Por Iván Vera-Pinto Soto*
En la vasta historia de Chile, encontramos nombres que resuenan con un eco particular, trascendiendo el tiempo para convertirse en símbolos vivos de nuestra identidad nacional. Uno de estos personajes es Arturo Prat Chacón (1848-1879), cuya vida y sacrificio están íntimamente ligados a los valores más profundos de nuestra patria.
Arturo Prat, cuya figura se alza imponente en el escenario de nuestra tradición iquiqueña, sobresale no solo por su valentía en el campo de batalla, sino también por su compromiso con la causa nacional y su incansable lucha por ideales humanistas. Su heroísmo se manifiesta de manera inquebrantable en el momento crucial que marcó el inicio de la soberanía nacional sobre el territorio tarapaqueño, una gesta que le costó la vida, pero que inmortalizó su impronta y el de Iquique.
Más allá de su valentía en el campo de batalla, Prat es recordado por su integridad, su sentido del deber y su compromiso con los ideales más elevados. Estos valores lo convirtieron en un modelo a seguir tanto en el ámbito militar como en la vida civil. Su ejemplo paradigmático nos enseña que no importa el resultado de la contienda, sino el acto de entrega total, el coraje de abrir el corazón y derramar la sangre por la causa que abraza. Él personifica al héroe en su más pura propiedad, al hombre que, enfrentado a la encrucijada del deber, no vacila en sacrificarlo todo por el bien común.
Asimismo, Prat es reconocido, además de por su valentía de la contienda del 21 de mayo de 1879, por su dedicación a la educación y a la formación de ciudadanos íntegros. Su labor como profesor en la Escuela Nocturna Benjamín Franklin, en Valparaíso, refleja su dedicación hacia la educación popular y su convicción de que el acceso a la enseñanza es fundamental para el desarrollo de una sociedad justa y democrática.
La participación de Prat en la educación va más allá de su rol como maestro en el aula. Su existencia misma fue un tipo de aprendizaje continuo y búsqueda de conocimiento. Se destacaba por su naturaleza reservada y discreta, pero también por su amabilidad, cortesía y caballerosidad, atributos que lo hacían un modelo digno de emulación tanto para sus superiores como para sus colaboradores.
Prat comprendía que la educación no se limitaba a transmitir conocimientos académicos, sino que también implicaba formar el carácter y los valores de los estudiantes. Su vida profesional y pública exhibió una gama de cualidades que complementaban el mérito de su capacidad y erudición, tales como la rectitud, el pundonor y la valentía.
Su legado en el ámbito educativo nos recuerda la importancia de la enseñanza como herramienta para el desarrollo individual y colectivo. Su compromiso con la educación popular y su labor como maestro nos inspiran a seguir luchando por un sistema educativo inclusivo y equitativo, que brinde oportunidades de aprendizaje a todos los ciudadanos, sin importar su origen o condición social.
En la actualidad, la personalidad de Arturo Prat continúa siendo un referente en la esfera educacional, recordándonos la importancia de valorar y promover la educación como pilar fundamental del desarrollo humano y social. Su herencia nos invita a seguir trabajando por una sociedad más justa y solidaria, donde todos tengan acceso a una educación de calidad que les permita alcanzar su máximo potencial y contribuir al bienestar común.
Como abogado, su sapiencia también es relevante. Su formación y práctica en el derecho reflejan su compromiso con la justicia y su vocación de servicio a la sociedad. Este “marino letrado” también sobresalió por su dedicación al estudio y la defensa de los principios legales que fundamentan el Estado de derecho.
La tesis titulada “Observaciones a la ley electoral vigente” es un testimonio de su profundo conocimiento y compromiso con las instituciones democráticas. Este estudio demuestra su capacidad analítica y su preocupación por mejorar el sistema electoral para garantizar la participación ciudadana y la representatividad política.
Prat comprendía que el derecho no se delimitaba únicamente a resolver conflictos, sino que también constituía un medio para salvaguardar los derechos esenciales de los ciudadanos y fomentar el bienestar colectivo. Su ética y profesionalismo en el ejercicio de la abogacía lo convirtieron en un referente para las generaciones futuras de juristas y defensores de la justicia. Su lección nos inspira a continuar luchando por una sociedad más justa y equitativa, donde la ley se aplique con imparcialidad y el Estado de derecho sea una realidad para todos los ciudadanos.
Otros aspectos, tal vez menos conocidos, revelan sus notables intereses culturales en el estudio de las ciencias exactas, como las matemáticas, la cosmografía y la trigonometría esférica, así como en las ciencias jurídicas y sociales. Además, sentía una fuerte atracción por la lectura de obras clásicas y la música.
Juan Luis Stegmaier Rodríguez, en su artículo “Arturo Prat, el humanista”, describe: “En 1873, desde Mejillones, escribió a su esposa anunciándole la adquisición de un piano para La Esmeralda, donde podía interpretar sus obras favoritas, aunque lamentaba no tenerla cerca, pues ella tocaba mucho mejor. También le instaba a continuar sus prácticas de piano en casa de su abuela, doña Concepción Barrios”.
Más adelante, Stegmaier, explica: “En Valparaíso pudo asistir Prat, cuando sus deberes se lo permitían, interesantes veladas literarias efectuadas en la residencia de la poetisa Rosario Orrego y de su tío Jacinto Chacón, donde se reunían hombres de letras y artistas de prestigio, como José Victorino Lastarria, José Antonio Soffia, Paulino Alfonso del Barrio, Eduardo de la Barra, Juan de Dios Arlegui, Adolfo Ibáñez, Julio Chaigneau y Eduardo Poirier”.
Del mismo modo, hay que enfatizar que fue un escritor y orador elocuente. Su habilidad para transmitir ideas complejas de forma clara y comprensible lo convirtió en una figura influyente en los círculos intelectuales de su tiempo.
Por sobre del relato mítico enseñado en las aulas y de cualquier perspectiva ideológica chauvinista, consideramos que es nuestro deber como iquiqueños y ciudadanos chilenos descubrir en Prat a un ser humano integral: un hijo, un hermano, un esposo, un padre y un profesional ejemplar.
Prat trasciende la categoría de héroe de guerra para convertirse en un emblema de la lucha por un país donde la educación, la justicia y los valores humanos son fundamentales. La vida de Prat ilustra cómo la dedicación a los principios humanistas puede generar un efecto perdurable y relevante en la sociedad.
En esencia, fue un hombre que, desde un origen económico y social modesto, con plena conciencia y determinación, labró un camino que lo llevó a ejercer una notable influencia en el devenir de nuestra historia. En nuestra opinión, se erige como un símbolo identitario que merece ser resignificado y un prototipo a seguir, especialmente en estos tiempos aciagos y tumultuosos, donde los valores y principios humanistas corren el riesgo de ser relegados al olvido.
*El autor es Cientista social, pedagogo y escritor
Santiago de Chile, 15 de mayo 2024
Crónica Digital