El año 2018 comienza a despedirse de las horas, de los días y de los meses para seguir las huellas del tiempo y renacer de las cenizas y en los juegos artificiales. En su eterno renacimiento llegará de las manos del tiempo alegre como un día de fiesta, aprontándose para llevarnos en un devenir por caminos que nos llevarán a las cuatros estaciones que el tiempo tiene en los andenes de la vida. Y nos dejarán en el andén del amor, en el del desamor, y en espacios en los que habitan sueños e ilusiones, penas y alegrías.
Sucede que cuando el año que ya se siente viejo y en un afán de renovación milenaria se pone ropas nuevas para luego esconderse en una esquina de la calle en la que vives. Esperando y aguardando a que el reloj dé las doce campanadas para salir al encuentro de las gentes recordándoles que el tiempo presente es el capítulo inacabado del pasado y el preludio impreciso del futuro. Que la vida son los momentos suspendidos en los laberintos del tiempo y que tienes que vivir intensamente porque puede ser el último año nuevo de tu vida.
Cuando llegue la hora señalada por el año en la última página, el último mes, día y hora del calendario, el reloj dará las campanadas que anunciarán la llegada del año nuevo. La noche vieja se irá en busca de las huellas que va dejando el paso del tiempo. Entonces el año nuevo dando un salto de acróbata ilusionista, llegará ante nosotros en medio de la algarabía de las gentes y de los juegos artificiales para no perderse cuando susurremos los deseos que esperamos que nos traiga el nuevo año. Deseos e ilusiones presentes en las lentejas de la esperanza, en cada una de las 12 uvas de sueños futuros..
Nos encontrará alegres y con el alma soñando futuro. La cava, el champaña y el vino deslizándose por las gargantas, dará aroma y sabor a la alegría de un nuevo año. Entonces el Año Nuevo nos dirá que las palabras que aún no se han dicho, serán las que se dirán un día. Estarán en las voces de los poetas, cantantes, escritores, artistas. En las voces de las gentes y que aun viven con la ilusión de que un mundo mejor es posible. Ojalá que el tiempo no le gane al olvido.
Mientras nosotros celebramos y recibimos al año Nuevo, recordando a los que ya se fueron a otros espacios estelares y a los que están en otras latitudes. Entonces en medio de los abrazos, besos, alegría, risas, y quizás algunas lágrimas, sabrás que el tiempo son las horas abrazadas a los años en su eterno afán de renovación milenaria. A través de las sutiles cortinas del tiempo, más allá de las tenues neblinas milenarias, más allá de la inmortalidad de las horas eternas. El árbol de la vida se vestirá de ilusiones nuevas y en el rostro de la noche nacerá una flor
Feliz y buen año 2019 queridos @s compañeros@s, amigos@s.
Santiago de Chile, 31 de diciembre 2018
Crónica Digital