El pasado 29 de junio una pareja de cazas SU-27 rusos interceptaron a los aviones espías estadounidense P-8A ‘Poseidon’ y RC-135, cuando volaban sobre las aguas del mar Negro, cerca de las costas de Crimea.
De acuerdo con la jefatura del Distrito Militar del Sureste, su sistema de defensa antiaéreo detectó entonces el movimiento de esos aparatos estadounidenses que fueron escoltados en su vuelo por zonas neutrales del mar Negro para evitar su ingreso a los límites rusos.
Además, el 19 de junio último cazas rusos SU-30 y SU-35, así como los interceptores MIG-31 siguieron de cerca un vuelo de una pareja de bombarderos estratégicos estadounidenses B-52H en el mar de Ojotsk, situada entre la península de Kamchatka y la isla de Sajalín.
La guardia combativa de la defensa antiaérea del Distrito Militar Oriental fue activada para vigilar a los bombarderos.
Otro caso que demuestra los continuados vuelos de provocación de Estados Unidos fue el del pasado día 15, cuando cazas SU-27 siguieron el vuelo de un bombardero estratégico estadounidense B-52H sobre aguas neutrales del mar Báltico y cerca del enclave occidental de Kaliningrado.
Para interceptar a un avión capaz de disparar varias armas, incluidos misiles con cabeza nuclear, se utilizaron entonces naves aéreas de la flota del Mar Báltico, perteneciente al Distrito Militar Occidental.
Aviones de espionaje y bombarderos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte realizaron vuelos en la zona del mar Báltico en el marco de las maniobras Baltops-2020, donde participó una agrupación naval de 28 unidades de superficie e igual número de aparatos aéreos.
Los ejercicios del bloque noratlántico incluyeron a tres mil militares de 17 de sus miembros y dos estados asociados: Suecia y Finlandia.
Moscú, 17 julio 2020
Crónica Digital/PL