En pleno periodo de emergencia el empresario Presidente tuvo la desfachatez de pasearse y sacarse fotos en la Plaza de la Dignidad. Necesitó para ello el momento en que toda la gente está en sus casas en cuarentena, militares y Carabineros en la calle, y mientras los chilenos están obligados a escuchar todo tipo de falsedades y decisiones que a las pocas horas son desmentidas por los hechos.
Con la misma sonrisa burlona que utiliza para entregar anuncios irreales y para mentir, esta vez dijo que iba pasando por la Plaza y ”se bajó a saludar a unos militares y a unos carabineros que estaban dirigiendo el tránsito”. Curioso que en un día viernes, hasta hace poco lugar de multitudinarias manifestaciones de protesta en contra de su gobierno pro empresarial, llegará –con evidente y nutrido resguardo- a un lugar que se ha transformado en un símbolo del rechazo a sus políticas y a una gestión ineficiente, deplorable, clasista, autoritaria, represiva y corrupta en toda su dimensión.
En medio de una crisis sanitaria, no solo chilena, sino mundial, Piñera comete una provocación a “la segura”, sobre todo en momentos en que los chilenos requieren de políticas de salud que orienten y tranquilicen. Precisamente, eso es lo que menos existe. Al jefe de Estado ahora le interesa más emitir señales de matón subdesarrollado, que necesita de los militares para tener su tranquilidad y la de su clase.
Uno de los aspectos que ha quedado en evidencia con las movilizaciones y la Pandemia, es el carácter neoliberal a ultranza del gobierno, que hoy tiene en sus manos el destino de Chile. Nunca en la historia de nuestro país, un gobierno tomó decisiones tan nefastas y salvajes para los trabajadores chilenos. Dejar en libertad de acción a los empresarios para que no paguen los sueldos, a raíz de la emergencia; o aceptar que los trabajadores tengan que recurrir a su seguro de desempleo si es que el empresario no les puede pagar; aceptar que las ISAPRES suban el valor de sus planes de salud; aceptar que en una acción repudiable las farmacias doblen o tripliquen sus precios, así como la especulación con los productos; todas ellas son en definitiva decisiones, acciones u omisiones de un gobierno pro empresarial que por principio nunca actuará en favor de la gente de trabajo, hoy empobrecida, o de aquellos marginados por el modelo económico.
Nunca un gobierno, salvo la dictadura cívico militar de Pinochet, había mostrado tanta ineficiencia para administrar a una nación en crisis. Hasta ahora la ciudadanía no entiende cuáles son los criterios para definir las cuarentenas; en unos lugares son parciales, en otras totales, pero con excepciones; se pide a los chilenos que permanezcan en sus casas, pero en las comisarías, en los supermercados, ferias y farmacias las filas son interminables. Se anuncian compras de implementos con anticipación y el Ministerio de Salud lo desmiente. Se informa sobre la cantidad de infectados y los expertos entregan otras cifras y pronósticos negativos.
Pero en definitiva, es preciso reiterar, solo los y las trabajadoras, los pobladores, los adultos mayores, y los sectores medios empobrecidos, entre otros muchos, han sido los más perjudicados por las decisiones del gobierno y su modelo de capitalismo salvaje, en el que se decide acorde con el mercado y con los márgenes de ganancia. Son los grandes empresarios quienes autorizan las políticas laborales, son ellos quienes determinan el curso de las políticas oficiales, son ellos quienes demandan reprimir a la ciudadanía para la tranquilidad de su actividad productiva. En este marco, el ser humano es un número, una cosa que tiene que generar ganancias, la salud de las personas no es lo importante, no es raro entonces que el titular de Salud sostenga que “la idea no es que la gente se contagie de una vez, sino de a poquito”.
Desde diversos sectores y en la mayoría de la población, la presencia de Piñera en el lugar donde se asesinó, se violentó a mujeres, se causó lesiones para toda la vida a cientos de jóvenes, no solo constituyó una provocación absurda, grosera y de mala clase, sino una afrenta al país y a los propios familiares de las víctimas.
Se ha insistido en que Piñera no está a la altura de las circunstancias, hecho que se puede apreciar en discursos y actuaciones públicas; sin embargo, ha cumplido un eficiente rol para los grandes empresarios quienes, con la recesión mundial que está en curso, seguirán perjudicando a los trabajadores, con medidas avaladas por el gobierno neoliberal.
Los trabajadores de las empresas privadas y públicas, los sectores medios y todos los marginados por el modelo neoliberal, no deben olvidar que en todos los años de esta llamada democracia formal nada ha cambiado; la salud no está a la altura de las necesidades, las AFP permanecen más vivas que nunca, la educación es cada vez más clasista y sin calidad, los sueldos y salarios son indignos y en momentos de crisis, como la pandemia actual, la gente de escasos recursos es la más afectada.
Ante este cuadro poco auspicioso, se requiere cuidado y responsabilidad con nuestro entorno y guardar todas las energías para cuando sea el momento de luchar.
Por Osvaldo Zamorano
Periodista
Doctor en Ciencias Políticas
Santiago de Chile, 5 de abril 2020
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