Por Salvador Barrientos Muñoz No soy ni provengo del mundo académico. Si reconozco mi incipiente formación en esa esfera, donde se asume dos asuntos cruciales de las que carecen los fundamentos de la pregunta de Carlos Peña, en su columna “Que le pasa al Partido Comunista”; carecen de racionalidad y de humanismo. Carece racionalidad y le sobran juicios; puesta en escena “destemplada, y levemente ridícula” por el despido del periodista Juan Andrés Lagos, la defensa de Daniel Jadue “erigido como preso |
político” y, la “reacción henchida de molestia” por los allanamientos en la Villa Francia. A varios reglones seguidos, el académico Peña, con la falta de rigor que requiere, en este caso, la ciencia política, da respuesta de manera tentativa, no categórica a su interrogante inicial, ¿Qué le pasa al Partido Comunista”. Se para desde el psicoanálisis. No de cualquier representante, sino del mismísimo Segismundo Freud (haciendo caso omiso de sus críticos tales como Karl Popper o nuestro contemporáneo Noam Chomsky, que sigue vivito y coleando) y nos “diagnóstica”, que si el PC fuera una persona, llamaría “una fijación”. Es buena la disquisición de Peña, el psicoanalista, en términos de aplicar las categorías de dicha |
disciplina, a un colectivo, a una Institución, en este caso al Partido y no, como dicta la ortodoxia, al individuo. Da paso, por ejemplo, a “diagnosticar” el estado de resiliencia – en términos coloquiales – la capacidad de soporte, no solo al chileno o chilena, sino a Chile entero; un pueblo chileno resiliente, con capacidad de soporte. |
Pero volvamos a nuestro freudiano Peña. Si bien es cierto no especifica si el Partido Comunista de Chile desarrolla una fijación oral, o anal, o fálica o genital, convengamos que es una fijación a secas. En ese sentido, nuestra experiencia nos obliga a encontrarles la razón a Peña; tenemos una fijación. En un esfuerzo por ser precisos, varias fijaciones; por el irrestricto respeto a los derechos humanos, por la demanda por verdad, justicia, reparación y no repetición, una fijación por terminar con la desigualdad social, económica, política, territorial. Una fijación por superar este modelo |
financiero, político, cultural, militar, en fin, terminar con el denominado neoliberalismo. Tenemos una fijación por desarrollar una democracia plena, que termine, entre otros asuntos, con la corrupción, el crimen organizado, el monopolio en la propiedad de lo medios de información, con la falta de libertad académica. Que se acabe con el negocio de la salud, de la educación, de las previsión social, de la vivienda. Fijación por terminar con todo tipo de discriminación, especialmente la de género. En definitiva, aspiramos al buen vivir, de cada chilena y chileno, cada habitante en nuestra Patria. Porque nuestra experiencia, dura, con episodios dramáticos como el exterminio de tres Direcciones Nacionales sucesivas, con la vivencia hermosa del Gobierno Popular, nos dio resiliencia, una capacidad de aguante, de soporte. |
Aguantar y soportar desde el vano intento de ningunear la existencia misma de millones de trabajadores y trabajadoras como potenciales articuladores y conductores de un vasto y diverso movimiento social, hasta aguantar y soportar a Peña. Capacidad de soportar al coro de respetadas periodistas, que en conjunto con la titular de Interior, ponen “el grito en el cielo” porque personeros comunistas osan preguntar, requerir antecedentes, que permitan dilucidar si existió un montaje o no en Villa Francia, como si lo hubo en la denominada “Operación Huracán”. |
La falta racionalidad y de humanismo que trasunta la columna del freudiano académico, hace imposible cualquier intento exitoso de comunicación, de fructífero debate. Es por eso que me permito, con humildad y modestia, sugerir el cambio de la interrogante en comento; desde “¿qué le pasa al Partido Comunista?” a preguntarse ¿Qué le pasa a Lupita?; un misterio, un entresijo a la altura del Rector Peña. Santiago de Chile, 12 de julio 2024 |