El Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, está llevando su guerra ideológica en contra de la izquierda y el progresismo a las escuelas y universidades del país, generando angustia entre profesores y autoridades educativas. El mandatario y otros altos cargos anunciaron planes para revisar los libros de texto y suprimir todas las referencias al feminismo, la homosexualidad y la violencia contra las mujeres.
Además, apuntan que el ejército tomará el control de algunas escuelas públicas y atacan regularmente a Paulo Freire, uno de los educadores más famosos de Brasil y cuyas ideas tuvieron repercusión mundial.
“Uno de los objetivos para sacar a Brasil de las peores posiciones en las clasificaciones educativas internacionales es combatir la basura marxista que se ha extendido en las instituciones educativas”, escribió Bolsonaro en Twitter en la víspera de su toma de posesión.
Para el gobierno, la batalla ideológica comienza con la retirada del legado del Freire de los centros educativos, que según Bolsonaro y los conservadores convierte a los estudiantes en “militantes políticos”.
Freire, que murió en 1997, fue uno de los fundadores de la pedagogía crítica. Los fascistas y ultraconservadores dicen que este método anima a los alumnos a cuestionar valores tradicionales como la familia y la Iglesia. Freire estuvo encarcelado durante la dictadura militar, la misma que ha recibido los elogios de Bolsonaro.
En su campaña electoral, el ahora presidente dijo que quería “entrar al Ministerio de Educación con un lanzallamas para eliminar a Paulo Freire”.
Bolsonaro y su ministro de Educación parecen estar buscando inspiración en filósofos como Olavo de Carvalho, un brasileño residente en Estados Unidos conocido por sus opiniones antiglobalización y antisocialistas. Mientras Freire defendía que la misión del Estado es educar al pueblo brasileño, incluyendo a agricultores rurales pobres y a analfabetos, de Carvalho aboga por reducir su papel en la educación en favor de escuelas privadas.
“El gobierno no tiene que educar a nadie, es la sociedad la que tiene que educarse a sí misma”, dijo el filósofo el año pasado durante una charla sobre educación en su canal de YouTube. Las propuestas “basadas en la idea de que el gobierno federal es el gran educador son las que voy a combatir hasta la muerte”, agregó.
Tras la toma de posesión de Bolsonaro el 1 de enero, en su discurso inaugural el ministro de Educación, Ricardo Velez Rodriguez, prometió poner fin a la “agresiva promoción de la ideología de género”. Defendió en su lugar lo que calificó de valores tradicionales, como la familia, la religión, la escuela y la nación, que dijo estaban amenazados por una “ola globalista loca”.
Tras asumir el cargo, Velez dijo al diario “Folha de Sao Paulo” que animará a los municipios interesados a poner sus escuelas en manos del ejército o la policía.
Muchos brasileños no parecen convencidos por los planes de Bolsonaro. En una encuesta publicada en enero pasado, 71% de los encuestados manifestaron que la política debería discutirse en la escuela, y el 54% pensaba que está bien hablar de educación sexual en las aulas. En cambio, el 59% de los evangélicos no aprobó que se impartiese educación sexual en las escuelas.
La encuesta de Datafolha se basó en dos mil 77 entrevistas y tenía un margen de error de más menos dos puntos porcentuales.
Fuente: La Jornada
Sao Paulo, 18 de febrero 2019