Y el gobierno del presidente Nicolás Maduro no parece haber encontrado una estrategia y conducta política que desactive el conflicto y garantice efectivamente el libre juego democrático, la paz social y la convivencia nacional.
En este sentido en Chile hay suficiente experiencia práctica, trágicamente vivida, de lo que significa no percibir los riesgos de un camino que lleva al precipicio.
No es responsable ni decente “mirar para el lado”, o hacerse los inocentes. Por ello lo que sucede en Venezuela, también nos afecta.
La historia de la confrontación al gobierno del presidente Hugo Chávez, con un Golpe de Estado ( el 11 de abril de 2002), que contó con la participación protagónica de políticos, empresarios, algunos militares, los siempre presentes agentes de la CIA, y algunos apoyos de internacionales alineadas en la confrontació0n Este-Oeste, y dispuestas a avalar aventuras de ese tipo, constatan de que el camino de todo proceso de reformas no es fácil, es sometida a fuego cruzado desde muchos flancos. Precisa de nervios firmes y una política que combine el apoyo de masas y una política creadora y previsora, una disposición de alianzas políticas, que aísle a los enemigos de la democracia y del progreso social.
No olvidemos, porque en esto no solo hay similitudes con la estrategia puesta en marcha contra el gobierno de la Unidad Popular y el presidente Salvador Allende, sino que en 2002, se dio la el apresurado y vergonzoso “reconocimiento“ del Gobierno de Chile al presidente de facto, Pedro Carmona Estanga, nombrado manu militari y por el Departamento de Estado, conocido líder empresarial venezolanas y funcionario internacional.
La historia recuerda que el Acta de Constitución del gobierno de Carmona, que solo duró tres días- fue firmada por el cardenal Ignacio Velasco, en representación de la Iglesia católica, por el secretario de Copei(la DC venezolana), José Curiel, algún vicealmirante, un general, un comandante policial y empresarios.
La conspiración era conocida- y probablemente digitada- por la CIA, cuya estación en Caracas informó el 6 de abril de 2002, al Departamento de Estado, según documento desclasificado, que “militares disidentes incluyendo a un grupo descontento en el Alto Mando, así como un grupo radical de oficiales de bajo rango están aumentando sus esfuerzos para organizar un golpe de estado contra el presidente Chávez, posiblemente en los próximos días de este mes. Los que conspiran podrían intentar explotar conflictos y violencia durante las manifestaciones que tomarán lugar este mes”.
El libreto puesto en ejecución en estos días de 2017, contempló algunos otros elementos¨: el rol protagónico del Poder Legislativo, la Asamblea Nacional, mayoritariamente opositora, como Estado Mayor de la insurgencia, una intensa guerra sucia mediática nacional e internacional, y un frente político externo, con la participación de la OEA, del Departamento de Estado de Estados Unidos, de asesoramiento de Internacionales políticas, de gobiernos derechistas.
Pero otro de los elementos de la conspiración que ha sido develado por el los propios líderes de la oposición es –de nuevo- el franco trabajo de proselitismo y de franca provocación, dirigido hacia las Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), para que se pongan de lado de la conjura.
El presidente de la Asamblea Nacional, el diputado Julio Borges, viene diciendo que el momento “es ahora”, desde el 31 de diciembre, tras el triunfo electoral parlamentario de la oposición al gobierno de Maduro, y se dirigió en estos días a las instituciones castrenses con un llamado a la “conciencia” de ellas para “proteger al Poder Legislativo y su debido funcionamiento”, instándolos a “no seguir callados”, al paso de proclamar que “el Parlamento se rebela”.
Esto resulta inquietante y sospechoso, así como la proclama de los opositores de su apoyo a la Constitución Bolivariana, y demandar su respeto, a la que habían desacreditado desde su aprobación por el pueblo el 17 de noviembre de 1999.
Los desorbitados llamados a la “rebelión popular”, a la desobediencia civil, a la “resistencia a la dictadura”, las demandas de renuncia del presidente constitucional, abundan en el léxico opositor, y en los medios bajo su conducción.
Todos estos antecedentes pueden aportar a la comprensión de los verdaderos objetivos de los opositores ( y de sus asociados internacionales, incluidos chilenos, convertidos en entusiastas “conversos” de la Constitución de la Repúblicas Bolivariana de Venezuela, a la que después de haberla rechazado ferozmente, ahora afirman defender.
Pero por otro lado, la ofensiva en desarrollo contra el gobierno de Venezuela, es parte de una estrategia en la región de las trasnacionales, y del imperio, por el dominio económico y político global.
Venezuela es una batalla de esta guerra, como lo ha sido y es en Argentina, Brasil, ahora Ecuador, y lo será en breve Chile.
Los ideólogos de esta ofensiva han pretendido instalar en ciertas elites políticas e “intelectuales” de la región la tesis del que el péndulo de la historia estaría instalando como triunfadores a los neoliberales y oligarcas de distinto pelaje.
Para ello han recurrido a conspiraciones, abrumadoras campañas mediáticas y políticas, donde los sinvergüenzas, y corruptos de toda especie se convierten en profetas de la neo democracia, (como ha ocurrido por ejemplo con los detractores de Dilma y Lula, en Brasil) proclamando el fin del “ciclo” de los “reformistas” o “populistas de izquierda”.
Lo de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil y Argentina no es más que un ejemplo, episodios, de una guerra sin tregua ni limites, en que se busca exterminar no solo a gobiernos de carácter progresista, sino que a generaciones de idealistas, soñadores, demócratas, luchadores por la libertad y la justicia.
No entender el fondo de la disyuntiva, lo que está en juego, y dejarse embolinar la perdiz con proclamaciones plañideras es hacerle juego a los enemigos de la democracia y las libertades.
Por ello es oportuno y sabio el llamamiento de la presidenta Michelle Bachelet, en relación a los sucesos venezolanos, cuando condenó “cualquier situación que altere el orden democrático en Venezuela”.
Otros derroteros que diversos personeros y sectores en Chile parecen preferir y gobiernos y entes internacionales pretenden imponer, como condenas fulminantes, retiro de embajadores, condenas y medidas de castigo al Gobierno legítimo de Venezuela, no solo no tienen sentido en el Derecho Internacional, sino que alimentarían el odio y la intolerancia, el espíritu de trinchera y la obcecación, haciéndose responsables del empeoramiento de la situación y de sus trágicas consecuencias, para Venezuela, sus ciudadanos, pero también para la convivencia y la paz interna, y las consecuencias que ello provocaría en toda la región.
Periodista
Director de Crónica DigitalSantiago de Chile, 5 de abril 2017
Crónica Digital
El diâlogo es el factor fundamental para detener la grave y peligrosa situaciôn por la que atraviesa la Venezuela Bolivariana. Para que se reanude se requiere, en primer têrmino, que la Comunidad Internacional de un rotundo, claro y transparente respaldo a la Comisiôn de los ex presidentes Zapatero, Fernandez y Torrijos- España, Rep. Dominicana y Panamâ respectivamente- Acompañados por el ex presidente Samper, representante de Unasur y por el representante del Vaticano Monseñor Claudio Maria Celli.
Se requiere que el señor Almagro y los paises minoritarios de la OEA; asuman el rol y el comportamiento adecuado-acorde a los propios principios de la Instituciôn y del mundo diplomâtico- para ayudar efectivamente
a resolver la terrible tragedia que ya se asoma en la Patria de Bolivar. Hoy la OEA y Almagro, en su calidad de juez y parte, solo contribuyen a otorgar impunidad a una de las partes y cuya confrontaciôn abre con prisa sospechosa las puertas de la guerra civil acompañada de una sanguinaria invasiôn. En ello, naturalmente juega su rol acostumbrado el Departamento de Estado y su brazo desestabilizador. (EEUU quiere aplicar en en la OEA la Carta Democrâtica a Venezuela pero curiosamente ellos no la han suscrito)
El diâlogo requiere ademâs, que los medios de comunicaciôn del mundo entero, cumplan con el justo derecho a informar pero que sea con veracidad. Que los medios se abran a todos los sectores, a todos los puntos de vista incluidos el gobierno de Maduro y a los gobiernos y transnacionales que les incomoda la Constituciôn o los logros sociales inigualables de la Venezuela Bolivariana.
Hoy, con su campaña manipuladora,estigmatizadora y del terror, ha inoculado un enfermizo odio sicôtico a los sectores medios que traerâ lamentables consecuencias. En estos dias de abril, los medios de comunicaciôn, junto con otorgar impunidad como lo hizo Edwards y el mercurio a los actos de terrorismo de Patria y Libertad.
siguen tergiversando la realidad y creando falsos positivos. Hablan de manifestaciones pacîficas, pero callan que la oposiciôn emplea extraordinariamente bien todas las formas de protestas, usando y abusando, bajo la impunidad otorgada, de la violencia y el terrorismo. Hablan,desgraciadamente de una veintena de muertos; pero callan que si no todos, la gran mayoria de las victimas son chavistas.
Venezuela necesita de una gran solidaridad para imponer el diâlogo. para detener la tragedia de la guerra civil. Hace ya mas de 40 años levantamos la consigna No a la Guerra Civil, Neruda nos dijo que el pueblo de Chile necesitaba la solidaridad como el pan y el agua. No fuimos capaces de neutralizar a los violentistas y defender nuestra democracia. Hoy debemos triunfar con un DIALOGO PARA LA PAZ