Según el canciller paraguayo, Eladio Loizaga, todavía faltan por concluir temas ‘sensibles’, aunque ‘ya hay un acuerdo en un 90 por ciento’ y quedó resuelto el asunto de las exportaciones de carne bovina, objeto de extensas discusiones.
En general, son negociaciones ‘muy duras, muy fuertes’, a veces, ejemplificó, ‘se acuerda sobre la mesa y después aparecen nuevos elementos’. No obstante, ‘tenemos la esperanza de llegar a un acuerdo que satisfaga a ambas partes. Están dadas la condiciones políticas’, estimó el diplomático.
A juicio del comisario europeo de Agricultura, Phil Hogan, ‘hay muchas áreas en las cuales no estamos avanzando como deberíamos’. ‘No estamos recibiendo el tipo de ofertas de parte de los países de Mercosur que esperaríamos, en particular en lo que tiene que ver con los productos industriales’, comentó.
Solo habrá resultados finales, manifestó, ‘cuando nos sintamos satisfechos de haber alcanzado un buen acuerdo, un resultado equilibrado’.
Pero el pretendido equilibrio varía según el reclamo: los europeos exigen mayor libertad para sus productos industriales y agrícolas, entre ellos automóviles, piezas y partes de equipos y surtidos lácteos, mientras Mercosur pide apertura para sus exportaciones agropecuarias, incluidas las de carne de ternera.
Tampoco hay consenso sobre otras cuestiones como las reglas de origen y los periodos de transición, la protección de las indicaciones geográficas y las oportunidades en el sector marítimo.
En opinión de la Federación de la Producción, la Industria y el Comercio (Feprinco) de Paraguay, la Política Agraria Común (PAC) de la UE resulta perjudicial para terceros países por la ‘cantidad de subsidios y ayuda interna a sus productores agropecuarios’.
Un futuro tratado no debería incorporar ‘elementos externos que distorsionen la competencia’, juzgó el presidente de Feprinco, Beltrán Macchi.
Desde 1999, la UE y Mercosur negocian un amplio acuerdo de asociación que incluye el tratado de libre comercio, pero las pláticas estuvieron interrumpidas durante años debido a posturas divergentes.
Ambas partes parecen estar dispuestas ahora a conseguir un pacto final: la UE necesita ampliar mercados externos ante el declive en la demanda interna y el estancamiento económico de la eurozona, mientras en Sudamérica cambios de gobierno a partir de 2016 propiciaron la retoma de prácticas neoliberales.
Para entidades como Frepinco, uno de los principales desequilibrios de la negociación es el limitado e insuficiente acceso que ofrece la UE a su mercado de bienes agrícolas, pecuarios y alimentos procesados, unido al proteccionismo por la vía de los subsidios.
‘Enoja ver que (en Europa) se llenan la boca hablando de libertad de mercado y su actitud a la hora de negociar es poner más barreras arancelarias y para-arancelarias a nuestros productos’, evaluó la Cámara de la industria y comercio de carnes y derivados de Argentina.
Por Mercosur solo participan de las pláticas Paraguay, Argentina, Brasil y Uruguay, con el propósito de alcanzar entre finales de febrero y principios de marzo un ‘acuerdo político’.
En opinión del analista Sergio Martín-Carrillo, las relaciones comerciales entre los dos bloques constituyen un ‘claro ejemplo de división internacional del trabajo y de las relaciones centro-periferia’.
Los miembros del Mercosur, argumentó, exportan mayoritariamente bienes primarios como carne, etanol, productos agrícolas; en tanto, la UE provee productos manufacturados de alto valor agregado.
Con alrededor de 260 millones de consumidores, Mercosur es el quinto mercado más grande del mundo, pero también un espacio atractivo para los intereses de la geopolítica europea.
La Habana, 20 de febrero 2018
Crónica Digital /PL