Desde tiempos antiguos donde la poesía se enlazaba con la filosofía, la poesía nos ha ido enseñando el arte de ver la realidad con infinitas posibilidades. La poesía nos enseña el reverso de las cosas, el mirar por debajo de las superficies y llegar a la oscuridad del alma y a la grandeza de los espíritus. La poesía descubre las raíces del mal, del dolor, de la felicidad y el placer.
La poesía es la liberación de las experiencias del hombre, pero también es la imaginación. El descontento social, de cada época se ha visto reflejado en ella y se ha visto de la mano con ese peso romántico con el que históricamente la hemos vinculado.
La poesía es la protesta misma de tantas cosas por cambiar, de los árboles por plantar, de las aguas por descontaminar y las desigualdades de un Chile que mira y crece para adelante sin darse cuenta de sus costados marginados.
Pero nos pasó, que este sentimiento estético que fluye por lo más preciado del ser humano que es la palabra, sufrió un cambio radical. Las palabras en algún momento se convirtieron en palabras sueltas, disparatadas, irreverentes y casi religiosamente correctas, es decir, en atipoemas. El responsable fue nada menos que Nicanor Parra, el que ha hecho de la poesía la mala conciencia de su época, más me atrevería a decir que es el único poeta capaz de retener a su audiencia por más de una hora, como si fuera una estrella de rock.
Nicanor con su pelo blanco desordenado y un abrigo largo lo recuerdo dándole la bienvenida a la democracia en la Estación Mapocho a principio de los 90. Es el hermano de la Violeta y tal vez el poeta vivo más importante de nuestro tiempo y de este lado del mundo, ha obtenido entre otras distinciones, el Premio Nacional de Literatura, el Premio Juan Rulfo, el Premio Reina Sofía, el Premio Cervantes y el Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda.
Su poesía constituye su mundo mental, espiritual y cultural, no es un filósofo o un teólogo y por otra parte un poeta, no es un hombre de ciencia, sino que es lo que está dicho en sus propios poemas, es decir a veces con un fuerte grado de bipolaridad que lleva a su poesía al límite de lo absurdo, irónico y sarcástico, como cuando dice : “La izquierda y la derecha unidas jamás serán vencidas”, en definitiva su antipoesía es provocadora “¿Marxista?… No, ateo, gracias a Dios”, pera también un insulto para algunos “USA, donde la libertad es una estatua”.
En 1981 en Plena dictadura se reía de esta y leía en público el poema Cachureo: “El pueblo chileno tiene hambre, sé que por pronunciar esta frase puedo ir a parar a Pisagua…En Chile no se respetan los derechos humanos. Aquí no existe libertad de prensa, aquí mandan los multimillonarios, el gallinero está a cargo del zorro”.
Por este tiempo Parra se mantenía realizando clases en el Departamento de Estudios Humanísticos de la Universidad de Chile, junto a otros intelectuales, estudiantes de la época relatan que Nicanor llegaba a clases con un bolso como de gasfiter, del cual siempre sacaba diferentes objetos para hablar de ellos.
Con la llegada de la democracia es invitado al Palacio de La Moneda a leer El hombre Imaginario: “El hombre imaginario vive en una mansión imaginaria, rodeado de árboles imaginarios a la orilla de un río imaginario, de los muros que son imaginarios penden antiguos cuadros imaginarios, ocurridos en mundos imaginarios, en lugares y tiempos imaginarios…” .como dirían ahora es una verdadera aplanadora de crítica social.
Mas, a estas alturas el antipoeta no está para discursos y homenajes, así fue que mandó a su nieto Cristóbal a recibir el Premio Cervantes 2011. En la misiva dice:
¿Esperaba este premio?
-No…los premios son como las Dulcineas del Toboso, mientras más piensas en ella, más lejanas, más sordas, más enigmáticas. Los premios son para los espíritus libre y para los amigos del jurado” y se autoformula la siguiente pregunta:
¿Se considera usted merecedor del premio Cervantes?
-Claro, sí.
¿Por qué?
-Por un libro que estoy por escribir.
Mucho antes en La Feria del Libro de 1998, Parra hace, una de sus legendarias lecturas, nuevamente ironizando esta vez con los partidos políticos en el poema Siglas:
PC: Politically correct(políticamente correcto)
UDI: Unión Dictadura Indefinida
PR: Pura Razón
RN: Revolución Nica
DC: Divina Comedia
PPD: Pepe Donoso
PS: Proyecto Sustentable, en bicicleta a la sociedad sin clases.
Parra tiene la capacidad de criticar al que se le cruza en el camino, pero también se puede reír de sí mismo: “Y ahora que se me puso la diuca como fierro, pero sólo dispongo de la mano”
El mar ha sido su refugio durante mucho tiempo hasta ahora que cumple 100 años, vive en Las Cruces en medio de donde vivió Neruda (Isla Negra) y Huidrobro (Cartagena): “Los tres ladrones: el buen ladrón, el mal ladrón y el de al medio”.
Si la política y la religión han sido su pasatiempo imperdible en sus poemas, también lo han sido personajes históricos: “La neurosis no es una enfermedad, es una concentración de energía psíquica que debemos saber aprovechar. Un neurótico bien administrado rinde el doble o el triple de un sujeto normal, tomen el caso de Napoleón Bonaparte, de don Miguel de Cervantes Saavedra, de don Alonso de Ercilla y Zúñiga, de Cristóbal Colón, del portugués Hernando de Magallanes el primero que dio la vuelta al mundo y de tantos otros genios inconmensurables. Quién va a poner en duda la grandeza de todos estos hombres y sin embargo todos eran neuróticos”
Cuando se conoce recién a Parra no es fácil seguirlo en su mundo contradictorio, de juegos, de humor y a veces de garabatos. Su antipoesía en definitiva nos ha llevado a plantearnos que puede haber un “anti” en muchas situaciones, es decir, un antitodo.
“Hasta cuando siguen fregando la cachimba…yo no soy derechista ni izquierdista, yo simplemente rompo con todo”
Pero su conciencia ecológica y rebelde también ha quedado registrado en sus escritos: “Ya no pedimos pan, té, ni abrigo, nos conformamos con un poco de aire excelencia”
Nicanor Parra, es entonces, un explorador de su realidad cotidiana y la lleva a la poesía antipoesía. Es un adelantado a su propia antipoesía, que no pasa de moda, que a veces reposa, pero siempre está fresca, vigente, sin importar que Parra las haya escrito hace 50 años: “Los delincuentes modernos están autorizados a concurrir diariamente a parques y jardines, la policía atemorizada huye de estos monstruos y un valiente encapuchado pone manos arriba a dos madres de la caridad”. Y prosigue con los vicios del mundo moderno: “El automóvil y el cine sonoro, las discriminaciones raciales, el exterminio de los pieles rojas, los trucos de la alta banca, la catástrofe de los ancianos, el auto-bomba y la gula, los amigos personales de su excelencia, el afán desmedido de poder y de lucro…”
Los antipoemas de Parra produjeron un antes y un después en la forma y la manera de leer poesía. Llegaron para exponernos de un modo casi anecdótico los problemas contingentes, con ironía, critica, sarcasmo y denuncia. Con estos ingredientes el poeta nos ha provocado o nos ha hecho reír. Y Parra siempre ha salido airoso.
Por Miguel Alvarado Natali
Crónica Digital, 5 de septiembre 2014