El rechazo en la Cámara de Diputados a la Acusación Constitucional contra la ministra de Educación, Marcela Cubillos, constató la dificultad de alinear a la oposición del Gobierno del presidente Sebastián Piñera, tanto como la complejidad de su perfil político y las tendencias ideológicas que la componen, y a veces la desperfilan y contribuyen a que la ciudadanía, la perciban como ineficaz, y lejana a sus necesidades y demandas.
No cabe dudas de que la acusación, cuyo objetivo político es innegable y buscaba una derrota del Gobierno, tanto a su manera de conducir la política y buscar imponer su programa neoliberal en el campo de la educación, como a su práctica totalitaria y arrogante, en las relaciones gobierno-oposición, fue derrotada.
Pero al mismo tiempo abre un escenario de riesgo en la escena política nacional.
La estrategia del gobierno- presiones, maniobras, apelaciones a una institucionalidad acomodada a sus intereses, amenazas abiertas contra el derecho del Parlamento a ejercer sus atribuciones y prerrogativas – logró desarticular la mayoría opositora, que no demostró ni cohesión, claridad de objetivos, lealtad interna ,y perspectivas de futuro.
La oposición deberá hacer su correspondiente control de daños, replantearse sus metas posibles y diseñar una estrategia y tácticas, algo más que el objetivo en que empeñó sus esfuerzos y retórica en las últimas semanas.
La discusión deberá ofrecer un nivel de responsabilidad y serenidad acorde con los deberes y magnitud de las tareas que la situación política y social pone ante los líderes, partidos y la sociedad.
En relación al enjuiciamiento del gobierno y de la ministra Cubillos, las negociaciones, búsqueda de acuerdos, polémicas, presiones, acusaciones, arrebatos verbales, vistas en el campo de la oposición, estuvieron marcadas por argumentos de deberes morales, compromisos con un pasado gubernamental y acuerdos políticos ya superados por la innegable crisis de lo que fue la Concertación y la Nueva Mayoría, y la búsqueda de “perfilamientos” propios, o “identidades”, y los comprensibles pero insuficientes intereses sectoriales ( y sectarios) de la coyuntura y los próximos desafíos electorales.
Claramente no fue suficiente, ni eficiente, el ejercicio de debate en las cúpulas, los mensajes a través de los medios, ciertos modales cortesanos, mesclados con abiertos chantajes más propios de grescas de barras bravas, que discusiones sobre temas políticos de real importancia y contundencia.
Y no estamos hablando solo de la Derecha en La Moneda o del neofacismo emergente.
Lo que en realidad se echa de menos en la coyuntura política de hoy- con o sin el show en que se convirtió la Acusación Constitucional a la antigua propagandista “juvenil” de Pinochet, hoy ministra de ·Educación del presidente Sebastián Piñera, de que en el escenario no estuvo presente el actor social, la calle.
¿Cómo se explica que en la discusión sobre la acusación contra la Ministra de Educación, y la política en esta área tan trascendente para el futuro de la nación y de sus nuevas generaciones haya estado prácticamente ausente el estudiantado y los otros actores del sector: profesores, académicos, estudiosos de un tema tan trascendental del futuro y que afecta a la sociedad en su con junto y compromete a las nuevas generaciones?
¿Cómo es posible que se haya permitido que, toda la discusión se haya realizado en cenáculos políticos excluyentes, de determinaciones de empresarios y comerciantes del ramo, para quienes la educación de las nuevas generaciones de chilenos, es, prioritariamente, materia de lucro, además por supuesto de manipulación política y adoctrinamiento ideológico?
Resulta incluso que ahora las Fuerzas Armadas son los nuevos promotores de la educación y ofrecen a sus conscriptos, mediante una campaña publicitaria millonaria, un buen y adoctrinado futuro educacional?
Aquí hay enseñanzas para las próximas batallas políticas de la oposición sino quieren ser irrelevantes en el escenario.
Estadísticamente hay condiciones para remontar en el escenario político. La propia votación respecto de la Acusación Constitucional contra ministra Cubillos, constata que hay campo para la unidad incluso con parte determinante de los parlamentarios de la DC, y ello es una base para la unidad con la base electoral de esa colectividad, en torno a demandas, ideas y sueños conjuntos.
Para volver a ser determinantes.
La agenda presenta nuevas batallas políticas trascendentales como la Reforma Tributaria, la política medioambiental , la jornada laboral de 40 horas , la política internacional, la Previsión Social, la seguridad pública.
Porque lo que también queda en evidencia es que el Gobierno no puede cantar victoria y abrir las botellas de champagne.
Y si La Moneda persiste en descalificar a la oposición, lo que está haciendo en realidad es avanzar en un lenguaje, estrategia y en una tentación o una orientación política totalitaria. Pretender que el ejercicio por parte del parlamento de una facultad que le otorga la institucionalidad democrática sería una desnaturalización del “orden constitucional”, viene a ser un nuevo paso en la descalificación de la oposición caricaturizándolos como “antipatriotas”.
La tentación de un poder presidencial omnipotente, o de eliminar las facultades, e incluso su existencia, de un Poder Legislativo independiente, soberano, y representante legítimo de la ciudadanía, es lo más parecido a una dictadura.
Y esta es una amenaza real en el Chile de hoy.
Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 5 de Octubre 2019
Crónica Digital