JOAN ALSINA tenía 31 años al momento de su martirio, y no tenía dudas de su compromiso y su rol en esta sociedad: ser un sacerdote católico, comprometido con el pueblo a través de la Teología de la Liberación, que es una reflexión, desde dentro del mundo de los pobres y oprimidos, de la Palabra de Dios, que busca en la fe cristiana y el Evangelio de Jesucristo la inspiración para el erradicar el pecado social que se expresa en la pobreza y la desigualdad y para el compromiso con la justicia y la liberación integral de todo ser humano.
En 1968 arribó a Chile para sumarse a la Iglesia progresista que dirigía el inolvidable Cardenal Raúl Silva Henríquez. Llegaba a aportar en la construcción de una Iglesia al servicio del ser humano y a colaborar en la construcción de una sociedad con igualdad y justicia social, para el logro de la paz social. Eran tiempos de lucha y de esperanza.
La Teología de la Liberación que predicaba y sobre todo vivenciaba lo situó junto a los pobres de Chile y al lado de cristianos y marxistas que construían el socialismo con Salvador Allende.
Hasta que un maldito martes 11 de septiembre de 1973 se materializó la conjura, la traición, la mentira y el odio. Con La Moneda en llamas, y el Presidente asesinado, comenzó la persecución.
El sacerdote Joan Alsina era uno de los buscados. Su nombre estaba escrito en uno de los bandos que tronaban por las radios de nuestro Chile. Él lo sabía y no se escondió, ni huyó. La noche del 18 de septiembre escribió su bella carta de despedida. Era consciente que el arresto significaba inexorablemente la tortura y la muerte.
Al día siguiente, 19 de septiembre de 1973, se dirigió al Hospital San Juan de Dios, donde trabajaba, y allí fue arrestado. Pocas horas después, duramente golpeado, fue llevado hasta un puente del río Mapocho. El suboficial Donato López dio la orden de matarlo. Y el joven conscripto Nelson Bañados, cumplió la orden. Dice en su confesión: “Saqué a Juan del furgón y traté de vendarle los ojos. Pero Juan me dijo ‘por favor, no me pongas la venda. Mátame de frente, porque quiero verte para darte el perdón’. Fue muy rápido todo. Recuerdo que levantó su mirada al cielo, hizo un gesto con las manos, las puso luego sobre su corazón, movió los labios como si estuviera rezando y dijo: ‘Padre, perdónalos’. Yo le disparé la ráfaga… lo hice con la metralleta para que fuera más rápido”.
Para la Izquierda Cristiana, rendir un homenaje y recordar la historia del reverendo padre Joan Alsina es un acto de justicia, es poner en el centro su martirio y su compromiso; es decirle que caminamos su senda, que no ha sido vencido, que vive en cada uno de los hombres y mujeres que están dispuestos a sumarse en la construcción de un mundo cuyo centro sean los oprimidos. Es vencer a los que quisieron aniquilar su proyecto de vida y de fe. Es colaborar con la realización de aquellas palabras que plasmó en su carta de despedida: “Si el grano de trigo no muere, no da fruto; pero si muere, da mucho fruto”.
Ven Seremos.
DIRECCIÓN NACIONAL DE LA IZQUIERDA CRISTIANA DE CHILE.
FERNANDO ASTUDILLO BECERRA (Presidente), HÉCTOR SOTO, HUMBERTO GONZÁLEZ, KAMILA MORGADO, JOCELYN SOTO.
Santiago, 22 de septiembre 2020.
Crónica Digital.