El asesinato de dos periodistas en Virginia, Estados Unidos, durante una entrevista de televisión en vivo, muestra el lado oscuro de la creciente violencia armada en este país, señala hoy un editorial del diario The New York Times.
Resulta un hecho horrible la facilidad con que los ciudadanos pueden adquirir armas en este país, donde los políticos ignoran la dura realidad de que un tercio de la población posee un estimado de 300 millones de esos artefactos, un per cápita muy superior a cualquier otro país desarrollado, añade el rotativo.
Las consecuencias de esta situación se evidenciaron en macabros tiroteos en escuelas, iglesias, teatros y centros de trabajo en años recientes.
Según el Times, a pesar de esta situación los líderes partidistas, en particular los republicanos, se doblegan ante quienes cabildean a favor de la tenencia de las armas y debilitan las medidas para controlarlas en lugar de fortalecerlas.
Para las estadísticas de este país, la balacera en Virginia fue una rutina: tres muertos incluyendo al autor del crimen, pero lo más preocupante fue el hecho de que el asesino grabó, transmitió el video del asesinato en las redes sociales y alertó a sus seguidores para que lo observaran, acota el editorial.
En la mañana de ayer, Vester Lee Flanagan disparó y mató a dos de sus colegas de una televisora local: la periodista Alison Parker y al camarógrafo Adam Ward, durante un programa en vivo que se transmitía desde un centro comercial de la localidad de Moneta, estado de Virginia, y se suicidó horas después.
El 19 de agosto pasado, durante un tiroteo en la localidad de Rochester, Nueva York, murieron tres personas y otras cuatro resultaron heridas, cuando un individuo disparó desde un automóvil en marcha.
Una acción similar ocurrió el 23 de julio en un cine en Lafayette, estado de Louisiana, donde murieron dos personas, entre ellas el atacante que se suicidó, y otras nueve resultaron heridas.
En una iglesia de Charleston, Carolina del Sur, el 17 de junio un joven blanco mató a tiros a nueve afroamericanos, hecho que reavivó el debate sobre la creciente violencia en Estados Unidos en los recientes años, donde tuvieron lugar más de 50 masacres con armas de fuego en instituciones civiles y militares desde 2009.
Una de las más notorias ocurrió en diciembre de 2012 en una escuela de Newtown, Connecticut, en la que murieron 20 niños y seis adultos.