El ministro principal de Escocia, Alexander Salmond, parece salir como ganador en la partida de ajedrez en torno al referendo sobre el estatus de esa nación, incluso, en caso de vencer mañana el No.
Salmond logró llevar a la máxima cúpula política británica, ante el avance en las encuestas de los partidarios del Sí en el plebiscito, a un compromiso escrito para conceder más poderes autonómicos, si la mayoría se pronuncia en contra de la separación.
En caso de ganar el Sí, la soberanía sería declarada el 26 de marzo de 2016, pero antes el también dirigente del Partido Nacional Escocés (SNP) deberá involucrarse en una dura negociación sobre la moneda, el petróleo, la deuda externa y el control de fronteras.
Para alejar la opción de una victoria de los soberanistas, el gobierno británico advirtió en todo momento que no habrá posibilidad alguna del empleo común de la libra esterlina.
Además, Edimburgo deberá especificar los términos para la explotación de los yacimientos de crudo y gas frente a sus costas, mientras Londres considera necesario aclarar la repartición de responsabilidades del pago de la deuda externa.
Sin embargo, el avance de los independentistas en la consulta popular de mañana, a la cual están llamados cuatro millones 300 mil residentes en Escocia mayores de 16 años, podría tener serias implicaciones para el primer ministro británico, David Cameron.
Las opciones manejadas por la prensa local van desde su posible dimisión, un voto de confianza en la Cámara de los Comunes o incluso la convocatoria de elecciones anticipadas.
Cameron aparecería como el máximo responsable de la pérdida de Escocia por el Reino Unido, a la que esta atada desde la firma en 1707 del Acta de Unión, pues estuvo de acuerdo en convocar al referendo.
El jefe de Gobierno concilió el plebiscito escocés, en medio del debate para convocar otra consulta a mediados de 2017 sobre la permanencia o salida del Reino Unido de la Unión Europea (UE).
Los escoceses se cuentan entre los mayores partidarios de permanecer en la UE por lo que su independencia dejaría la decisión de 2017 en manos de ingleses, galeses y norirlandeses, menos proclives a mantenerse dentro del bloque europeo, comenta la prensa.
El resultado de un sondeo publicado ayer por la firma ICM muestra un apoyo de 45 por ciento al voto del No y 41 al del Sí, aunque la ventaja es ligeramente mayor para los unionistas, con 52 puntos, en encuestas de Opinium Reserch y Survation, conocidas esta jornada.
Sin embargo, el voto de 8,3 por ciento de indecisos podría inclinar la balanza hacia cualquiera de los dos bandos en las últimas horas antes del referendo, al cual se prevé una asistencia en todo caso superior al 80 por ciento de los empadronados.
De esa forma, se espera una participación superior en un 30 por ciento a cualquier otro proceso electoral regional, lo cual incluiría el voto de habitantes de suburbios de una ciudad como Glasgow, entre los más afectados por los recortes sociales.
Uno de los motores impulsores de la campaña de Si Escocia estribó en su habilidad para vincular al unionismo con la política de austeridad practicada por el gobierno conservador de Cameron, destaca la televisión capitalina.
El referendo en Escocia exacerbó los ánimos o esfuerzos independentistas de otras regiones como Cataluña, donde se pretende convocar una consulta en noviembre, o Flandes.
La culminación de los esfuerzos de uno y otro bando para convencer a los indecisos, horas antes de ir a las urnas, convirtió a Glasgow, histórico bastión del laborismo, en el centro de los debates sobre la soberanía escocesa, impulsada por el SNP.
El exministro de Economía y jefe de la campaña unionista Juntos podemos, Alistair Darling, estimó que la victoria del No permitirá cambios autonómicos más fáciles y rápidos, afirma la cadena pública de televisión BBC.
Salmond, por su lado, prometió que una Escocia soberana sería un cercano amigo, el más seguro y honesto aliado del Reino Unido.
De cualquier forma, Cameron consideró que la independencia escocesa sería un divorcio doloroso, lejos de ser una separación amistosa, aunque los escoceses tendrán mañana la última palabra.
Por Antonio Rondón García
La Habana, 17 de septiembre 2014
Crónica Digital / PL