Dedicado a todos los bebés, niños y niñas mártires del genocidio. A las decenas de miles que han quedado huérfanos. Y a todos los infantes sobrevivientes, que viven un verdadero infierno.
Palestina: noche de paz
Noche de Paz
Noche de Amor
Todo duerme en rededor
Solo velan mirando la faz
De su niño en angélica Paz
José y María en Belén.
Esta primera estrofa del más clásico y conocido villancico navideño, describe con exactitud lo que es realmente la Nochebuena. Con infinita Paz y Amor, María y José velan por el niño Jesús recién nacido, en un pesebre en Belén. En pleno silencio. Todo durmiendo alrededor.
Me emociono cuando lo escucho. Se me erizan los pelos. Y entro en un profundo trance de Paz y Amor en mi corazón. Un flechazo de Amor hacia el universo entero. Hacia la Humanidad.
Me transporto al establo en Belén. María, José, los pastorcillos con sus ovejas, vacas, burros y los tres reyes Magos, se encuentran alrededor del pesebre. Nadie habla. Solo observan sobrecogidos al niño. Y ven cómo todo se inunda de Luz.
Quisiera permanecer en este luminoso estado. En esta plenitud.
Pero la realidad me hace salir de este trance. Vuelvo al cable a tierra. Y entro en el mundanal ruido. Un ruido ensordecedor. Veo a través de las pantallas del televisor, una publicidad tras otra, ofreciendo maníacamente, a gritos, bienes y comida de toda índole, para comprar, con mucha prisa, para esta Nochebuena.
Inevitablemente, me transporto a Belén. Veo como prácticamente todo está convertido en ruina. Escucho bombas. Una tras otra. Un ruido y estruendo ensordecedor. Y veo la cantidad de seres humanos que caen sin vida entre los escombros. Decenas de miles de ellos son bebés, niños y niñas. Visualizo a muchos padres y madres, corriendo con sus hijos muertos o heridos en sus brazos, gritando desgarradoramente, en búsqueda de auxilio. Pero no tienen donde ir.
Mientras, los bombazos continúan y no pretenden parar. Todo repleto de humo, por cada bomba que explota. Humo que asfixia. Un escenario tétrico, pavoroso, infernal. No hay palabra que lo defina.
Navidad es en tres días más Una celebración que debería ser en Paz, Amor y unión con la familia, por un nuevo cumpleaños de Jesús. Pero la realidad para los niños sobrevivientes de Gaza y Cisjordania, donde está Belén, es el terror, la privación absoluta y un sufrimiento inimaginable.
La tragedia no para ahí. Los campos de refugiados y/o desplazados, que se suponían lugares seguros, también son bombardeados. Y los hermanitos de Jesús sobreviven en condiciones infra humanas. Viven debajo de telas. El invierno ha llegado a Gaza. No tienen como protegerse del frío y la lluvia. Los niños tienen frío, están mojados y descalzos. Muchos todavía están con ropa de verano. Decenas de bebés, niños y niñas están enfermos y todos traumatizados. No hay salubridad. Muchos mueren de infecciones.
Más catastrófico aún. No tienen alimento ni agua. Con suerte hay ollas comunes para repartir un mínimo de comida. Los niños no pueden satisfacer sus necesidades nutricionales básicas. Muchos mueren de HAMBRE.
Por si fuera poco, ven cómo caen asesinados sus padres, amigos, amigas, familiares y muchos otros palestinos. Y presencian como todo queda regado con sangre. Un espectáculo fantasmagórico. El horror se apoderó de esas puras almitas. Rompiendo su más sagrada inocencia. Muchos han declarado “Prefiero morir a vivir en este infierno”
El desgarro es colectivo. Es una masacre. Un genocidio. Son crímenes de guerra y lesa humanidad, por parte del gobierno sionista de Netanyahu. Todo predeterminado, deliberado, para exterminar la raza palestina en Gaza y Cisjordania, comenzando con los bebés, niños, niñas y mujeres embarazadas.
“Durante más de 14 meses, los niños han estado sufriendo esta pavorosa pesadilla. Cada pequeño esfuerzo por salvar la vida de un niño, se frustra, por la feroz devastación.
Esta limpieza étnica no tiene precedente en la historia, desde el holocausto de los nazis contra los judíos, en la segunda guerra mundial.
Está fuera de juicio de toda realidad. No cabe en una mente normal. Todos los caminos que se pueden tomar conducen a la muerte. Es una verdadera trampa mortal. No tienen ni la más mínima esperanza.
Entonces me enfurezco y grito desgarrada:
¡Paren! ¡Basta!! ¿Cuántos niños más quieren masacrar para sepultar la raza palestina?!!
¡Basta! ¿Cómo tanta crueldad en vuestras almas?!!
¡Basta! Cómo cabe esta total deshumanización de los sionistas?!!
¿Cómo tan desalmados?!! ¡Tan despiadados?!
¡Basta! ¡Paren!!
Acaso el mundo no está viendo cómo sufren, entre el horror y el terror, los niños y niñas, que aún sobreviven en Palestina?!!
Entre todo este espectáculo dantesco, kafkiano ¿Cómo los niños han de imaginarse un regalo? ¿Cómo han de pensar en algo que les guste para comer, en esta Nochebuena?
Es imposible que estos inocentes tengan una noche de Paz. Están demasiado lejos de escuchar el villancico navideño. Muy lejos de celebrar este nuevo cumpleaños de Jesús. Muy lejos de visualizar un atisbo de Luz.
Por María Elena Andonie Araque
Periodista Universidad Católica de Chile
Santiago de Chile, 23 de diciembre 2024
Crónica Digital/PL