La prolongada paralización de actividades que registra la Universidad de Chile durante el último período evidencia un trasfondo que va mucho más allá de la serie de asuntos aparentemente coyunturales de los que ha dado cuenta la prensa.
Que un ascensor de la Facultad de Artes descendió siete pisos con personas a bordo y las puertas abiertas, activándose un freno de emergencia que dejó lesionados, es verdad. Que las dependencias del Servicio Médico y Dental presentan graves problemas de infraestructura en los campus Antumapu, Juan Gómez Millas y Beauchef, también es cierto. Tanto, como que en la Facultad de Ciencias Sociales se entregan actualmente 50 becas de alimentación para un universo superior a los 2.000 estudiantes.
Se trata de problemas particularmente delicados, pero lo que no se dice es qué hay detrás. En el primer caso, el desperfecto técnico que derivó en un mes de licencia y reposo para las víctimas tiene como interlocutor a una empresa ajena a la casa de estudios, ya que las autoridades decidieron ubicar las tareas de mantención en el área de actividades externalizadas. Lo propio ocurre en la Casa de Bello en materia de subcontratación de trabajadores; cuando éstos se organizaron para demandar mejoras en sus condiciones laborales, muchos fueron despedidos. En el segundo caso, en tanto, ocurre que la Vicerrectoría de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios enfrenta una deuda que supera los $ 1.300 millones, sin contar la que arrastra de su antecesora Dirección de Bienestar Estudiantil: $ 6.000 millones. Al 30 de abril, además, el Servicio Médico y Dental ha notificado a los trabajadores a contrata el término de su vínculo.
El tercer caso es emblemático. Las vacantes se han duplicado en sólo dos años, como vía para obtener más recursos y autofinanciar las actividades (radio.uchile.cl, 12 de mayo). Mientras todo ello tiene lugar, La Facultad de Economía y Negocios, financiada por la familia Luksic y empresas como Corpbanca y PriceWaterhouseCoopers, toma un rumbo distinto. Dicha repartición académica, cuyo primer decano fuera Pedro Aguirre Cerda, ya redujo en 50% las becas estudiantiles y, orientando las carreras al comercio y no a la economía, hace gala de un exitismo que enarbola el siguiente e impresentable lema: “Facultad de Economía y Negocios, una Universidad con Proyección Internacional”. Funciona con plataformas diferentes a las del resto del plantel, con registros académicos propios, levantando una conexión a Internet de la que priva a los estudiantes de otras carreras y, en el colmo de la burbuja, se financia arrendando sus aulas a otras facultades.
Ese régimen feudal, en el que una repartición está percibiendo ingresos a costa de la carencia de otras, expresa un proceso de atomización del quehacer académico en la principal universidad estatal del país. Esa división creciente, verificada en las últimas décadas no se corresponde en modo alguno con la naturaleza interdisciplinaria del conocimiento científico ni tampoco obedece al concepto de comunidad que ha de sostener e inspirar a una casa de estudios.
Por Academia Libre
Santiago de Chile, 29 de junio 2015
Crónica Digital