Por Cristóbal Chávez Bravo
No importa el impregnante hollín de los escombros, el inclemente sol que engaña entre las nubes costeras o la latente tufarada de humo, los sobrevivientes de la Villa Independencia, una de las zonas más afectadas por los incendios en la región de Valparaíso, no esperaron la ayuda estatal ni recomponerse anímicamente para reconstruir sus extintos hogares: la resiliencia chilena frente a las catástrofes.
El crepitar de los pasos de Luis Vial entre sus escombros va acompañado con su ahínco por enfrentar la tragedia, de no más de un metro y medio y ataviado con unos lentes con los colores de Chile, Luis camina por el actual terreno yermo que antiguamente era su hogar.
“Esto era un infierno, eran llamas por todos lados. No podía hacer más nada”, recordó en diálogo con Xinhua el hombre de voz raspada de 69 años, que entre sus bártulos quemados lamentó a su guitarra eléctrica y nunca volvió a ver a su gato, el único acompañante en su hogar; aunque agradece no haber perdida la vida, como muchos de sus vecinos.
La Villa Independencia es un suburbio en la comuna de Viña del Mar, a unos 120 kilómetros al noroeste de la capital, y entre sus cerros se divisan casas encaramadas, pero regularizadas, aunque en las cumbres se atiborran villorrios irregulares conocidos como “tomas”, con escasas vías de evacuación y que explican parte de los 131 fallecidos hasta la fecha en la retahíla de siniestros que azotaron la región.
Las casas tienen los nombres de sus habitantes para organizar la ayuda, pero también funcionan como murales para avisar los funerales de quienes murieron.
“Si no asisten hagan una oración, sin importar su creo religioso y estaremos agradecidos”, reza un cartel sostenido por un tronco calcinado junto a una bandera chilena, sobre el sepelio de una madre que no pudo escapar.
El incendio se desató la tarde del pasado viernes 2 de febrero, pero en un par de días Luis Vial recibió la ayuda de muchos jóvenes que llegaron desde localidades cercanas, del área metropolitana o de lejanos territorios del sur de Chile para levantar los escombros donde yacía su hogar.
Luis se mantiene estoico e incluso niega un almuerzo que le ofrece un voluntario.
“Arriba hay gente que lo necesita más”, dijo, aunque él lo perdió todo.
A lo largo de su historia, el país sudamericano ha sido embestido continuamente por terremotos, tsunamis, erupciones volcánicas o voraces incendios, una conciencia de catástrofes conocida como la “resiliencia chilena”.
Algunas personas de la Villa Independencia no aguardaron por la ayuda estatal ni de privados y activaron sus redes familiares para comenzar inmediatamente la reconstrucción.
Sin embargo, Luis Vial es un jubilado que recibe 185 dólares mensuales, que sólo le alcanzan para las necesidades básicas.
Durante toda la semana, camiones adornados con anímicas banderas chilenas con mensajes de apoyo arribaron a Valparaíso con ayuda para los damnificados; entre 7.000 a 12.000 casas fueron afectadas, la mayoría con pérdida total, según explicó el ministro de Vivienda y Urbanismo chileno, Carlos Montes.
Para catastrar los daños, el Gobierno chileno activó la Ficha Básica de Emergencia (FIBE), un instrumento que servirá para aquilatar las ayudas sociales: desde la entrega de enseres hasta viviendas prefabricadas.
Además, activaron el fondo público-privado destinado a la reconstrucción en situaciones de catástrofe existente en Chile y un bono que comenzó a ser entregado ayer por hasta unos 1.500 dólares, dependiendo del grado de afectación por núcleo familiar.
Sin embargo, como consecuencia de la magnitud del desastre, la reconstrucción durará “un par de años”, según afirmó la ministra de Desarrollo Social y Familia, Javiera Toro, la autoridad designada para liderar esta tarea.
Este instrumento se aplica físicamente, casa por casa, o lo que quedaron de ellas, y es ejecutado por el ayuntamiento local, según explicó a Xinhua el miembro del Departamento de Desarrollo Social de Viña del Mar, Maximiliano Rojas.
“No hay ninguna catástrofe de esta magnitud, uno de los incendios más grandes de esta década fue el de Valparaíso (2014) y este, entiendo, que la zona abarcada es como cinco veces ese incendio”, detalló.
Los afectados también no han perdido el sentido del humor, otro elemento que utilizan los chilenos para confrontar las tragedias.
“Antes de entrar, límpiate los zapatos”, advirtió con un tono sardónico Luis Vargas, otro afectado en la Villa Independencia, quien reunió a toda su familia para levantar los escombros, sin importar el penetrante calor que aumenta aún más con las cenizas, en esta fatídica temporada estival viñamarina, frecuentemente engalanado por el Festival Internacional de Viña del Mar o los miles de turistas que reciben de Chile y Latinoamérica.
“Saldremos adelante, como siempre”, dijo.
Viña del Mar, 11 de febrero 2024
Crónica Digital/Xinhua