A 40 años del secuestro y desaparición de María Galindo Ramírez, un 22 de julio de 1976, su familia, amigos y ex camaradas le rindieron un emotivo homenaje en Villa Grimaldi, inaugurando una placa en su memoria. En este lugar se pierde el rastro de esta joven sindicalista, dirigente de la Juventud Obrera Católica y militante del MIR, que luchaba por la reorganización del movimiento sindical.
Al momento de su captura por la DINA, la joven secretaria María Galindo operaba desde la clandestinidad empeñada en reagrupar a dirigentes y trabajadores de base, para contribuir a la reanimación de la lucha sindical. En San Pedro, 8va Región, había sido dirigenta del sindicato de la Pesquera Boca Sur y esa experiencia trataba de aplicarla al trabajo que le habían encomendado.
La periodista Lucía Sepúlveda la recuerda en esos afanes: “en la clandestinidad se llamaba“Renata” y buscaba reconectar y organizar gente en el movimiento sindical, en conjunto con Luis Riquelme, “El Yeti”, un ex dirigente de la Federación del Metal. Ese año se habían realizado actos para el 1º de Mayo y actividades de propaganda. Con ella hacíamos los volantes para estas actividades, en una precariedad tremenda porque en esos años todavía la gente estaba muy atemorizada. Ella desempeñaba estas tareas con un consecuencia y valentía muy grande”, recuerda Lucía.
La consecuencia de María es algo que también rescata el dirigente Manuel Aguilar, presidente del sindicato A Luchar – Lautaro, que agrupa a trabajadores del Transantiago. Vinculado familiarmente con María, asistió al homenaje con su uniforme de trabajo. “La lucha de ella está más vigente que nunca, -afirma Manuel-, sigue pendiente y como tarea del momento la reconstrucción, desde abajo, del mundo sindical, rescatando organizaciones que están incluso en manos de la patronal. Necesitamos sindicatos clasistas donde sean las bases, las asambleas, los trabajadores más consecuentes los que lleven la batuta. Que sean los mismos trabajadores los que vayan avanzando con una perspectiva política y sindical. Debemos reconstruir el legado histórico, hermoso, de lucha consecuente de compañeras como María que estuvo dispuesta a rendir la vida en favor de los trabajadores. Hay que comenzar de nuevo a soñar, porque si no soñamos y no creemos en algo mejor estamos sonados”, finaliza el dirigente.
El martirio de María Galindo en Villa Grimaldi fue atroz. Pero la memoria no puede quedarse solo en el horror, sino que debe rescatar a las personas, con sus anhelos y sus luchas. Estableciendo el vínculo entre el pasado y un presente de afanes y demandas tan parecidas, tan pendientes como las que motivaron a María a luchar haciendo frente al terrorismo de Estado.
El domingo 24 de julio, miles de trabajadoras y trabajadores salieron a las calles de todo Chile a protestar en contra del sistema de AFPs que condena a los jubilados a vivir con pensiones de hambre. Sin duda algo de los sueños y afanes de la valerosa María Galindo iba en aquel torrente humano.
Inauguración de placa de homenaje en Villa Grimaldi