Por Andrés Figueroa Cornejo
El llamado “proceso constituyente”, resultado de un pedregoso acuerdo del sistema de partidos políticos institucionales que arrancó tras la revuelta social iniciada en octubre de 2019, cumplió un nuevo momento este 7 de mayo de 2023 mediante las elecciones del “Consejo Constitucional”.
Al igual que las tramas palaciegas que han recorrido más de 200 años desde el origen oficial de la República de Chile, nuevamente la confección de una Carta Magna se presenta como un ejercicio exclusivo de los intereses de los grupos sociales dominantes, sin participación popular y ni siquiera respetando los códigos y formas de los regímenes liberales.
En resumen, el denominado “proceso constituyente” y sus distintos tiempos, no sólo ha sido signado por el autoritarismo conservador y supremacista, propio del devenir histórico de las clases tutelares y los imperialismos de turno, sino que además es un leal reflejo de las relaciones de fuerza al interior de una organización institucional excepcionalmente rota durante parte de los años 60 del siglo XX y el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende.
Para la jornada electoral de este 7 de mayo, cuyo voto fue obligatorio, más de 15 millones de personas estaban habilitadas para sufragar. Las opciones para elegir a los 50 consejeros constitucionales se distribuyeron entre los representantes de la extrema derecha, la derecha tradicional y de la ex Nueva Mayoría (actualmente en el Ejecutivo), a las cuales se agregan los votos nulos, altamente politizados, y blancos.
Independientemente de los consejeros escogidos, el proyecto constitucional ya se encuentra editado por el capitalismo neoliberal a través de un conjunto de principios publicados en el Diario Oficial, más un comité de expertos de 24 personas designadas por las direcciones de los partidos políticos del Legislativo, comité que ya redactó la Constitución que será revisada por los 50 consejeros votados el 7 de mayo. Si quedara alguna duda respecto del surgimiento de algún artículo que pudiera cuestionar en algo los intereses de los grandes grupos económicos, del régimen político vigente o de las claves civilizatorias de la modernidad occidental y el modo de producción capitalista neoliberal, también se inventó un consejo de admisibilidad para hacer las últimas correcciones antes del llamado “plebiscito de salida” en diciembre del año en curso. Allí, otra vez, la población tendrá que votar para aprobar o rechazar un texto constitucional.
De acuerdo al Servicio Electoral de Chile (Servel), los votos válidamente emitidos fueron alrededor de 10 millones, mientras que más de 2 millones de votos fueron anulados (17%), hubo más de 500 mil boletas en blanco, más quienes se excusaron de asistir a las urnas. El pinochetismo obtuvo una mayoría de 35 escaños, equivalente a más de 3/5 del Consejo Constitucional, mientras los partidos del gobierno y otros, sacaron 25 cupos.
El dirigente social Juan Caripán señaló que, “el proceso estuvo condicionado por la votación de los republicanos que obtuvieron unos 4,3 millones de votos, mientras que la alianza de gobierno sacó alrededor de 3,2 millones de preferencias. Los votos nulos fueron alrededor de 2,1 millones, y 1,5 millones no participaron de las elecciones por diversos motivos. De esta manera, y desde la perspectiva de las fuerzas antisistémicas y voto protesta contra un proceso absolutamente fraudulento que, desde el pacto por arriba del 15 de noviembre de 2019, hoy se instala como continuismo de aquello, es decir, estamos frente a un nuevo escenario de protección del capital contra los intereses populares”, y agregó que, “es preciso que las expresiones de los intereses del pueblo salgamos del margen político mediante un programa revolucionario con contenido de clase que se dirija hacia la construcción del poder popular”.
Por su parte, el analista político Cristian Cepeda indicó que, “lo más relevante de esta elección es que, de 15 millones de votantes potenciales, 5,5 millones de votos se los llevó la derecha, toda vez que en el último plebiscito ese mismo sector obtuvo casi 8 millones. En tanto, entre los nulos, blancos y quienes no fueron a sufragar, suman alrededor de 6 millones”, y agregó que, “los grandes derrotados fueron los partidos políticos del centro, un enjambre de grupos que apenas alcanzaron los 3 millones de votos. Se avizora un sistema de partidos políticos institucionales mucho más caótico que el actual”.
El autor es periodista y analista político
Santiago de Chile, 8 de mayo 2023
Crónica Digital