De seguro el tema estará presente incluso entre hueco y hueco del campo de golf, donde también tienen pactado encontrarse Trump y Abe como un momento de relax de la visita.
La misma sombra planeará junto al Air Force One cuando este haga una segunda escala el 7 de noviembre en Corea del Sur, pues esta se considera el principal blanco de los misiles de sus primos del norte, pese a que estos insisten en el carácter disuasivo de su enigmático arsenal nuclear.
Amén de reuniones con el presidente Moon Jae-in y con integrantes de las fuerzas armadas estadounidenses y surcoreanas, Trump tiene previsto hablar ante la Asamblea Nacional para ensalzar la alianza entre ambos países y echar más leña al fuego donde quiere hacer arder a la República Popular Democrática de Corea (RPDC).
El carácter intimidatorio de la tournée queda desnudado por el envío a la región de fuerzas aéreas y navales capaces de hacerle la guerra a cualquier país.
A fines de octubre Trump mandó a los portaaviones Nimitz, Theodore Roosevelt y Ronald Reagan, y a sus buques escoltas, a realizar un ejercicio aeronaval de gran envergadura en Asia-Pacífico, coincidiendo -nadie cree que por casualidad- con sus andanzas por estas tierras.
Después, hace dos días, envió un par de bombarderos B-1B a realizar ejercicios conjuntos sucesivos con cazas japoneses y surcoreanos, en una de esas demostraciones de fuerza a las que Pyongyang suele ripostar con contundentes declaraciones o nuevas pruebas balísticas.
Los discursos tremendistas y las demostraciones de músculos de uno y otro bando se las pone incómoda a las naciones de Asia-Pacífico, sobre todo a las no alineadas con los esquemas estratégicos supremacistas de Washington en la región, cuando en cualquier foro aflora el tema de la península coreana.
Son los casos de China y Vietnam, los dos países donde Trump hará precisamente sus siguientes paradas.
En China estará el miércoles 8 y el jueves 9 en su primera visita oficial a ese país, en respuesta a un gesto anterior de su homólogo Xi Jinping.
Aparte de los temas comerciales -obligados entre potencias enzarzadas en una no declarada guerra por la primacía económica mundial-, la reunión entre ambos presidentes incluirá como un punto no menor el caso norcoreano.
Es una verdad incontestable que solo la cordura china y los equilibrios rusos en Naciones Unidas han podido impedir a Trump que sean más severas las sanciones y las medidas de fuerza contra Corea del Norte.
El multimillonario presidente volverá a machacar en frío con la esperanza de ablandar las calculadas anuencias y resistencias chinas, pero pocos creen que Beijing conceda mucho más que lo que ya concedió. Trump, no obstante, tendrá que volver a intentarlo porque sin China…
Lo mismo hará en Vietnam, donde estará el 10 y el 11 de noviembre.
El 10, en la central ciudad de Da Nang, participará en la Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC, del que también forman parte Australia, Brunéi, Canadá, Chile, China, Corea del Sur, Filipinas, Hong Kong, Indonesia, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, Perú, Rusia, Singapur, Tailandia y Taiwán).
Del discurso que pronunciará ante sus pares de esos países y territorios, algunos temas pueden darse por seguros.
Bajo una retórica servida en hojaldre, Trump expondrá la voluntad de un mayor comercio entre Estados Unidos y Asia-Pacífico, pero será curioso ver cómo se las arregla para congeniar semejante aserto con las prácticas proteccionistas de una administración guiada a ultranza por la consigna ‘Los Estados Unidos primero’.
Más o menos en las mismas coordenadas se ubicaría una eventual pero necesaria explicación sobre las razones que lo llevaron a sacar a su país del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) en cuanto cruzó el umbral de la Casa Blanca.
Un tercer y seguro tema será el de RPDC aunque el Foro de Cooperación Económica Asia-Pacifico sea, en honor a su nombre, un espacio donde los platos de cabecera son el libre comercio, las inversiones y otros temas de naturaleza eminentemente económica y mercantil.
Quiéranlo o no los demás miembros del APEC, Trump volverá a librar en este espacio una nueva cruzada anti-norcoreana en la que esencialmente solo están implicados los propios Estados Unidos, Corea del Sur y Japón.
También se sabe que el presidente norteamericano aprovechará la presencia de su par ruso, Vladimir Putin, para abordar varios irresolutos temas entre ambas naciones, pero también -¿cómo podía faltar?- el de Corea del Norte.
Pero se cree que Estados Unidos no conseguirá en Da Nang más de lo que logró hace tres meses en Filipinas, durante una importante reunión de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean).
En esa ocasión, tanto Moscú como Beijing China convinieron en la necesidad de llevar a Pyongyang a suspender sus pruebas balísticas, pero también le exigieron a Washington y Seúl abstenerse de realizar nuevos ejercicios militares conjuntos.
Cosas que ninguna de las partes hizo de entonces a la fecha, ni presumiblemente harán en el futuro inmediato.
Trump también estará el 11 en Vietnam, pero en Hanoi, la capital, para cumplir una visita oficial durante la cual se reunirá con el presidente Tran Dai Quang y el primer ministro Nguyen Xuan Phuc.
De ahí volará a la cercana Filipinas, donde estará del 12 al 14.
En Manila, la capital, participará en una gala especial por el 50 aniversario de la Asean, y en una ceremonia por los 40 años de relaciones entre Estados Unidos y el bloque sudasiático.
Su programada entrevista con Rodrigo Duterte no tendrá quizás las mismas repercusiones globales que con Xi Jinping o Vladimir Putin, pero están precedidas de altas expectativas porque el presidente filipino tiene fama de no contener su verbo y de ello tuvo pruebas Barack Obama.
‘Vamos a ir a Filipinas, que es un lugar estratégicamente importante donde el anterior gobierno no era precisamente bienvenido’, anunció Trump hace unos días.
Las relaciones entre ambos países se crisparon a raíz de las críticas de Obama a la guerra que contra las drogas libra Duterte, que a la fecha resolvió parte del problema, pero también deja más de siete mil muertos, la mayoría a manos de la policía.
De Manila, el 14, Trump volará hacia Washington para poner fin a la más larga gira de un presidente estadounidense en el último cuarto de siglo y la más prolongada por Asia en todos los tiempos.
Pero ahí podrían terminar los récords: la mayoría de los analistas creen que no figurará entre las más productivas.
Por Alberto Salazar Gutierrez
Hanoi, 5 noviembre 2017
Crónica Digital /PL