Cada año, la humanidad rinde tributo a la memoria de las víctimas del Holocausto que fue perpetrado por el Tercer Reich del nacionalsocialismo alemán y ratifica su compromiso de luchar contra el racismo y toda forma de intolerancia que pueda conducir a la barbarie. Fue el sábado 27 de enero de 1945, cuando el Ejército Rojo de la Unión Soviética liberó el campo de concentración y exterminio nazi de Auschwitz–Birkenau.
La fecha fue oficialmente proclamada por la Asamblea General de Naciones Unidas el 1° de noviembre de 2005, declarándose el Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto.
Aquella resolución (60/7) también rechazó cualquier forma de negar la existencia de lo ocurrido: el “negacionismo”, también mal llamado “revisionismo histórico”, fue el primer intento desde los primeros días de la posguerra por rehabilitar el nacionalsocialismo y el fascismo, lo que ha persistido hasta hoy. En ese sentido, alentó a los Estados miembros de la ONU a preservar la memoria histórica, conservando –por ejemplo– los sitios que usaron los nazis durante la “Solución final” (centros de exterminio, campos de concentración y prisiones).
Asimismo, reafirma los contenidos de la Declaración Universal de Derechos Humanos, que proclama “que toda persona tiene todos los derechos y libertades enunciados en ella, sin hacer distinción alguna por motivos de raza, religión o de ninguna otra índole”; y recuerda su Artículo 3° que asevera que todo individuo “tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”; y su Artículo 18 que proclama que “toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión”.
En forma contundente, reafirma que el Holocausto “tuvo como resultado que un tercio del pueblo judío e innumerables miembros de otras minorías murieran asesinados” lo que “será siempre una advertencia para todo el mundo de los peligros del odio, el fanatismo, el racismo y los prejuicios”. Por ello, insta a su recordación “y la educación al respecto, con el fin de ayudar a prevenir actos de genocidio en el futuro”.
Teorías de la conspiración
Más recientemente, la misma instancia de Naciones Unidas aprobó la resolución 76/250, el 20 de enero de 2022, propuesta por Israel y copatrocinada por 103 de los 193 Estados de la ONU. Fue aprobada sin votación. La resolución indica qué actos pueden considerarse tergiversación o negación del Holocausto:
–Los esfuerzos deliberados por excusar o minimizar las repercusiones del Holocausto o sus elementos principales, incluidos colaboradores y aliados de la Alemania nazi.
–La minimización del número de víctimas del Holocausto, en oposición a las fuentes fiables.
–Los intentos de culpar a los judíos de ser los causantes de su propio genocidio.
–Las declaraciones que presentan el Holocausto como un suceso histórico positivo.
–Los intentos de desdibujar la responsabilidad que le corresponde a la Alemania nazi.
Según Naciones Unidas, este genocidio es, para siempre, “una advertencia para todo el mundo de los peligros del odio, el fanatismo, el racismo y los prejuicios”.
En este contexto, junto con preservar la memoria histórica de los mártires del Holocausto –lo que implica combatir sin ceder ni un milímetro a los negacionistas de ese genocidio– resulta justo y necesario también que éste sea día propicio para reafirmar el compromiso de salir al paso a todo desconocimiento y menosprecio de los derechos humanos hoy en América Latina y el mundo.
Ello es particularmente cierto en circunstancias que –como lo advirtió hace un tiempo el Secretario General de la ONU, António Guterres– se aprecian en la escena internacional actual señales preocupantes, similares a las que antecedieron la Segunda Guerra Mundial.
Uno de esos fenómenos es la proliferación de “teorías de la conspiración”, como ocurrió con la imaginación homicida del nazismo en los años 30 con los “Protocolos de los Sabios de Sión” y otros delirios, creando enemigos hacia los que orientar sus odios e intolerancia y justificar la persecución.
Una de esas actuales teorías habla de una imaginaria “conspiración del globalismo” y la “agenda globalista”, apuntando –por cierto– a Naciones Unidas como enemigo, lo que no es extraño si se considera que la ONU (y la idea de cooperación internacional a la que está asociada), emergió para superar las lógicas que abrieron paso a la Segunda Guerra.
La ex Canciller de la República Alemana, Ángela Merkel, en vibrante discurso en defensa del multilateralismo, recordó el pasado marcado por el nacionalsocialismo en su país, que trajo un “increíble sufrimiento” a la humanidad, para manifestar que “la respuesta al nacionalismo puro (asociado a la irrupción del nazismo) fue la fundación de la ONU y el compromiso de encontrar juntos las respuestas a nuestros problemas comunes”.
Enfrentar los peligros del odio
El desafío de recordar a las víctimas del Holocausto y evitar su negacionismo tienen que articularse con un claro reto: no dejar espacio a la neutralidad que permita el crecimiento de nuevos extremismos, que son verdaderas actualizaciones de los mitos que dañaron a la humanidad en tiempos del nacionalsocialismo y el fascismo europeos.
Estos extremismos, que enarbolan la bandera contra el “globalismo”, son los mismos que desarrollan renovados esfuerzos por negar, excusar o relativizar los actos de barbarie más recientes de nuestra historia, incluyendo sus intentos de minimizar el número de víctimas y desdibujar las responsabilidades de los actos de persecución y exterminio.
Estos extremismos promueven otras teorías conspirativas, también en formatos similares a usados en los tiempos del nazismo para justificar el Holocausto, como es el ataque al “marxismo cultural”, que junto al citado “globalismo” son las excusas de hoy para negar el cambio climático, repudiar el multiculturalismo, llamar a exterminar una imaginaria “ideología de género” y fustigar la doctrina de los derechos humanos como si fuera un obstáculo para el progreso y seguridad de las sociedades, que amerita justificar la mano dura para enfrentar los conflictos sociales.
Estos extremismos están llegando a ser gobierno, como en Argentina, frente a la pasividad y hasta la simpatía de una parte de la sociedad, incluyendo aquellos que debieran ser los primeros en reaccionar.
Que este Día Internacional en Memoria de las Víctimas del Holocausto sea un momento propicio para reafirmar el compromiso de enfrentar los peligros del odio, el fanatismo, el racismo, los prejuicios, la intolerancia y la difusión de desinformación para justificar la discriminación y, sobre todo, para promover y proteger los derechos humanos para todas las personas en todo el mundo.
Por Víctor Osorio. El autor es periodista, ex Ministro de Estado y Coordinador del Programa de Derechos Humanos y Ciudadanía de la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM).
Santiago, 26 de enero 2024.
Crónica Digital.