Las primeras horas de navegación a bordo del ferry Yaghan, en travesía hacia Puerto Williams, regalan un prodigioso espectáculo de montañas cubiertas de nubes adornadas con tintes ocres y rojizos.
El solo se desvanece y los colores que adornan el firmamento se antojan inverosímiles.
Para resistir los últimos instantes en cubierta, hay que redoblar los abrigos. Un ventisca con tonos nevados se asoma en el horizonte, pero el deseo de no perderse tamaño espectáculo amerita la resistencia.
Brendan, un freelancer irlandés que nos acompaña en la travesía, está impactado por el panorama colorido de los paisajes. A nuestra izquierda un cinturón rojizo señala Tierra del Fuego.
Capricho de la naturaleza, porque en realidad fue llamada así por Hernando de Magallanes al percatarse de las hogueras que constantemente prendían los indígenas de la zona.
La ruta de Darwin en los archipiélagos de Cabo de Hornos, me advierte Fabián, uno de los expertos y organizadores de la expedición científica y de prensa de la que somos partes.
Las luces de Punta Arenas, la capital de la Región de Magallanes y la Antártica chilena comienzan a languidecer en la misma medida en que avanza el Yaghan. En la madrugada entramos en la zona de los glaciares.
Son 303 millas náuticas de trayecto y como nos advierte el capitán de la embarcación, 32 horas sobre el Estrecho de Magallanes si las condiciones del clima lo permiten.
La pasada por los glaciares antárticos es grandiosa, pero también el amanecer en esta navegación que coquetea con el océano Pacífico, nos muestra de lejos a Ushuaia, Argentina, y borde la cordillera Darwin.
Es la misma de los Andes, pero en honor al naturalista e investigador inglés, en estos parajes, con todo el derecho de los dueños del fin del mundo, la llaman Darwin.
Si Argentina tiene a Ushuaia, que se precia de ser el poblado austral más extremo, a Chile no le falta razón al enarbolar a Punta Arenas y Puerto Williams, si bien más allá de estos tres sitios hay varios asentamientos.
El doctor Ricardo Rozzi no pierde ocasión para transmitirnos su entusiasmo. La Reserva de la Biosfera de Cabo de Hornos no sólo es su marca de identidad, sino en especial, una suerte de e espejo de lo que puede ser el cambio climático en el mundo.
Por Fausto Triana
Santiago de Chile, 21 de abril 2017
Crónica Digital /PL