Miles turistas extranjeros y ciudadanos chilenos ingresaban a la Catedral Metropolitana de esta capital con cierto grado de emoción, que aumentaba al escucharse la voz de Violeta Parra.
El imponente templo construido de 1748 a 1800, custodiaba bajo su altar el féretro de una de las grandes plumas de la literatura hispanoamericana de siglo XX y parte de la nueva centuria: Nicanor Parra, el creador de la antipoesía.
La antipoesía fue una argucia para hacer más notoria su irreverencia, a la vez que expresión de absoluta naturalidad que lo llevó al reconocimiento y la popularidad en Chile, donde pese a su alergia contra el jet-set, era venerado.
La mejor muestra fue el traslado de su cadáver desde el barrio La Reina, donde falleció el martes a los 103 años de edad, hasta la Catedral Metropolitana, frente a la céntrica Plaza de Armas.
No hizo falta convocatoria ni llamados a la población. Bastó conocerse que Nicanor Parra sería velado en el templo neoclásico para que hasta allí se personaran la presidenta Michelle Bachelet y el mandatario electo, Sebastián Piñera.
Ateo, gracias a Dios, una de sus frases más famosas, revelaba la impronta del hermano mayor de Violeta Parra, de quien se escuchaba en la iglesia con reiteración su emblemática canción Gracias a la vida.
En fila ordenada, miles de personas se acercaron al féretro cubierto por una de las típicas arpilleras de su querida Violeta, a quien Chile le dedicó el año 2017 en homenaje al centenario de su natalicio.
Varios libros de condolencias no eran suficientes para recoger frases sentidas de gente de todas las generaciones. “Es un honor haber tenido en Chile a un Nicanor Parra”, confesó una joven de apenas 20 años.
“Dime cuáles son para ti las 10 palabras más bellas de la lengua castellana y te diré quién eres”, escribió alguna vez.
Físico matemático, hombre de elevada cultura que adoraba la obra Hamlet, tuvo seis hijos, tres de su relación con Anita Troncoso; uno con Rosa Muñoz y sus dos últimos con Nury Tuca.
“Cordero de Dios que lavas los pecados del mundo, dime cuántas manzanas hay en el paraíso terrenal”, decía Parra.
De lauros internacionales, para muchos quedó a las puertas del Nobel. Logró en 1991 el Juan Rulfo de Literatura de México. Luego en 2001 el Premio Sofía de Poesía
Iberoamericana y una década más tarde el Miguel de Cervantes, cuando ya tenía 97 años de edad.
Autor de Hojas de Parra, Versos de Salón y Antipoesía nació en San Fabián de Alico el 5 de septiembre de 1914. Entre sus versos más reconocidos internacionalmente aparece El hombre imaginario.
En Poemas y Antipoemas de 1954 hizo valer su absoluta irreverencia al declarar que el género ‘había sido el paraíso del tonto solemne, si bien se mantuvo apegado a la escritura.
Físico matemático, tenía una notable agudeza que preservó a pesar de los años, además de encantar a sus selectos y escasos visitantes a su morada en Las Cruces, recitando poemas en varios idiomas, junto con su humor mordaz al contar chistes callejeros.
Precisamente en playa Las Cruces, el pueblo donde vivió en los últimos años, será sepultado en una ceremonia privada.
Por Fausto Triana
Santiago de Chile, 26 de enero 2018
Crónica Digital /PL