50 años de qué. El significado en disputa.

Por Silvio Reyes Rolla, Sociólogo
Fotografía: Eduardo Velásquez.

Controversial ha sido la salida de Patricio Fernández de la coordinación gubernamental de los 50 años del Golpe de Estado. En todo proceso recordatorio, no está demás pensar el devenir histórico y el momento actual desde el cual se recuerda, coyuntura presente que no ha dejado de estar marcada por una proporción oscilante de pinochetismo duro y blando (según CERC-MORI). Segundo, la instalación y crecimiento de la ultra ultra derecha Republicana, nos manifiesta un tablero político de incipientes antagonismos en los programas, por lo que entrar a esta conmemoración con una visión revisionista del hecho Golpe, es entrar a un proceso donde se debilita la visión crítica del Golpe de Estado y Dictadura en cuanto verdad histórica. Y digo revisionismo porque el ejecutivo abría la posibilidad al reconocimiento de la subjetividad de los perpetradores del Golpe y de quienes lo apoyaron, llevando sus causas a un plano de verdad histórica, ya que según Fernández, se podría concordar al menos que lo sucedido después del Golpe es lo que nunca más debiera suceder, abriendo la posibilidad a la legitimación del hecho Golpe, como forma de demostración de apertura para el acuerdo y unidad nacional sobre la condena a la violación de los DDHH entre quienes no piensan igual sobre el hecho Golpe de Estado. Esto abre un camino hacia la negociación del significado del Golpe, ya que, insisto, esa construcción se plantea con la idea de que debe hacerse integrando a la discusión las visiones que legitiman las cusas que originaron el Golpe, volviéndose un significante débil y confuso, referido al término Golpe de Estado.

Aun es palpable que parte de la discusión sobre el Golpe se trate de los errores propios de la UP, y de cómo posteriormente muchos militantes de la izquierda de los 70’ reflexionaron sobre sus propias culpas y la posible sobre ideologización del momento. El que se pueda reflexionar sobre los errores propios del campo de la izquierda y de la UP no puede llevarnos a matizar el hecho Golpe, porque éste y la dictadura posterior tampoco las podemos separar analíticamente. En este sentido, no podemos dejar de hacer referencia al sujeto histórico que fue víctima de aquella historia, como lo fue el gobierno de Allende y la Unidad Popular. Y, aunque para algunos hacer esto es hacer nostalgias de un gobierno que fracasó, no podemos dejar de hacer referencia a esos sujetos históricos, porque la defensa por la democracia también se trata de refrendar la continuidad democrática que fue rota y acribillada en un momento determinado.

En una línea parecida, el ministro de cultura ha afirmado que el gobierno no trabajará en un discurso o visión sobre el Golpe, reconociendo que hay muchas voces que deberán surgir de la misma sociedad para que ésta se piense a sí misma, lo cual, en primera instancia, parece razonable, pero cuando se trata de involuciones históricas y crímenes atroces, creo que no hay muchas visiones que deban llegar a un acuerdo, porque, en última y primera instancia, es el humanismo, el respeto por los DD.HH y la democracia, lo que debe prevalecer.

Se debe establecer un consenso sobre nunca más Golpe de Estado, nunca más violaciones a los DDHH (cuestión debatible si recordamos lo ocurrido durante la revuelta popular del 2019-2020, cuyo nunca más hoy pareciera brillar por su ausencia, o por lo bajo, de una escaza verdad y justicia, y una escueta reparación). De lo que se trata no es de llegar a acuerdos entre allendistas y pinochetistas. De lo que se trata es que nuestra sociedad establezca un compromiso histórico en el que se puedan establecer como verdad histórica mínimos civilizatorios, y para ello se necesitan procesos sustantivos que permitan establecer la verdad sobre lo sucedido.

En suma, las verdades históricas no surgen por los acuerdos entre víctimas y victimarios, sino por procesos de hegemonías culturales que logran asentarse y establecerse como mínimos civilizatorios como sentido común, y para ello, hay que tener convicción y coraje.


Por Silvio Reyes Rolla, Sociólogo
Fotografía: Eduardo Velásquez.

Santiago de Chile, 9 de julio 2023
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