Hace exactamente 28 años Chile se sometió a un plebiscito que marcó el principio del fin de la dictadura de Augusto Pinochet, pero el paso del tiempo dejó en suspenso relativo las heridas del pasado.
Todavía hoy existen manifestaciones de simpatías y hasta apoyos de corte patriotero de diputados chilenos hacia la dictadura de Pinochet, que dejó un saldo de más de tres mil asesinatos, mil 300 desaparecidos y cerca de 34 mil personas torturadas.
La presidenta de la República, Michelle Bachelet, develó esta tarde un busto consagrado a Patricio Aylwin, el primer presidente en democracia después de Salvador Allende, tras la salida del sanguinario general.
“Hace 28 años, a través de las urnas, nuestro pueblo consagró su opción por la democracia y la paz (…), Aylwin fue el emisario de una nación entera que reclamaba verdad, justicia, dignidad, equidad y unidad”, destacó Bachelet.
Luego de la colocación de la escultura en la Galería de los Presidentes del Palacio de La Moneda, la dignataria encomió el sello personal en la historia política de Chile.
El 5 de octubre de 1998 el No a Pinochet ganó con el 54,71 por ciento de los votos contra un 43,01 por ciento del Sí. Si el dictador hubiese obtenido el favor de los sufragios, se iba a perpetuar en el poder 10 años más.
La Junta Militar, con todo su aparato represivo, hizo un gran despliegue para atemorizar a la población, como se aprecia en la película No de Pablo Larraín en algunas escenas, aunque no con la crudeza de los sucesos de la época según testimonios.
“Con él se integran la perseverancia, la prudencia y la energía serena de quien pensó primero en el país y en el servicio público antes que en sí mismo”, declaró la jefa de Estado sobre Aylwin.
El político democristiano, fallecido en abril último, gobernó en Chile de 1990 a 1994 en una difícil convivencia con Pinochet, quien era el jefe del Ejército.
Santiago de Chile, 5 de octubre 2016
Crónica Digital / PL