En el Wallmapu: Dificultades al partir

*Por Marcel Garcés Muñoz

Los objetivos de progreso en el escenario político del gobierno del presidente Gabriel Boric se ha encontrado con tropiezos, dificultades y malos modos por parte de quienes han hecho evidente su  rechazo a sus propósitos de buscar salidas a la crisis politica y social en que se encuentra el país.

A los refunfuños  y anuncios de rechazo de las elites oligárquicas y clanes económicos, a través de sus dirigentes gremiales empresariales, “académicos” y  articulistas de El Mercurio,  se sumaron este martes  15,   grupos  que argumentando  demandas originadas en injusticias históricas han rechazado con violencia armada los llamados al diálogo hechos desde el gobierno, a todos los actores del llamado conflicto mapuche.

El incidente, escenificado en rechazo a la visita de la ministra del Interior, Izkia Siches y otros ministros a la comunidad de Temucuicui, en el Wallmapu, definida por la propaganda derechista como Macro Zona Sur no puede ser  dejado pasar impunemente.  No hay que dejar pasar también las desinteligencias en temas de seguridad, prevención y  las fallas en el tema de la inteligencia e incapacidad de reacción frente a un riesgo más que evidente, que es necesario corregir.

Se trata, sin lugar a dudas de una amenaza, del intento no solo de amedrentar a una comitiva gubernamental, pero sobre todo de rechazar una iniciativa del Gobierno del presidente Boric, que llegó a la zona con un evidente tono de diálogo, que conduzca a  una salida a un conflicto histórico, de escucha de argumentos y razones y una expresión sincera de  búsqueda de  acercamiento y  consensos.

Se trata, de una acción  de los enemigos del dialogo, de quienes rechazan la búsqueda de soluciones, y la condena real de la violencia, de rechazar la convivencia y el orden, pero también la justicia y la vida en el territorio.

Las ráfagas de las armas, ni las de los “weichafes” mapuche, ni de los “paramilitares” de los “gremios” de las forestales locales, nacionales o internacionales, que “ocupan” el sur de Chile puede seguir siendo  la constante  que se retroalimenta diariamente con asesinatos, ataques incendiarios, o el imperio de la miseria y la inseguridad, de  la confrontación y un odio constante y creciente.

Tampoco sirve un escenario bélico de “guerra interna”, “contrainsurgencia”, como la  que pretendió instalar en la región  el ex presidente Sebastián Piñera, la derecha y  sectores de las Fuerzas Armadas y Carabineros, con sus arengas cuarteleras y montajes de “inteligencia. Y operaciones de “ocupación” de las comunidades y territorios, la militarización y los “Estados de Excepción”.

Es evidente que  las políticas de criminalización del pueblo- nación  mapuche, de prejuicios racistas, de desconocimiento de sus demandas territoriales, culturales, sus derechos económicos, del respeto a su cultura y valores étnicos,  sus tradiciones y valores,  mantiene  los crímenes de la colonización , del despojo, del genocidio sufrido por ellos  a manos de los conquistadores, pero sobre todo de la “pacificación” perpetrada por los chilenos, y los colonos instalados en sus tierras por la nación chilena.

Pero a ello se agrega hoy la usurpación de sus tierras, y la  política  de acorralarlos en “reducciones”, para permitir el desarrollo de las forestales, y la destrucción de sus tierras, en beneficio de los grandes clanes económicos del país y algunos altos oficiales en retiro,  beneficiados por el Estado con la entrega de  enormes predios.

Sin duda que esto es lo esencial que se evidencia en el mal llamado “conflicto mapuche”. Pero no hay que olvidar que el imperio de la economía neoliberal defendida “manu militari” por los Estados de emergencia en la región mapuche,  tiene un objetivo económico, político y social, cuyas consecuencias también afectan la estabilidad,  el orden social, y la justicia social en todo el resto del territorio nacional.

La democracia chilena podrá ser puesta a prueba si no se encuentra una formula coherente, justa, creadora, de desarrollar un diálogo, establecer acuerdos para un destino común, al que todos contribuyan con respeto mutuo,  y derechos  humanos garantizados. Ello será en una casa conjunta, una historia compartida y un destino común.

Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital

Santiago de Chile, 16 de marzo 2022
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