El arresto el 18 de junio de Fabrício Queiroz, exasesor del senador Flávio Bolsonaro, hijo del presidente ultraderechista Jair Bolsonaro, zarandeó el maltrecho escenario político en Brasil. Tal hecho y la esperada renuncia del ahora exministro de Educación Abraham Weintraub, desató una nueva crisis en el gobierno.
La captura del escurridizo Queiroz sorprendió a Jair Bolsonaro, quien le teme a su delación y a tener que lidiar una vez más con el fantasma de la corrupción en la familia.
A las claras, la ruta del escándalo regresa nuevamente por uno de sus hijos, Flávio Bolsonaro, involucrado en el esquema de desvío de dinero público que habría montado durante su etapa como diputado en la Asamblea Legislativa de Río de Janeiro (Alerj), de 2003 a 2019.
El caso salió a la luz a finales de 2018, después que el Consejo de Control de Actividades Financieras (COAF) descubriera giros millonarios inusuales entre 2016 y 2017, en una cuenta bancaria de Queiroz.
Ese movimiento de recursos resultó sospechoso, al ser incompatible con los ingresos del exasesor.
Un año más tarde, la policía allanó varias propiedades de Flávio Bolsonaro, de sus exconsultivos de la Alerj y de la segunda exesposa del presidente Bolsonaro, como parte de la investigación de la red conocida como rachadinha (transferencia del parte del salario de un funcionario a políticos o asesores) en Brasil.
Teniendo en cuenta las investigaciones, Queiroz confiscó un promedio del 40 por ciento de los sueldos de los oficinistas de Flávio Bolsonaro en Alerj.
Ahora, la Policía Civil de Sao Paulo detuvo al exagente en el municipio de Atibaia (interior del estado), en la residencia del jurista Frederick Wasseff, quien actúa como defensor del representante.
Llama la atención que Wasseff aclara que solo defiende al senador, sin embargo, de forma rimbombante, afirmaba anteriormente en entrevistas que era el abogado de Jair Messias (el presidente). Algo esconde o le afecta.
Tras su arresto, después de permanecer un año oculto en la finca del letrado, Queiroz pasó por el examen del cuerpo del delito en Sao Paulo y luego fue trasladado a una prisión en Río en helicóptero.
Con la inicua noticia, Flávio Bolsonaro escribió inmediatamente en la red social Twitter: “Afronto los acontecimientos de hoy con tranquilidad. ¡La verdad prevalecerá! Otra pieza fue movida en el tablero para atacar a Bolsonaro (su padre)”.
Para muchos, resulta incongruente la postura del parlamentario, quien intentó nueve veces interrumpir las investigaciones sobre Queiroz en el tribunal.
El portal de noticias G1 asegura que la primera vez que abordó el tema, en diciembre de 2018, aseguró que confiaba en las explicaciones de su exasesor.
“Fui a pedirle una aclaración sobre lo que estaba pasando. No tenemos nada que ocultar a nadie. Me contó una historia muy plausible”, dijo el asambleísta en la ocasión.
“Pero no soy yo quien tiene que ser convencido, es el fiscal general”, acotó Flávio Bolsonaro, quien tampoco convenció a la Fiscalía de Río que comenzó a investigarlo.
Luego de identificar transacciones bancarias del exconsejero, el COAF reveló movimientos dudosos también en la cuenta del sosegado legislador.
De acuerdo con el informe, el hecho de que se hicieran los depósitos bancarios de forma fraccionada avivó la sospecha de que se pretendía ocultar el origen del capital.
Se cumplieron otras indagaciones, en especial en negocios inmobiliarios, “en busca de la ruta del dinero” y la Fiscalía de Río llegó a la conclusión que el senador fungió como jefe de una organización criminal cuando ocupó su cargo de diputado en la Alerj.
Para el Ministerio Público, las transacciones de Flávio Bolsonaro y su esposa relacionadas con bienes inmuebles, llamaron la atención sobre la excesiva rentabilidad entre los precios de compra y venta.
Los fiscales sospechan que la pareja compró apartamentos por montos superiores a los registrados en las escrituras y esto solo fue posible porque hubo pagos por fuera.
Por lo visto, el avance de las investigaciones, uno de cuyos objetivos es Flávio Bolsonaro, habría llevado a su padre Jair Bolsonaro a interferir directamente en el cambio de mando de la Policía Federal en Río, razón alegada por el exministro de Justicia Sérgio Moro para dejar el cargo.
La poderosa agencia se encarga de investigar el caso en Río y también en Brasilia.
Por el momento nadie se aventura a vaticinar que sucederá, solo el reconocido analista Tulio Milman se atrevió a comentar que el arresto de Queiroz, una bóveda y bomba de tiempo de la familia Bolsonaro, no tendrá ningún efecto.
“Es parte de un juego político, pero es poco probable que diga algo que pueda comprometer al Presidente y a su hijo”, subrayó.
Para Queiroz, posiblemente le será más difícil manipular el silencio que la palabra.
Por Osvaldo Cardosa. El autor es periodista y corresponsal de la Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina.
Brasilia, 20 de junio 2020.
Crónica Digital / Prensa Latina.