Los tipos de cloro de larga duración, como los clorofluorocarbonos (CFC), llevaron al agotamiento de la capa de ozono estratosférico en la década de 1980, la más drásticamente observada en la Antártida.
Después de la introducción del protocolo de Montreal en 1987, que regulaba las emisiones de sustancias que agotan el O3, ese elemento comenzó a recuperarse en la estratósfera y se prevé que volverá a los niveles anteriores a 1980 en la segunda mitad de este siglo.
Se prevé que el agujero de ozono en la Antártida se recupere completamente entre 2046 y 2057; sin embargo, las concentraciones atmosféricas de diclorometano -una sustancia no regulada por el Protocolo de Montreal- han aumentado en los últimos años y podrían contribuir a la pérdida de ozono, declaró Ryan Hossaini, del Centro de Medio Ambiente de la Universidad de Lancaster.
El experto explicó que el diclorometano es una sustancia química que produce agotamiento del ozono y tiene una variedad de aplicaciones industriales.
A diferencia de los CFC y gases semejantes de larga vida que son responsables de la mayoría de la pérdida de la capa de ozono, el diclorometano tiene una vida atmosférica corta, por lo que no ha sido controlado por el Protocolo de Montreal, apuntó.
Hossaini advirtió que, a pesar de ello, el aumento de la producción ha llevado a un rápido incremento de su concentración atmosférica durante la última década.
Londres, 28 de junio 2017
Crónica Digital /PL