La confirmación de su presencia en Europa (luna de Júpiter) se obtuvo mediante la revisión de datos recopilados en 1997 por la nave Galileo de la Agencia Espacial de Estados Unidos (NASA), que apreciaron una ligera desviación del campo magnético de este satélite natural.
En 2014, la NASA informó de actividad geológica en Europa, la primera detectada en otro mundo distinto de la Tierra, y un año más tarde los científicos anunciaron la interacción del océano con el fondo del mar, lo que podría determinar si el satélite de Júpiter reúne condiciones para la vida.
Los investigadores que revelaron el descubrimiento explicaron además que, cuando la sonda Galileo sobrevolaba Europa en 1997, detectó una ligera distorsión del campo magnético y un aumento rápido de la densidad del plasma o gas ionizado que atravesaba la nave espacial.
Las simulaciones informáticas realizadas ahora demuestran que un géiser de más de 100 kilómetros de altura emergía de una región relativamente caliente de la superficie de Europa, fenómeno que explica las distorsiones del campo magnético y el aumento de la densidad del plasma por encima del géiser.
La NASA considera que el hallazgo impulsa a destinar otras misiones espaciales para explorar en el futuro la luna de Júpiter, por lo que se prevé lanzar Europa Clippert la próxima década.
Júpiter es el quinto planeta del sistema solar, formado incluso antes que el Sol, y Europa es su sexto satélite natural en orden creciente de distancia, así como el más pequeño de los cuatro descubiertos por Galileo en 1610.
Washington, 17 mayo 2018
Crónica Digital /PL