El propio ministro del ramo, Daniel Salinas, explicó que se pasará de la búsqueda exhaustiva de contagios que las autoridades sanitarias tuvieron como bandera, a rastrear solo a los ‘grandes brotes’ o aquellos que se desencadenan en cárceles, residencias de ancianos y otros espacios sensibles.
Según fuentes del organismo, el anterior sistema funcionó con relativo éxito hasta diciembre, y se mantuvo con altibajos en marzo, pero la transmisión comunitaria exponencial del coronavirus SARS-CoV-2, causante de la enfermedad, obligó a un giro en la estrategia de vigilancia.
El biólogo Matías Arim, doctorado en dinámica de poblaciones y estudio de epidemias, consideró que ‘la renuncia al rastreo, por más saturación, es un error estratégico grave y una manera de dejar que la enfermedad se despliegue en su máxima expresión, en lugar de contener una parte por más mínima que sea’.
Otros expertos apuntaron en este sentido que se reducen las posibilidades de conocer si alguien se contagió en el espacio laboral o en un autobús, y se hace más difícil detectar quienes de los que van a trabajar son positivos asintomáticos.
Uruguay encabeza a los países suramericanos proporcionalmente con más casos de Covid-19 por millón de habitantes.
Montevideo, 24 de abril 2021
Crónica Digital/PL