Existen alrededor de mil personas trabajando en la sede diplomática en Tel Aviv, y no tenemos una instalación que pueda acogerlos en Jerusalén, expresó una de las fuentes.
Hoy en día, puntualizó otra, no puede construirse una sede diplomática estadounidense en ningún lugar del mundo en menos de tres o cuatro años, y éste será el mismo caso.
Con el paso de Trump, Estados Unidos será el único país en reconocer como capital de Israel a Jerusalén, donde ninguna nación tiene su embajada.
Después de la anexión israelí de la parte oriental de dicha urbe en 1980, la ONU llamó a la comunidad internacional a retirar sus misiones de la llamada Ciudad Santa.
Aunque Israel considera a Jerusalén su capital, la soberanía del país sobre la parte oriental (Jerusalén Este) no está reconocida por la mayoría del orbe, y Palestina insiste en establecer allí el asiento de su futuro Estado.
Según los funcionarios, la Casa Blanca considera su decisión como el reconocimiento de una realidad histórica y moderna.
Al mismo tiempo, expusieron, estima que el anuncio no pueda perjudicar las perspectivas para un proceso de paz en la región, pese a las advertencias de los palestinos sobre sus graves consecuencias en el futuro de las negociaciones con Israel.
Trump cree que este es el momento y el paso adecuado a dar, especialmente con respecto a sus esperanzas de alcanzar la paz entre las partes, añadieron.
Una ley estadounidense de 1995 insta a Washington a trasladar su embajada de Tel Aviv a Jerusalén, pero esa medida nunca ha llegado a aplicarse, pues los expresidentes William Clinton, George W. Bush y Barack Obama postergaron cada seis meses su implementación alegando ‘los intereses nacionales’ norteamericanos.
De la misma forma actuó Trump por primera vez en junio, pero dos días atrás, cuando se cumplía el plazo límite para volver a demorar la iniciativa, la Casa Blanca no envió ninguna orden al Congreso, e indicó que próximamente haría pública una decisión al respecto.
Washington, 6 diciembre 2017
Crónica Digital /PL