Marcando diferencias se inicia épica batalla democrática

Por Marcel Garcés Muñoz

El espectáculo ofrecido por los líderes de los partidos de la oposición democrática y progresista, en las puertas del Servel, destinado a salvar las apariencias del hecho central de la jornada -la incapacidad de haber logrado la unidad política y de acuerdo programático, frente al desafío histórico de la Convención Constitucional- es francamente impresentable.

El presidente del Partido Por la Democracia, Heraldo Muñoz, hizo la autocritica obvia, al presentarse el pacto denominado “Lista del Apruebo”: “Aquí deberíamos haber estado todos los presidentes de partidos y las listas de independientes, y no lo hemos hecho. Hemos llegado, sin embargo, con la lista más amplia posible”.

Pero no pudo dejar de reconocer lo que aparece como la esencia de la situación: “Pero no hemos estado a la altura del mandato ciudadano”.

Por su parte el presidente de la DC, Fuad Chain,  el campeón de la exclusión del Partido Comunista de una lista unitaria de la oposición, busco bajarle el perfil a la desunión opositora,

El líder de la “Flecha Roja” hizo una singular reflexión: “En política no siempre dos más dos es cuatro, efectivamente se pierde algo de eficacia electoral, porque hay fuga de votos que sobran de las cifras repartidoras de la lista, pero también esto permite abrir el abanico y que podamos tener mucho pluralismo y que, por lo tanto, nadie que votó por el Acuerdo no puede sentirse representada en alguna de las listas”. ¨

O sea “dos más dos, en política, no son cuatro”. Y de lo que se trata es la “apariencia” y no el sentido ético de un programa o de un ideario político. Es decir, así, con estos políticos estadísticos “vamos a ir lejos”, cuando en política y en la vida, es sabido, es la unidad y no el fraccionamiento, es el que siempre suma, en lugar de restar.

El panorama por lo tanto no puede ser más deprimente, para la oposición y la ciudadanía que se había hecho la esperanza de avanzar por el camino de la unidad más amplia y creadora, que anunciaba una victoria política democrática, porque en la Derecha, que si saben matemáticas y,sobre todo, cuáles son sus intereses estratégicos, se anotan un primer triunfo con vista a las elecciones del 15 de abril, que definirá no solo la composición de la Convención, sino el contenido de su proyecto de Constitución.

Esto es, el logro de su unidad, y de su cohesión en torno a los contenidos fundamentales que les interesa consagrar, a la defensa de sus intereses, pese al aparente o real dolor de estómago del vicepresidente de Evopoli, Francisco Undurraga, de tener como compañeros de ruta a los neofacistas del Partido Republicano de José Antonio Kast, que por otra parte las emprendió contra su nuevo socio electoral, instándolo a renunciar su partido, con un lenguaje soez, propio de los hampones “trumpistas”, del fascismo hitleriano y sus esbirros de las SS, de las SA, y una serie de organizaciones  paramilitares amparadas y al servicio de los nazis, de los nostálgicos del ejército imperial.

Como se acostumbraba decir en las películas de Hollywood, para salvar las apariencias, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia

Por otro lado, el  sector de la izquierda progresista, a pesar de declaraciones que buscaban ser entusiastas y con cierta perspectiva, el ambiente no era precisamente de fiesta, o francamente de optimismo y confianza en el porvenir, en el triunfo de los demócratas en la composición del órgano constituyente, en los contenidos que se espera lograr en la redacción de la próxima Constitución, teniendo en cuenta la voluntad expresada por los ciudadanos, y las expectativas de los resultados en los próximos desafíos político electorales.

El recién reelegido  Presidente del PC, diputado Guillermo Teillier  declaró que “estuvimos, en un comienzo por la lista única, pero no hubo posibilidad de ponerse de acuerdo sobre los objetivos principales, porque no es solo para sumar votos o por resultados electoralistas”.

Cabe entonces preguntarse, ¿para qué son entonces los acuerdos políticos electorales?. Sumar votos es una tarea más bien mecánica, la suma de los votos.

Indudablemente la unidad es mucho más que eso, pero, la suma de los votos, es decir la suma de los votos, puede ser determinante como un hecho político electoral.

Y no cabe dudas que las alianzas se hacen sobre bases programáticas, objetivos “posibles”, compromisos y confianzas mútuas, negociaciones, intereses comunes, u objetivos más allá de la coyuntura, con sentido histórico, donde deben evitarse y definitivamente eludirse, pasadas de cuenta, resquemores del pasado, sentimientos mesiánicos, tanto como exclusiones de cualquiera índole.

Ante los hechos consumados, Teillier declaró  que “yo creo que están bien las dos listas”. Y como todos deberá esperar que la realidad electoral del 11 de abril, le dé la razón, o tenga que buscar otra explicación a los resultados.

Por otro lado, y no se puede dejar de atender su razonamiento, la presidenta de Revolución Democrática, del Frente Amplio, Catalina Pérez, señaló respecto del escenario político generado tras este 11 de enero que, “el desafío que nos queda es continuar coordinándonos para efectos de un reglamento (en la Convención), un programa común que nos garantice recuperar el agua. un nuevo modelo de desarrollo, que la dignidad y el bienestar de los chilenos y chilenas esté en el centro”.

Catalina Pérez enfatizó que, en la coyuntura presente, “los esfuerzos por generar unidad y coordinación son siempre necesarios”.

Cada uno deberá responder ante la historia, por sus ambiciones, sus intereses, sus cálculos mezquinos  y sus faltas de perspectiva, generosidad y de visión política en torno a los intereses expresados por la ciudadanía, en definitiva por sus hechos, más que por la arenga destinada a la galería.

Cada quien podrá, con mayor, mejor o peor retórica, buscar convencernos de que se impuso su visión de la realidad, y su verdad, que como se sabe en la historia de la humanidad, es solo un acercamiento a la realidad de un momento, un concepto de lo que se considera, en un tiempo histórico, de la coyuntura, cuales son los deberes que cada uno tuvo y tiene con la democracia.

Pero deberán todos responder ante la historia. Y lo que también es seguro, es que deberán dar una explicación sobre su conducta.

Por el momento tenemos la certidumbre de que faltó generosidad, pero sobre todo sentido de la historia, perspectiva y lectura de lo que la ciudadanía pidió en sus luchas, en las jornadas de octubre de 2019, en el plebiscito del 25 de noviembre de 2020, y de la constante reflexión y silenciosa movilización de estos meses de espera.

Ha sido el rechazo ciudadano al modelo económico y social, al gobierno del presidente Sebastián Piñera y a la larga crónica de sus desaciertos, fracasos económicos y políticos, y la situación de crisis, desastre y miseria de los chilenos de a pié, la miseria producto de la insensibilidad y el desconocimiento de gobernantes y empresarios de la realidad socio económico del pueblo. la que, con su movilización, reclamos y demandas en la calle y las organizaciones sindicales, la que forzó al cambio de la agenda neoliberal de La Moneda y obligó al gobierno, a los políticos, a los grupos empresariales a escuchar las demandas de mas justicia, fin a la corrupción, y a la indiferencia oficial.

Nadie tiene derecho a sorprenderse o espantarse si la movilización legitima de las masas, hace temblar las estructuras de la sociedad cuando se haga imposible seguir frustrando sus reclamos y demandas urgentes

Me refiero como es obvio. a los “progresistas”, a la centro izquierda, a la izquierda propiamente y a las estructuras de la “sociedad civil”, a “la calle”, a la juventud, a todo el tejido social, a los defensores del bosque y del agua, de las riquezas mineras, a los pueblos originarios, a las minorías sexuales, las organizaciones sindicales, poblacionales, deportivas, culturales.etc.

La derecha -los organizaciones empresariales y las oligarquías económicas y políticas- supo, como siempre, anteponer  en las circunstancias de un desafío definitorio, los intereses de la clase, y logró unir a la derecha tradicional, a los “moderados”, al pinochetismo y el neofascismo, a los neoliberales a ultranza y al empresariado con “sensibilidad social”.

El objetivo es y seguirá siendo para para ellos, sumar votos para frustrar le demanda de una nueva Constitución, democrática, de avanzada y de justicia social, de doblegar y tratar de frustrar, la determinación  nacional y ciudadana, de un nuevo modelo de Carta Magna.

Para la centro izquierda, y la izquierda tradicional, en cambio, como lo expresaron sus líderes, al cumplir con la inscripción de sus listas en el Servel, no estuvo claro, no fue explícito, cuál era el objetivo estratégico, el sentido histórico, el programa de su gesto en al momento crucial de Chile.

Tras declaraciones más o menos alambicadas, lo que dejaron en evidencia, fue su incapacidad para unir fuerzas, coincidir en principios y proyectos con perspectiva de futuro, lograr unidad.

Todo el mundo sabe, la población, el pueblo lo percibe y por ello la desazón, la incertidumbre y lo que es peor la falta de confianza ciudadana en su liderazgo y conducción, que solo la unidad de los demócratas es el arma y condición para derrotar el pinochetismo, el neoliberalismo y la derecha económica y política.

No nos vengan después con cuentos. Serán responsables del futuro.

Es de esperar que en el curso de la campaña por la  Convención Constitucional, se logren avances en este proceso y un acuerdo por el contenido programático de la nueva Constitución.

Y que los que hoy han preferido el fraccionamiento del progresismo y de los demócratas, la descalificación y que equivocaron el enemigo, y contribuyeron a este traspié democrático asuman su responsabilidad ante el país, y la historia y reparen la torpeza del divisionismo y avancen en la unidad por el cambio.

Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital

Santiago de Chile, 13 de enero 2012
Crónica Digital

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