Si bien le queda una semana para entregar la nómina, Juan Antonio Pizzi ya definió a sus 23 convocados de cara a la Copa América Centenario, la que se disputará en Estados Unidos el próximo mes. Son pocas las sorpresas dentro de ésta y sería mejor que hubiese más.
Hace algunos años se viene hablando del imperativo recambio que debe hacer la selección chilena de fútbol, pues en un proceso que lleva nueve años, pasó de ser la más joven a la que posee el promedio más alto dentro de Sudamérica (28 años). La línea medular que contiene a los titulares indiscutidos del “equipo de todos” es sin duda el reflejo del éxito y la superación deportiva -y por qué no social-.
Independiente del cambio de técnico a inicios de este año, la lista de futbolistas no ha variado radicalmente, tema que no preocupa por el hecho de que no se convoque a los más aptos u óptimos, sino por la falta de un desarrollo en términos de la suplencia y el fútbol joven. Llevamos bastante tiempo cosechando malos resultados en los combinados inferiores, los cuales aspiran a ser como los jugadores que estamos -implícitamente- nombrando.
Este torneo, irrelevante por su origen, es la gran oportunidad de convocar a nuevos jugadores, realizar diferentes dibujos tácticos, manejar un abanico de oportunidades más holgadas y transmitir la experiencia práctica a los “nuevos” de la forma que más importa: dentro de la cancha. No hay dudas de que la Copa América Centenario es un producto mercantil, inventado por las grandes empresas que buscan una tremenda ganancia con los derechos televisivos, como los ingresos que conlleva organizarla en un país que derrocha exitismo en su modo de mostrarse al mundo.
La crítica no implica excluir a todos los nominados que estén haciendo su trabajo de modo excepcional, sólo se exige la inclusión de baluartes que no se hayan visto anteriormente y que merezcan un puesto en la selección. No significa improvisar ni mucho menos restarle importancia al evento, pues si bien es intrascendente en términos de procedencia y nivel futbolístico, el carácter valioso que tiene se da por lo ya expuesto: las variantes. A partir del Mundial de Brasil 2014, la línea medular (entiéndase Bravo, Medel, Díaz, Jara, Isla, Vidal, Sánchez, Vargas y el que usted estime como tal) no ha tenido vacaciones, considerando que jugaron -y ganaron- la Copa América el año pasado y nuevamente son “privados” de su descanso.
La medida que se ha solicitado no sólo a “Macanudo”, sino también en su tiempo a Sampaoli, busca proyectar un trabajo en vista de lo que le espera a la “Roja”: las 12 fechas restantes de las Clasificatorias al Mundial de Rusia 2018. Se comprende que en esos partidos es difícil innovar y probar. No obstante, como ya se “estableció” la nómina, habrá que seguir esperando. Aguardando tal vez la renovación en un futuro próximo, o una recapacitación del nuevo líder de un conjunto de hombres que pierde vigencia poco a poco, pero capaz de entregar mucho más aún. Espero que las ‘grandes sorpresas’ -Puch, Meneses, Hernández, Castillo y Roco- sean un buen reemplazo, además de una ratificación de todo lo anteriormente dicho.
Por Vicente Vásquez Feres
Crónica Digital, 13 de Mayo 2016