Compañeros y compañeras, miembros de la clase trabajadora, hoy nos reunimos entorno a este Congreso Consultivo Social y Político, que tiene por objetivo construir una lectura propia de la realidad. Visibilizar el relato común que tenemos como trabajadores y trabajadoras, tomando todas las miradas, tanto en lo político como en lo social. Construir un relato que represente las diversas realidades de nuestras demandas, acciones y luchas que llevamos adelante como Central Unitaria de Trabajadores, la más grande y representativa del país.
Buscamos, a través de la autonomía y libre discusión, establecer líneas de acción concreta que nos permita ser parte importante de los cambios sociales que enfrentamos, y romper con el discurso conservador, que nos impide avanzar y que fortalece el sistema neoliberal, que tanto oprime a nuestra clase, manteniéndonos en la desigualdad. Por eso llamamos a toda la clase trabajadora, a romper con lo establecido y avanzar en un sistema solidario y con justicia social. Donde nadie quede afuera.
Llevamos 50 años de implementación del modelo neoliberal y los últimos años como sociedad hemos sentido la resistencia a este sistema. Nos organizamos, nos movilizamos, nos tomamos las calles. Nació el estallido, se estableció un hito en la historia de Chile, la revuelta popular. Un punto de inflexión donde el sindicalismo fue importante.
Una historia de lucha es la historia del movimiento sindical, que desde distintas veredas siempre ha buscado defender los derechos de la clase trabajadora. Somos la historia del movimiento popular chileno.
Si bien la revuelta o el llamado estallido, es un hito importante de una historia de resistencia, articulaciones, y proyectos del progresismo de la izquierda del movimiento popular y del movimiento sindical, que va a cumplir 50 años desde la ignominia que significó el golpe cívico – militar de 1973.
El 4 de septiembre el Progresismo sufrió una derrota qué duda cabe, el 62% de la ciudadanía rechazo el texto constitucional propuesto. Debemos analizar las causas, revisar nuestros métodos, reconocer el rol del gran capital y su influencia con los medios de comunicación y redes sociales, y el peso del dinero en la difusión de ideas falsas.
Sin duda también esta votación fue una suerte de plebiscito al gobierno, con un voto de castigo por la situación económica que atraviesa el mundo y que sin dudas se refleja fuertemente en nuestro país lo que provoca, día a día el alza de los precios y la baja en los salarios reales.
No podemos avanzar, sino vemos en qué mejorar. Como decía, hoy se vienen grandes desafíos para el mundo del trabajo, donde los cambios deben ser hechos con la mirada de las y los trabajadores, donde como Central vamos a ocupar todos los espacios, para que nuestra voz esté presente en la construcción de ese Chile justo y solidario.
Tenemos que ser activos y NO reactivos, no podemos ser silenciosos cuando la economía se contrae, el costo de la vida sube y la amenaza del desempleo aparece. Afectando nuestra calidad de vida.
Debemos proteger a las y los trabajadores, debemos recordar cual es nuestra principal herramienta: La negociación colectiva. No seamos pasivos al momento de negociar, la negociación colectiva no es solo bonos y cierre de negociación, es reivindicación de derechos.
El escenario no es favorable, pero no solo unidos sino que realmente cohesionados con un horizonte claro venceremos los desafíos.
Nos sentaremos a discutir, desde el Consejo Superior Laboral y en las mesas que podamos ser parte del diálogo Social, porque somos representantes de las y los trabajadores, porque somos representantes de la ciudadanía.
Llamamos a humanizar el trabajo, ponerlo en el centro de la sociedad, donde las y los trabajadores dejen de ser codificados ante los procesos productivos del neoliberalismo. No olvidemos que El Trabajo Decente es Humanizar el Trabajo, es el crear una sociedad donde todos cabemos, una sociedad justa y solidaria.
Enfrentamos una crisis mundial económica que está afectando principalmente el costo de la vida donde El 55 % de los trabajadores chilenos con contrato formal están bajo la línea de la pobreza.
En Chile, el 84% de los productos que componen la canasta básica de alimentos experimentó un aumento en sus precios. Así también la caída de los salarios reales continua a la baja tras 12 meses de descensos sostenido. Un IPC que cerrara el año sobre un 13% genera la pérdida de parte del poder adquisitivo de las y los trabajadores.
Vemos con preocupación planes de reactivación económica que principalmente benefician el resguardo del gran capital.
Hoy tenemos que avanzar con fuerza en las negociaciones sobre:
- Un Plan nacional de recuperación de empleo
- Un Aumento en las prestaciones del seguro de cesantía.
El trabajo y las formas de trabajar han ido cambiando durante el tiempo, se han diversificado los tipos de trabajo, se ha movilizado al trabajador y trabajadora del campo a la ciudad, la tecnología ha modificado los tipos de empleo. Esto ha influido en que las enfermedades laborales que sufren las y los trabajadores con el tiempo vayan evolucionando. Pasamos de la silicosis a la tendinitis, del lumbago a problemas a la vista y no podemos olvidar que día a día aumentan las enfermedades mentales producto del acelerado ritmo de trabajo.
La calificación de accidentes y la actualización de las enfermedades laborales debiesen ser realizadas por un organismo autónomo e independiente, con criterios sujetos al interés social y no al interés económico de empresas y agentes prestadores.
La ley de Seguridad y Salud en el Trabajo, tiene 54 años, es anacrónica y no responde a la realidad del mundo del trabajo. Necesitamos, que esta ley sea reformada y en especial se ponga énfasis en su aplicación, en el rol de las mutuales y la calificación de enfermedades.
Desde la implementación del modelo de pensiones en la dictadura, que se afirma en los principios neoliberales, nos hemos visto enfrentados al crecimiento descontrolado del individualismo en nuestra sociedad.
Hoy buscamos un sistema donde aporten gobierno, empresarios y trabajadores, al objetivo de mejorar las pensiones, y avanzar hacia una sociedad donde el colectivismo nos permita construir una sociedad más justa.
El sistema mixto de pensiones, implica poner en el centro a las y los trabajadores y contribuir a que la jubilación se transforme en un derecho social completo, para que nunca más nuestros jubilados tengan que salir a trabajar para poder comer o costear sus medicamentos.
El proyecto se hace cargo de eliminar las brechas directas que ha establecido el actual sistema, respecto a las expectativas de vida y el cálculo de la pensión, pero también de las brechas indirectas y acá es donde la reforma se hace real, acá es donde el colectivismo supera a lo individual.
Porque somos todos los trabajadores los que vamos a aportar a mejorar las pensiones de las mujeres que han dejado de trabajar o han dedicado parte de su vida al cuidado de terceros o a las mujeres que han tenido lagunas laborales por maternidad, acá es donde como sociedad nos hacemos cargo de estas brechas que se generan entre la pensión de un hombre y de una mujer, acá es donde se demuestra que la sociedad colectivamente es mucho más fuerte que el individualismo implantado por el modelo actual.
Si bien la propuesta de reforma previsional, presentada por el gobierno nos presenta un escenario en que los pensionados, sumando el aporte individual, PGU y lo entregado por el seguro social dejarán de estar bajo la línea de la pobreza, creemos que la reforma debe apuntar a que ningún pensionado esté bajo la línea del salario mínimo.
El 6% debiese ser repartido proporcionalmente al monto de la pensión recibida y complementar con los otros beneficios que entregará el seguro social respecto a las brechas de género, las lagunas previsionales, las labores de cuidado, entre otros. Desde la central creemos que la justicia social parte por beneficiar a los que han vivido toda una vida de precarización laboral.
Es el momento de alcanzar un pacto fiscal, que no solo genere crecimiento para las grandes empresas del país, sino que también promueva el desarrollo efectivo de las condiciones de vida de todos los ciudadanos de Chile, contexto donde las y los trabajadores tenemos un papel fundamental.
En la mayoría de los países desarrollados, los derechos sociales básicos como salud, educación y pensiones son parte de la recaudación tributaria, mientras que en Chile fueron privatizados en beneficio de las grandes empresas y grupos económicos, sin cumplir los fines centrales de bienestar social que se garantiza en otros países.
La derecha se opone en el parlamento a una reforma tributaria que solo afecta al 3% de los contribuyentes es decir al segmento con más ingresos del país, que, aunque poco, son los que concentran el poder económico, mediático y político.
El empleo está en crisis, hay un fomento a la informalidad del trabajo, potenciada por la naturaleza del modelo neoliberal, que solo precariza el empleo, desprotegiendo a las y los trabajadores. Proyectando solo aumento de brechas salariales, sueldos inestables, desprotección social, en resumen, retrocedemos. Es por ello que debemos intervenir en el cambio de la política económica de Chile, y sumar a las y los trabajadores en los procesos de cambios.
Se debe considerar una propuesta que redefina un nuevo rol del Estado, en cuanto a ser más robusto y activo en la economía y la sociedad chilena. Necesitamos un Estado que sea capaz de garantizar los derechos ciudadanos y de tomar un rol mayor en el aspecto económico del país, desde un polo de desarrollo de la industria nacional, fomentando la formalidad laboral.
Hoy más que nunca debemos luchar porque el trabajo decente sea nuestro paraguas, sea el principio que entregue un nuevo rumbo y construya un nuevo paradigma del mundo del trabajo, que se contraponga a los acuerdos internacionales que no nos dejan crecer como el país que queremos.
Nuestra central ha luchado por el cambio de la política económica de Chile, para cambiar del actual modelo económico extractivista y de servicios, con lógica neoliberal a un nuevo modelo que nos lleve a transitar hacia el desarrollo económico, permitiéndonos construir un país más justo y solidario.
Los cambios en el mundo laboral y los modos de producción deben transitar de la mano de justicia social.
Ante las nuevas formas y modelos de trabajo debemos construir una propuesta con las garantías mínimas que establezcan aquellas condiciones que deben garantizar los cambios con una transición justa, más allá del concepto ambiental que implica la transición justa.
Porque no se debe tratar solo de vincular este fenómeno con la descarbonización de la matriz energética, o solo de establecer un neoliberalismo sin carbón.
Se trata de transitar a otra economía que abandone la mirada financiera, avanzando hacia un modelo económico que ponga al centro un sistema productivo basado en el trabajo decente, con un impacto positivo en las comunidades y una justa distribución de los recursos.
Para poder avanzar debemos considerar la incorporación de nuevas tecnologías, la optimización de procesos y la inteligencia artificial, los efectos del cambio climático, los impactos y costos que exige el nuevo escenario, deben ser acordados con los sindicatos.
Desde la central señalamos que los cambios en los modelos, bajo una transición justa deben considerar a lo menos:
- – La rebaja de horario laboral.
- – Contar con salarios que permitan una vida digna.
- – La promoción de la libertad sindical.
Compañeros y compañeras debemos cerrar un ciclo. El congreso 2020, señaló un camino, elaboramos una propuesta constitucional desde las propias bases a través de nuestras secretarias ramales que fueron sistematizadas por una comisión de profesionales liderados por Juan Somavia y que puso al centro, el trabajo decente como eje fundamental y articulador de la nuestra propuesta constitucional. Reconocemos también a los y las dirigentes sindicales que, sabiendo de todas las dificultades, levantaron y trabajaron fuertemente por sus candidaturas a convencionales.
Así destacamos que fuimos capaces de sostener nuestra estrategia a pesar de la derrota electoral, por ello impulsamos una iniciativa popular de norma que reunió más de 17 mil firmas y que nos permitió tener legitimidad para exponer en todas las comisiones de la convención.
Hoy en día Ya se construyó un acuerdo para realizar un nuevo proceso constituyente con convencionales electos y expertos que acompañen el proceso. Y veremos como actuaremos frente a esta realidad.
Pese a la derrota sufrida el 4 de septiembre, lo estratégico es que el proceso constituyente se mantiene. Fuimos y seremos actores relevantes e influyentes en la creación del proceso pasado y lo seremos aún más en construcción de este nuevo texto. MÁS ALLÁ DE LO FIRMADO POR LOS PARTIDOS
No renunciaremos al trabajo decente, y a garantizar los derechos sociales.
Hoy tenemos la gran oportunidad como organización de poder incidir en la opinión de las y los trabajadores chilenos. Nuestro trabajo debe estar en la calle, en los territorios, hablando con la gente, enseñando. Los que estamos acá manejamos el lenguaje político y sindical es nuestro deber como dirigentes y dirigentas que ese conocimiento se traspase a las bases, porque si queremos avanzar no podemos seguir hablándonos a nosotros mismos.
Nuestras compañeras cumplen un rol protagónico tanto en el movimiento sindical como en el ámbito laboral, generando riqueza a nuestro país tanto en espacios de trabajo remunerado como no remunerado.
Si bien el movimiento feminista ha avanzado en recoger demandas históricas de las mujeres, logrando visibilizar la lucha de muchas y conquistar derechos inimaginados por nuestras abuelas, aún siguen existiendo otras que permanecen invisibles.
Son muchas las que día a día son golpeadas por la precariedad laboral y la ausencia de Derechos.
Considerando esta realidad, desde la Central Unitaria de Trabajadores se hace urgente visibilizar y poner al centro los Derechos de las mujeres con perspectiva de clase, recogiendo las demandas de las organizaciones feministas, pero poniendo el acento en las necesidades apremiantes de las mujeres trabajadoras, las que, están siendo golpeadas fuertemente por empleos precarios y condiciones de vida vulnerables. Esto, a pesar de que ellas son una base importante de la economía del país.
Hoy tenemos que restablecer las alianzas bajo una política clara de con quienes podemos y debemos construir un nuevo tejido social.
El nuevo movimiento social debe tener como centro organizacional los pobladores y allegados, las juntas vecinales, las organizaciones estudiantiles, las de derechos humanos y los partidos políticos, esto sin descartar hacer alianzas con otros actores políticos y sociales espirituales o territoriales, así como también con los gobiernos locales como los municipios.
El rol de nuestra central es asumir colectivamente la responsabilidad política y social que tenemos con la clase trabajadora.
Seguiremos fortaleciendo la CUT, esto implica fortalecer nuestras territoriales y el vínculo con nuestras afiliadas, darles más cuerpo a los consejos ramales, donde podemos invitar a organizaciones, no solo afiliadas a la CUT, sino que ampliar la mirada. Debemos apoyar las secretarias y ver qué es lo que debemos hacer para fortalecerlas.
La formación y capacitación de nuevos dirigentes sindicales debe ser parte de la política de acción de la Central. Es necesario fortalecer nuestro rol de formadores, para transmitir el espíritu, la lucha y la historia del sindicalismo y sobre todo lo que es el sindicalismo socio-político, pensando en la nueva generación de dirigentes y dirigentas.
Estamos aquí para construir un sindicalismo ligado a la concepción de los trabajadores como actores principales en la lucha por las demandas reivindicativas de los derechos laborales, pero también, como parte de las luchas sociales y políticas.
Chile es un país muy desigual, la riqueza se concentra solo en unos pocos. Es ahí donde el sindicalismo juega un rol esencial en la justa distribución de la riqueza que generan las empresas, esto a través de nuestra herramienta principal que es la negociación colectiva y avanzaremos hacia la negociación ramal.
Es en este sentido que ratificamos el rol de la CUT sobre la generación de opinión e incidir en la política, ya que tanto el Gobierno como el Parlamento, son espacios de construcción de políticas públicas y las y los trabajadores no podemos quedar excluidos de esa construcción.
Pero lo más urgente en esta perspectiva es superar el apoliticismo, el individualismo, y el asistencialismo, que han calado hondo en los sindicatos y en particular en muchos de los y las dirigentes sindicales.
No avanzar en ese camino, es regalarles el sindicato a los sectores de ultraderecha que señalan que trabajadores y trabajadoras no deben participar en política y solo deben dedicarse a su rol gremial.
Tenemos la necesidad de superar la concepción gremialista de los sindicatos, que muchas veces quedan atrapados en una visión estrecha, para solo desarrollar una visión sindical de carácter interno, sin comprender que los problemas mayores se encuentran en temas de país, donde debemos ser actores activos.
Nos preocupa profundamente, la fragmentación social y de los partidos políticos.
El mundo del trabajo no es estático, es un organismo vivo, donde siempre están transitando trabajadores y trabajadoras, en especial quienes ingresan al mundo laboral. Las y los trabajadores jóvenes, mantienen ese discurso apolítico y no se sienten parte de la clase trabajadora.
Hacemos un llamado y les decimos a esos trabajadores jóvenes que luchan por las justicias y velan por los derechos de sus compañeros y compañeras. Que el colectivo, la unión y la cohesión nos hacen más fuerte. Conversemos con ellos, abramos los diálogos, mostrémosles sus derechos, que nadie los vulnere, que absorban nuestro legado, para que la clase trabajadora se perpetúe valiente y fuerte.
Debemos mirar atrás y recordar porque estamos acá, porque tomamos el camino de ser dirigentes y dirigentas sindicales.
Debemos recuperar nuestra memoria y transmitirla, porque somos parte de la historia de Chile, la historia de Chile se ha construido con la clase trabajadora.
No debemos olvidar que siempre hemos estado en la primeria línea y por ello, hemos sido amedrentados, perseguidos y torturados, tenemos muchos compañeros y compañeras que fueron desaparecidos, solo por el hecho de pensar y proteger a nuestra clase trabajadora.
Cuando llegó la Dictadura, para querer desaparecernos, nos quitaron nuestros derechos, derecho a la libertad sindical, a huelga, a representación sectorial. Respaldados en el modelo neoliberal – que se contrapone al colectivismo – fueron minimizando los derechos laborales. En otras palabras, quitarnos nuestros derechos laborales es una vulneración a los derechos humanos de todas y todos los trabajadores de este país, y muchos no están conscientes de eso.
Como dirigentes y dirigentas, es que hoy somos llamados a traspasar y recuperar la memoria de la clase trabajadora, para así seguir dando la lucha por restablecer nuestros derechos fundamentales.
Vamos a reivindicar los derechos de las y los trabajadores, empujando las transformaciones que nuestro pueblo sigue reclamando para el bienestar de ellos y nuestras familias.
Recuperaremos la memoria de la clase trabajadora y estaremos orgullosos de ser parte de ella, reconociendo así nuestros deberes y derechos.
Y vamos a reconquistar los espacios políticos y sociales, vamos impulsar un cambio cultural que humanice el trabajo, donde las garantías mínimas sean parte de la democratización del mundo del trabajo.
Compañeras y compañeros, esta sobre nuestros hombros, una gran responsabilidad, y vamos a ser protagonistas de los cambios que se enfrentamos como sociedad. Como Central y clase trabajadora vamos a reivindicar los espacios que perdimos en el Golpe Militar: titularidad y libertad sindical, derecho a huelga y negociación ramal, vamos a defender el derecho al Trabajo Decente.
Y así compañeros y compañeras vamos a construir todos juntos y cohesionados, una sociedad más justa, más igualitaria con más y mejores derechos para las y los trabajadores de nuestro país.
Muchas gracias !!!!!!
Santiago de Chile, 16 de diciembre 2022
Crónica Digital