Para algunos estos serían fenómenos derivados del malestar ciudadano con los políticos, con demandas insatisfechas y escasas perspectivas de respuestas en el marco de la institucionalidad, y, en definitiva, el desencanto y desconfianza en la democracia.
Es evidente que muchos estiman que el presente entramado de partidos, poderes y autoridades, el juego de las alianzas y compromisos democráticos, los marcos de los programas políticos existentes mas bien constituye una camisa de fuerzas al futuro que imaginan y proponen.
Y se proponen, basta leer sus arengas y consignas, y ello está en los principios de sus objetivos doctrinales y su estrategia, confrontarse con la “izquierda tradicional” (algo así como “los viejos”, en una repetición de la lucha generacional) separar aguas, ser una alternativa, de ninguna manera una suma de fuerzas para objetivos comunes de reforma.
Las acusaciones de “reformismo”, de “traición a los principios”, de “entreguismo”, no escasean en su lenguaje.
Sería la hora de saltarse las barreras, los límites de la legalidad o los “buenos modales”, rebelarse contras la normas, demoler los cimientos de las estructuras burguesas, ir más allá de lo meramente posible, avanzar sin transar, enarbolar la pancarta atractiva pero ingenua del “seamos realistas pidamos lo imposible”, o mejor, que “se vayan todos” o la anárquica y suicida ”tanto peor, tanto mejor” y otras publicitadas arengas del sinsentido político.
Lo cierto es que no falta razón para estar insatisfechos y molestos. Y de pedirles cuenta a los políticos, a las elites sociales, empresariales y hasta espirituales del país, de las cuales muchos de rebeldes vociferantes provienen, responsables del actual estado de cosas.
Pero como políticos que son no deben olvidar la historia del movimiento político y social por la democracia. Una historia que no comienza con un acontecimiento social de magnitud como los “pingüinos” o un grupo de “iluminados” que creen haber descubrieron hoy el sentido moral de los derechos del pueblo y el deber de luchar por sus demandas.
La historia de Chile y de su movimiento por la democracia y los derechos humanos, por los derechos económicos, políticos y sociales del pueblo, no se inicia en 2011, ni siquiera en 1973, ni en 1970, aunque se trate de fechas señeras.
Eso se inició, en un sentido político moderno, quizás con Francisco Bilbao, o en su orientación reivindicativo obrero, con Luis Emilio Recabarren y en la etapa contemporánea, por supuesto, con Salvador Allende, Bernardo Leighton y Radomiro Tomic, Eduardo Frei Montalva, Miguel Henríquez, el general Carlos Prats, solo por nombrar a algunos.
La recuperación de la democracia, imperfecta quizás por ahora es preciso reconocer, perfectible por esencia, encabezada por liderazgos, fuerzas y una combinación histórica de estrategias políticas, sociales y éticas transversales tras la negra etapa de la dictadura de Pinochet, fue una prueba de fuego para el pueblo chileno, sus fuerzas políticas, sus combatientes insurgentes, y las organizaciones sociales que supieron sumar sus esfuerzos, tensar sus músculos en torno a un objetivo central, derrotar a la dictadura e iniciar el retorno del país a la democracia.
Por cierto no para aceptar los amarres de la dictadura y la derecha política y económica, para eternizar su modelo institucional y empresarial heredado de la tiranía y quienes la instalaron y sostuvieron.
El camino ha sido largo y es necesario tenerlo en cuenta al proponernos los caminos a recorrer a partir del hoy construido con tanto esfuerzo. Pero no reconocer el proceso de lucha-avances y retrocesos, es más que un desconocimiento de un pasado respetable, sino un intento artero de tergiversar la historia.
Por cierto hoy caben todos los proyectos, los sueños, las utopías. De lo contrario no habría desarrollo, progreso, avances.
Una combinación dialéctica de consolidación de lo avanzado y la propuesta de nuevas metas, apoyadas en la movilización y demandas que se ponen en la orden del día social y político, sostenidas por la voluntad de cambio del pueblo real, no del solo imaginado, es una tarea para el presente y el futuro.
En un sentido amplio, en el escenario de hoy caben fuerzas, ideas, proyectos más allá de la Nueva Mayoría. Solo que si hablamos del proyectado Frente Amplio en perspectiva de formación, u otros proyectos rupturistas y refundacionales en carpeta en este año electoral, no es aceptable ni conveniente para Chile y su futuro desconocer los logros históricos de la actual coalición de gobierno y el objetivo confeso de pretender dividir, desalentar, desmoralizar, descomponer sus fuerzas políticas.
Si el resultado de la estrategia conocida de algunos de los principales impulsores del Frente Amplio fuera en primer lugar derrotar los objetivos políticos y sociales de la coyuntura actual del actual bloque oficialista, lo que se produciría es objetivamente una contribución, “desde la izquierda”, a quienes dentro y fuera del mismo, buscan su desmoronamiento y destrucción como referente de la centro izquierda y perspectiva del desarrollo social, de las reformas y del avance democrático.
La consecuencia, además sería destruir, fragmentar las organizaciones populares y sus capacidades de contribución a a los procesos de reforma y cambio en desarrollo y a los que se perfilen en el futuro.
Todo ello en beneficio objetivo, indesmentible, de los intereses políticos, económicos y sociales de la Derecha política chileno y su estrategia de desalojar a los sectores democráticos de los espacios de poder institucionales, en primer lugar del gobierno y del poder legislativo.
Es decir ser “un aporte” objetivo y efectivo para la estrategia de la derecha política y económica de la “ocupación” total =totalitaria en realidad=_del país y su institucionalidad, por una vía más pacífica, pero no menos brutal, que el 11 de septiembre de 1973.
De manera que estamos advertidos.
Por Marcel Garcés Muñoz
Director de Crónica Digital
Santiago de chile, 14 de enero 2017
Crónica Digital
Me parese correcto su analisis,partiendo de la idea dela existencia de nuevos partidos, que hiso posible el termino del vinominal y la proyeccion de los nuevos partidos que sean creado,producto de esta realidad que fue un proyecto que con mucha fuersa impulso Gladys,Volodia y otros, me parese que fue un acierto, lo cuestinable de esto que se hayan contituido para golpiar al PC que a mi juicio el que mas boga por ir lo mas lejos hacia una demogracia popular, un partido sin corruptos,sin coluciones, con las manos limpias, podrian atacar a la derecha neofacista que son los responsable de la mayor parte de los ilisitos.Podriamos preguntarles a quien veneficia ese anticomunismo viseral? tambien podriamos pensar que coalisiones con tantas siclas tendrian una buena capacidad de sintises, lo que veo es una tendencia al Bigbam, es bueno recordar una palabra de Fidel que dise “Revolucion significa sumar” la politica del todo o nada es reaccionaria, unir es sumar, quiero desir tambien que hacer cambios , modificar, reformar, en las condiciones actuales es un avance,los actuales partidos de isquerda tienen que limpiarse de los corruptos y los nuevos partidos elijan legisladores que ayuden a profundisar la demogracia.
Concuerdo con el artîculo y agrego que un Frente para salvaguardar y profundizar la democracia; para velar por los intereses de un pueblo discriminado y excluido; un Frente que busque la Independencia de una Patria soberana debe iniciarse con aglutinar a todos los sectores polîticos y sociales dispuestos sanamente a conversar sobre un Programa que aglutine y no siga dispersando a una izquierda obstusa e irresponsable que en la practica solo posterga y favorece a la oligarquia. No es posible que grupos, grupitos o individualidades hablen de un Frente iniciando sus actividades despotricando o pidiendo cuentas a los que mañana pudieran ser parte de ese Frente.