Allende en la mira

Por Omar Cid*

La reedición de Allende [la biografía] la biografía política, semblanza humana, escrita por el historiador y periodista Mario Amorós, se instala en el contexto de los 50 años del golpe de Estado, es decir, al fragor de una figura relevante para la izquierda chilena, latinoamericana y mundial, cuya narrativa e imaginario no ha dejado de estar en disputa.  Ya Walter Benjamín en su tesis 6 de la filosofía de la historia, nos recuerda con acertada lucidez:

El don de encender en lo pasado la chispa de la esperanza sólo es inherente al historiador que está penetrado de lo siguiente: tampoco los muertos estarán seguros ante el enemigo cuando éste venza. Y este enemigo no ha cesado de vencer”.

La élite conservadora y la no tanto, beneficiadas del ciclo iniciado en septiembre 1973, Ahora, amparada en el escenario interno de reflujo social y cultural post-estallido, experimenta un giro desde el discurso del fin de la historia elaborado a partir de la caída del socialismo histórico y sus reverberaciones, hacia una radicalización discursiva: condenando, amenazando e insultando. Su rabia hecha argumento, se desata con particular encono contra el Estado -se trata desde mi lectura del momento histórico- de un liberalismo autoritario, señorial colonizado y servil a los intereses del Comando Sur. Es en este marco, que estos sectores una vez más, ahora con ojeriza, intentaron responsabilizar del golpe de Estado, al proyecto político de la Unidad Popular, o sea, al proceso colectivo, social y político que se inicia desde mediados del siglo XIX con Bilbao, Arcos y compañía, pasando por el origen y desarrollo de las variantes de los partidos de izquierda comunista-socialista etc., considerando con ello, el liderazgo en ascenso de Allende desde 1952 hasta 1973 como líder histórico.

En el abanico de publicaciones que circularon sobre el tema durante el 2023, sin pretender establecer una cartografía, hay algunos títulos que vale la pena a lo menos enunciar, ya que comentarlos escapa al objetivo de la exposición.

     La experiencia política de la Unidad Popular 1970-1973 del expresidente Patricio Aylwin, cuya página y media de prólogo de su hija Mariana, tiene el mérito de oblicuar las 700 y tantas páginas de su padre.

Mi ánimo, y el de toda nuestra familia, ha sido ser fieles a su espíritu y contribuir a la comprensión de una compleja época histórica que demuestra la importancia de advertir a tiempo las tendencias totalitarias y poner siempre por delante la convivencia civilizada, el respeto al Estado de derecho y la confianza en la democracia

El concepto de totalitarismo es un elemento central en la reflexión del expresidente, su uso está marcado por la experiencia de la guerra fría y los primeros años del consenso de Washington, exponiendo de ese modo su concepción de mundo. Otro tema es su puesta en valor en estos días, con Julian Assange[1], prisionero por revelar el lado oscuro de la angloesfera libre y democrática. Para no hablar de los crímenes atroces perpetrados en Zarajevo, Irak, Siria, Libia, con el gentil auspicio de la OTAN. Los intentos de limpieza étnica en la zona del Dombás, por parte de los golpistas del Maidán, cuyos patrocinadores ya los conocemos[2]y de manera repulsiva careciendo de los principios básicos de humanidad; el genocidio en Gaza, como muestra palpable del compromiso de occidente con una democracia instalada sobre el privilegio religioso, racial y epistémico, cuyo derecho a exterminar al pueblo palestino, se sustenta en la defensa de su acción como colono.  Las memorias del expresidente, son una apología del gobierno de Eduardo Frei Montalva, del rol de la DC en ese periodo, tratando de explicar en lógica leguleya sus vínculos con el gobierno norteamericano y su Doctrina de La Seguridad Nacional.

Tampoco se puede menospreciar, al texto por encargo, escrito por el abogado argentino Nicolás Márquez La dictadura comunista de Salvador Allende de la Unidad Popular, con su lectura distópica de la historia nacional influenciada por las temáticas libertario conservadoras que, termina por adaptar para su relato, las hipótesis del libro blanco del cambio de gobierno en Chile,[3]entre cuyos autores se encontraba el historiador Gonzalo Vial Correa[4]. Esas teorías caídas en desuso, por inconsistencias históricas expuestas de modo claro y contundente en el Manifiesto de Historiadores del año 1999[5]. A propósito, de la Carta a Los Chilenos escrita por el criminal y dictador Augusto Pinochet, detenido en esa época en Londres, desde donde repitió los mismos argumentos de Vial. El texto de Márquez, no obstante, tiene presencia en ferias y cunetas, cumpliendo a cabalidad lo que el mismo define y presenta a sus padrinos como: batalla cultural[6].

Una cuarta variante de este diálogo disperso, lo encontramos en La Nueva Izquierda Chilena de Noam Titelman que navega entre la reticencia, la cuasi omisión y cierta ligereza ­―lo hago notar porque se refiere a Allende 3 veces― número por lo demás místico en la escritura sagrada del Nuevo Testamento, con un Pedro que niega en tres ocasiones a su maestro, como nos lo recuerda el evangelio de Marcos (16;66-72) el más antiguo de los cuatro testimonios, escrito en la lengua de Jeshua: el arameo. Cerrado el paréntesis, en la página 17 insinúa su presencia, bajo el sinónimo de fracaso, en sintonía con las tesis de los renovados socialistas[7]. En la página 69, lo hace para recordar un discurso de 1956 en el senado titulado La Unidad de la Izquierda donde expresó -según el autor- más bien sus diferencias que los puntos de cercanía con el FRAP (Frente de Acción Popular)[8]. Tema discutible, en la medida que se enmarca en las razones para sostener una unidad desde las confianzas como sugiere otro parte del texto:

Porque he creído sinceramente que los comunistas chilenos acatan los compromisos contraídos con nosotros –y lo he probado a lo largo de algunos años que tengo de contacto con ellos-, sigo lealmente trabajando sobre la base de esos compromisos neta y claramente establecidos. Jamás aceptaríamos nosotros la presencia del Partido Comunista si ello significara, de parte nuestra, hipotecar nuestro derecho a criticar, a analizar, a desmenuzar la política internacional de la Unión Soviética. Si los comunistas chilenos, están de acuerdo con algunos puntos de esa política, o no lo están, es problema de ellos; pero nunca ese problema se ha proyectado en nuestras relaciones[9].

La página (70) termina por asignar un papel de estatua o museo a su legado porque, el fundamento de la izquierda de esos años, se ha diluido en la crítica a los horrores perpetrados en varios de los países de los “llamados socialismos reales” hoy desaparecidos. Continúa su argumento en la página (71) donde contrapone los cambios en relación a ese “otro Chile” superado, porque el de ahora carece del componente de clase, su relación con la política no es la misma y los ejes (derecha/izquierda) han sido abandonados por los votantes del siglo XXI.

En síntesis, los fundamentos de la izquierda histórica ha cincuenta años del golpe de Estado han desaparecido y el futuro pertenece a «la nueva izquierda».

En este abanico discursivo, cabe preguntar ¿cuál es el problema historiográfico y político que intenta dilucidar Amorós en esta biografía? La respuesta más evidente se puede rastrear en los prólogos del año 2013 y 2023:

Descubrí a Salvador Allende en 1993, cuando en un hermoso cartel leí sus últimas palabras («Superarán otros hombres este momento gris y amargo donde la traición pretende imponerse…»). Después, en la biblioteca de mi padre hallé un opúsculo con el programa de la Unidad Popular y algunos de sus discursos. Ahí nació mi cercanía con este país, cimentada por los viajes, las entrevistas, los libros, los amigos, los proyectos, los afectos” (14:2013)

“La mañana del 8 de septiembre de 1973 el presidente Allende concedió al periodista Jacques Ségui, enviado especial de la televisión pública francesa, la que fue su última entrevista. Ségui, nacido en Barcelona en 1938, le preguntó cuál creía que sería su lugar en la historia de Chile y del mundo… «Ah, no, eso lo juzgarán los historiadores».
Esta biografía quiere ser una contribución a dicha tarea, porque los valores y las causas de Salvador Allende tienen plena vigencia…”
(20-21:2023)

Expuesta la controversia, establezco tres definiciones previas:

  1. La necesidad de visualizar y entender las razones de los oponentes que existen en el país. Constatando como gran de la discusión política, filosófica, social y cultural se encuentra subsumida por las escuelas de historia en debate y que en Chile, poseen una larga tradición. Eso, Mario a mi juicio lo tiene muy presente, tanto en el texto del año 2013, como su actualización del año 2023, más que mistificar la figura de Allende, lo que hace es situarlo en la conformación, desarrollo y contradicciones de las izquierdas en el siglo XX. Exponiendo las posturas surgidas desde la segunda gran guerra europea, cuyo encuadre se pacta en el acuerdo de Yalta (1945) y su traducción futura se dice fácil: es la guerra fría.
  2. Un segundo aspecto, radica en una vieja máxima que cruza a todos aquellos personajes que marcan ciclos históricos y es que, a su muerte, padecen la dictadura de los vivos, como lo sugiere Rafael Bautista Segales,[10]en una conferencia dedicada a la obra del maestro Enrique Dussel. Dicha dictadura se formula con mucha facilidad, en la ceguera a partir de prejuicios políticos, culturales y académicos que entre dimes y diretes, distorsionan al ser humano como su tiempo histórico.

Con ello el pensamiento crítico se ve afectado, porque la base imprescindible de su existencia, es un conjunto de valores éticos remecidos desde sus cimientos, producto de la crisis tectónica, del gran ciclo civilizatorio inaugurado en 1492, cuya vulgata es la modernidad, como lo sostiene Aimé Cesaire, Ramón Grosfoguel, Hinkelamert, entre otros pensadores del sistema descolonial y antiimperialista. Tema que solo enuncio.

Volviendo a Mario, su texto aporta un sano principio de claridad en sus trabajos: “dato duro, mata interpretaciones”. Repito, “dato duro, mata interpretaciones”. Es riguroso en las fuentes de información, posee un estilo ágil y claro, donde el historiador y el periodista, se confabulan para facilitar el trabajo al lector.  Amorós con sus libros, nos instala el debate sobre los cimientos que sostienen una cultura de izquierda, en el buque insignia del imaginario neoliberal del continente: en su periodo globalizador, declarado en estado de coma a partir de la crisis del 2008. En buenas cuentas ¿cómo se lee a un personaje del siglo XX chileno y a la vez universal, en el escenario de una reconfiguración del sistema mundo, cuyo tablero se encuentra todavía en ciernes? Eso supone, profundizar con mayores detalles en la cultura nacional y sus bemoles, en las claves geopolíticas, porque no es serio plantearse el problema de Chile, sin hacerse cargo de una de las contradicciones fundamentales del ciclo histórico en curso: Soberanistas o Globalistas.

Eso supone, profundizar con mayores detalles en las variantes geopolíticas, como la visita de Nixón a China en febrero de 1972 y la descompensación que provoca en los equilibrios de la posguerra, en plena ilusión de la derrota del ejército americano en Vietnam. Cómo no vislumbrar la importancia de un geopolítico como Alfred Mahan[11] (1840-1914) y su vigencia a partir del concepto de control de los mares, la implementación del control de flujo de mercancías, generando con ello espacios ultramarinos, con sus respectivas colonias y asegurando así la supremacía como potencia.

En su texto Amorós, nos recalca con detalle los elementos que marcan la intervención extranjera, el papel de la CIA y de la élite vinculada a los sectores patronales y la DC, en la preparación ejecución del golpe de Estado cívico militar.

 

  1. Una tercera dimensión, viene marcada por una discusión soterrada que se arrastra en el seno de las izquierdas, producto de sus cosmovisiones de sentido colonial y dependencia epistemológica, cultural y política de occidente. Entendido no como territorio, sino como conjunto de ideas enmarcadas en una matriz, donde uno de sus cuellos de botella es la pretensión de la emancipación económica, sin tomar en consideración la modernidad como obstáculo, en la medida que se encuentra asociada a la exclusión, el genocidio, el racismo, el patriarcado, el uso y abuso de los recursos naturales, porque en su lógica interna prima la dimensión de objeto. El proyecto de la Unidad Popular, tuvo los límites propios de la herencia colonial que persiste hasta nuestros días. Ese debate de fondo, cruza un tema que estalló en el rostro de las izquierdas en el país, a partir del 18 de octubre, cuyo enlace fugaz lo hermana con el alzamiento popular conocido como la batalla de Santiago en 1957, en esas décadas eran los asalariados quienes encabezaron el movimiento. En el ciclo de 1930 a 1973 a nadie se le ocurría discutir el papel de los trabajadores en el proceso transformador. Hoy, la dimensión de clase, producto de la alteración a la que han sido sometidos los asalariados, su pauperización no solo económica, territorial, racial y epistemológica, ha generado un conjunto de individuos marginados y carentes de atributos sociales suficientes para ser reconocidos como líderes de un proceso transformador. Se ha abierto entonces -por angas o por mangas, la disputa sobre el sujeto de las transformaciones. Uno de los temas tabú, para los marxistas algunos han querido ver un elemento generacional en ello, otros de género, en la construcción del nuevo sujeto, hay quienes sugieren una dimensión multifactorial del mismo. Sin embargo, los excluidos y marginados están ahí frente a nuestros ojos. La derecha de hoy ha tomado nota, como lo hizo la de 1957. Son las izquierdas “las que parecen desvestir un santo para vestir otro” bajo esas condiciones, los aportes del historiador y periodista Mario Amorós, son relevantes para la re-construcción de un pensamiento que, en nuestro caso, pareciera estar marcado por el paraguas de “la copia feliz del edén”. Pese a todo, Allende permanece porfiadamente en la mira.

*Subdirector de Crónica Digital, escritor.
Santiago de Chile, 21 de enero del 2024
Crónica Digital

[1] https://www.es.amnesty.org/actua/acciones/eeuu-assange-libertad-feb20/

[2] Vladimir M. Davydov.  La política exterior desde Moscú, Nueva Sociedad 253, Pág.162

[3]https://obtienearchivo.bcn.cl/obtienearchivo?id=documentos/10221.1/20157/1/Libro_Blanco_del_cambio_de_Gobierno_en_Chile.pdf&origen=HPolitica

[4] https://www.archivochile.com/Dictadura_militar/doc_sobre_dm/DMdocsobre0005.pdf

[5]  https://profeemiliohistoria.files.wordpress.com/2019/02/sergio-grez-y-gabriel-salazar-manifesto-de-historiadores.pdf

[6] https://batallacultural.com/nicolas-marquez

[7] Esta alianza buscó superar lo que algunos consideraron una experiencia fallida en la Unidad Popular de Salvador Allende: el tensionamiento entre la izquierda y el centro.

[8] “Estamos en el FRAP porque ni los socialistas populares, ni los democráticos, ni el Partido del Trabajo, ni los comunistas, ni nosotros hemos hipotecado nuestra independencia, ni hemos claudicado de nuestros principios, ni hemos hecho tabla rasa de nuestras convicciones” Pág.69

[9] https://www.archivochile.com/entrada.html

[10] https://www.youtube.com/watch?v=BqwIWSJnlSY&t=1185s

[11] https://1898exhibition.si.edu/es/node/9

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