Por Rafael Calcines Arma
Los vaticinios de quienes ven junio como un mes muy difícil para Chile parecieron cumplirse esta primera semana, con preocupantes estadísticas de la Covid-19 y la economía.
El país cierra la semana con más de mil 500 muertos a causa del coronavirus SARS-Cov-2, más de cuatro mil nuevos contagios diarios y sobre los de 125 mil infectados desde el comienzo de la pandemia, lo que ubica a Chile entre las 14 naciones que sobrepasaron los cien mil enfermos.
Tales datos mantienen al gobierno en jaque ante el fracaso de las estrategias iniciales para contener la pandemia, y la “batalla de Santiago” como calificó hace cuatro semanas el ministro de Salud el enfrentamiento a la Covid en la capital, el territorio más afectado, está lejos de reflejar resultados alentadores.
Las autoridades siguen aumentando las camas y equipos de ventilación en los hospitales, pero la saturación de los servicios en las unidades de cuidados intensivos no decae y solo esta semana el Ministerio de Salud reconoció la necesidad de fortalecer la atención primaria para un seguimiento más seguro a enfermos y sospechosos de contagio, medida que, como otras, llega tardíamente.
La crisis causada por la pandemia en todos los ámbitos de la vida nacional sigue generando malas noticias en la economía, y esta semana el Banco Central informó que el PIB cayó 14,1 por ciento en abril en comparación con el mismo mes de 2019, lo que superó las predicciones más negativas de especialistas y del propio gobierno.
Ese porcentaje no tiene precedentes en los reportes del Indice Mensual de Actividad Económica, pero tras conocerse, especialistas aseguraron que los resultados de mayo y junio pudieran ser peores.
Al respecto, el ministro de Hacienda, Antonio Briones, reconoció que “los números muestran el deterioro de la actividad económica, detrás de la cual hay ingresos, hay familias, hay empleos”, dejando ver que las cifras de desempleo en el país, ya muy altas, continuarán aumentando.
En medio de ese oscuro panorama, el presidente Sebastián Piñera realizó un sorpresivo movimiento de ministros, presentado como un esfuerzo para reforzar el trabajo del gobierno en el enfrentamiento a la pandemia.
Sin embargo, desde la oposición la medida fue interpretada como un reacomodo de la derecha dentro del gobierno más que como una efectiva rectificación para enfrentar la crisis del país.
Incluso, desde la Democracia Cristiana, con frecuencia inclinada a favor de La Moneda, su presidente, Fuad Chaín, resumió que la intención fue “resolver los problemas políticos al interior de Chile Vamos (coalición de gobierno) y no los que está sufriendo el país, producto de la pandemia”.
Para muchos, un elemento que confirma este argumento es que el ministro de Salud, Jaime Mañalich, cuya gestión de la crisis sanitara es ampliamente criticada, siguió apuntalado en su puesto, algo considerado inexplicable en amplios medios sociales y políticos.
En ese sentido, el diputado Diego Ibañez, de Convergencia Social, advirtió que “nada garantiza que un nuevo ministro de Salud lo haga mejor, pero la soberbia y arrogancia del actual podrían haberle importado más al Presidente para mejorar el gabinete”.
Santiago de Chile, 7 de junio 2020
Crónica Digital/PL