así como lo que puede ir quedando del derecho internacional.
    Lo ha dejado muy claro el todavía jefe de la diplomacia europea, Josep Borrel, que admitió que occidente aplica hipócritamente “dobles estándares” en cuestiones de derecho internacional, el conflicto entre Rusia-Ucrania y la OTAN, el bombardeo israelí sobre Gaza y la invasión de Estados Unidos sobre Irak. Afirma “Donde quiera que voy, me enfrento a acusaciones de doble rasero. Les dije a mis embajadores que la diplomacia es el arte de gestionar dobles raseros. Por supuesto que no es fácil, pero ese es el punto: manejar dobles estándares”.El cinismo político de estas potencias europeas los lleva a pasar por alto la condena a Israel por el genocidio y la ejecución abierta de líderes en terceros países, y en cambio amenazan política y militarmente a Irán para evitar una respuesta suya ante los ataques israelíes, que se podría llevar adelante argumentando también su legítimo derecho a la defensa, como de hecho lo hizo en el seno de Naciones Unidas. Francia, Alemania y Reino Unido en su declaración conjunta piden a Irán y sus aliados que se abstengan de llevar a cabo ataques que puedan agravar aún más las tensiones regionales.

El actor más importante en este caso es Estados Unidos, que tiene intereses fundamentales como son el comercio energético y su alianza histórico-estratégica con Israel basado en la enorme influencia que tiene la elite judía en el establishment estadounidense, y que le interesa tener control sobre la región en base a un equilibrio precario fundamentado en el poder militar y la división del mundo árabe.

Estados Unidos ha sido el soporte clave de la existencia del estado de Israel, convirtiéndose en su socio estratégico al cual ha apoyado militar y políticamente. Una demostración muy clara han sido los vetos realizados en el marco del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Hasta finales de 2023, de los 89 proyectos de resolución que Estados Unidos había vetado, 45 estaban relacionados con Israel, incluidos 33 que se referían a la ocupación del territorio palestino.

Sectores críticos estadounidenses han planteado que Israel se ha vuelto cada vez más inescrupuloso y radical en su política exterior, precisamente porque Estados Unidos le ha brindado un apoyo cada vez más incondicional. Esta realidad es muy evidente actualmente, cuando una mayoría de países, incluidos agencias de Naciones Unidas han calificado la actual situación como genocidio, y el comportamiento estadounidense se mantiene inalterable, más allá de supuestos llamados a la cordura.

La autonomía y soberbia del gobierno israelí se ha incrementado. Después del viaje de Netanyahu a Estados Unidos, se intensificaron los ataques militares en Gaza y el Líbano, realizó bombardeos en ciudades sirias, y ejecutó a los líderes de Hamas y Hesbolá en ciudades de Irán y el Líbano.

Actualmente ha desplegado una fuerza militar considerable en la zona y ha comunicado que tiene planes de contingencia preparados para cualquier escenario bélico, desde la disuasión a la represalia ante un esperado golpe de Irán contra Israel producto de una acción militar en su territorio, como fue el acto de asesinato del líder de Hamas Ismail Haniyeh en la ciudad de Teherán.

El despliegue de más tropas estadounidenses en la región solo tensiona aún más la situación y crea una crisis mayor.

Por otro lado, otros actores globales como Rusia y China han realizado esfuerzos por mediar, han aportado ayuda humanitaria a Gaza, evitar el escalamiento y el involucramiento de nuevos actores, han sido muy activos en el seno de Naciones Unidas, han intentado convocar a la unidad al interior del dividido mundo palestino para presionar con una sola voz, y han sido muy claros en la condena del genocidio del pueblo palestino y en la solución de dos estados. Han demostrado una determinación estratégica por acotar y terminar el conflicto.

La incertidumbre y la tensión en la región es alta; se esperan posibles nuevas negociaciones, pero el gobierno israelí sube sus pretensiones que complican un acuerdo. También sigue abierta la posibilidad de una respuesta militar a las agresiones israelíes.

Por ahora no hay claridad de que el liderazgo israelí baje sus expectativas sobre una guerra total contra Hamas y Hezbolá, a pesar de la resistencia interna e internacional, ya que siente que es su momento para terminar definitivamente con el “caso palestino”.

Aquí también está en juego la construcción de otro modelo de sistema regional de seguridad.

El autor es cientista político internacional
El Centro de Estudios Estratégicos de Chile CEECH
contacto@ceech.info

Santiago de Chile, 21 de gosto 2024
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