La pugna entre dos propuestas de reforma laboral, una de la oposición y otra del gobierno, aumenta hoy en Chile, donde la primera parece tener mayor respaldo de la población.
El proyecto impulsado por la diputado comunista Camila Vallejo de reducción de 45 a 40 horas laborales a la semana, tiene entre los chilenos una aprobación que sobrepasa el 70 por ciento e incluso es apoyado por una parte importante de la pequeña y mediana empresa.
Pero en lo que algunos medios calificaron como “un contraataque” el ministro del Trabajo, Nicolás Monckeberg, anunció suma urgencia al proyecto de “adaptabilidad” laboral que propugna el gobierno y que se encuentra en el Senado.
Desde el Palacio de La Moneda, el titular incluso anunció que se añadirá a la propuesta gubernamental la reducción de la jornada a 41 horas de trabajo semanales, una más en relación a la del Partido Comunista.
Asimismo coincidió en considerar inconstitucional la propuesta de Vallejo, tal como la calificó la víspera el mandatario Sebastián Piñera, alegando que “históricamente, las rebajas de jornada son iniciativas exclusivas del Presidente de la República, y por lo tanto no puede cualquier parlamentario arrogarse dicha atribución”.
Asimismo criticó que el proyecto de la oposición, que se tramita en la Cámara de Diputados, rebaja la jornada, pero a su juicio mantiene todas las rigideces actuales.
Monckeberg alegó que su propuesta, en cambio hace las jornada flexibles pero añadió que incluirán una indicación para conseguir una modalidad de jornada semanal de 41 horas, aunque advirtió que esta se aplicaría de forma gradual.
La muy publicitada apuesta del gobierno se basa en una flexibilización de la jornada semanal de manera que los trabajadores puedan disfrutar de un día más de descanso, redistribuyendo las horas de esa jornada en los restantes días.
Desde el ejecutivo se plantea que esto es lo idóneo, porque parte de un acuerdo entre empleados y empleadores para que los primeros acomoden sus jornadas laborales para poder disfrutar de tres días de asueto a la semana.
Pero ese argumento no parece convencer a economistas y sindicatos, que lo consideran utópico, porque en Chile los trabajadores y los empresarios no están ni remotamente en igualdad de condiciones para negociar y los empleadores a la larga impondrán sus criterios.
Santiago de chile, 9 de agsoto 2019
Crónica Digital /PL