Cuando las fuerzas guerrilleras del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) entraron triunfantes a Managua el 19 de julio de 1979, terminaron décadas de tiranía en Nicaragua. Cerraba así un capítulo de la historia de este país centroamericano, que dejaba atrás la dictadura sangrienta implantada por el clan de la familia Somoza.
Ya pasaron 41 años y los propósitos del sandinismo cada vez son más elevados. El Gobierno del Presidente Daniel Ortega está enfrascado en eliminar la pobreza extrema y mantener la senda del progreso económico, entorpecido por el intento fallido de golpe de Estado de abril–julio de 2018, pero son innegables los avances que ha vivido el país desde el regreso del FSLN al poder en el año 2007.
La educación gratuita y de calidad, al igual que la cobertura universal de salud, sobresalen entre los principales logros sociales de los últimos lustros, así como la democratización en la tenencia de la tierra y la incorporación al resto del territorio nacional de los pueblos de la Costa Caribe, aislados durante siglos.
También destaca el acceso de muchos nicaragüenses a viviendas dignas, al agua potable como un derecho humano fundamental y a la energía, con una cobertura de más del 97 por ciento a nivel nacional.
De igual forma, las mujeres también han experimentado una nueva etapa de renacer, con su empoderamiento económico, social y político.
Nicaragua toda festejó el nuevo aniversario del histórico triunfo de la Revolución, aunque este año las celebraciones se vivieron de forma diferente. La situación sanitaria provocada por la pandemia de la COVID–19 llevó a las autoridades a evitar grandes concentraciones, y en su lugar optaron como centro de las actividades por un gran concierto virtual de música tradicional, “Cantos de Revolución”, producido por el Teatro Nacional Rubén Darío.
Otro de los momentos que marcaron los festejos lo constituyó la solemne inauguración de la “Campana de la Paz”, en la capital de esta nación. La magnífica estructura, elevada a 17 metros sobre el nivel de la calle, es un reconocimiento de la Alcaldía de Managua a los esfuerzos realizados a lo largo de los años por parte del Gobierno del Presidente Ortega, por el bienestar del pueblo nicaragüense.
La primera piedra del sitio conmemorativo fue colocada el pasado 21 de mayo, en ocasión del aniversario 125 del natalicio del líder antiimperialista y Héroe Nacional Augusto César Sandino.
Precisamente, fue el General de Hombres Libres quien encendió la chispa que llevaría años más tarde a jóvenes como Carlos Fonseca, Tomás Borge y el propio Daniel Ortega a escoger la vía armada como único camino para sacar a Nicaragua del agujero en que los Somoza, bajo el tutelaje de Washington, la tenían sumergida.
Con un nuevo proceso electoral el año próximo, el sandinismo tiene otro gran reto, aunque existe confianza en la amplia base nacional que apoya esta fuerza progresista, la cual ha sabido cambiar para bien el rumbo de este pobre pero digno país en los últimos años.
Por Raúl del Pino Salfrán.
Managua, 20 de julio 2020.
Crónica Digital / Orbe.