Mal termina el gobierno el presidente Sebastián Piñera y su coalición empresarial derechista. Su promesa de campaña de que “vendrían tiempos mejores”, no solo ha caído en el descrédito de una frase propia de folletines de autoayuda, (en realidad no es nada original, sino una mera copia de tarjetas de fin de año) y como un eslogan politiquero, populista y mentiroso, sino que es percibido por los chilenos como un burdo engaño.
Así lo ha constatado una de las principales e influyentes empresas de estudios de mercado y opinión pública, CADEM, muy vinculada a la Moneda.
Uno de sus principales ejecutivos, Roberto Izikson que ejerció un determinante rol en la formulación de la política comunicacional de Sebastián Piñera en su primera administración, ahora figura como expositor estrella en el cónclave ministerial de Piñera en Quillota, definido como “reunión de planificación”, con la tarea de formular la orientación político propagandística para el segundo año de gobierno, y es quien ha generado un proyecto estratégico comunicacional actual, que marcará el plan mediático y el próximo quehacer y mensaje político gubernamental y oficialista, la agenda para el próximo periodo.
Ya no se hablará del periodo de instalación, sino el de afianzamiento, de consolidación y de preámbulo de los objetivos de mantenerse en el poder durante los próximos ocho o 20 años.
La cita en el recinto de la Escuela de Caballería Blindada del Ejército, en Quillota, en una especie de mensaje subliminal al país, en medio de una crisis inocultable de relaciones entre La Moneda y la institución castrense y el conjunto de las Fuerzas Armadas y Carabineros, y sede además del escuadrón presidencial de la presidencia, pretende marcar el inicio de una “nueva etapa”, “fundacional” en la agenda gubernamental, para encubrir el objetivo de dar un golpe de fuerza al proceso de reformas democráticas iniciado por el gobierno de Michelle Bachelet y la Nueva Mayoría.
Demás está decir que el espectáculo montado en los salones y patios de la Escuela de Caballería es solo la mascarada para recubrir los anuncios, las definiciones políticas, las invocaciones a la “unidad nacional” y los plañideros llamados a fuerzas de la oposición, en particular al Partido Demócrata Cristiano y Partido Radical, no tiene otro objetivo que el antiguo método de “dividir para reinar” para -a reglón seguido- persistir en el empeño totalitario de la Derecha y el Pinochetismo, de debilitar la lucha política y social en defensa de lo avanzado en democracia, justicia social, derechos ciudadanos, los avances logrados en previsión, educación, salud pública, tras el fin de la dictadura de Pinochet, la derecha oligárquica y los grupos empresariales.
Se trata de consolidar la venganza contra el progreso logrado y las reformas. De mantenerse en el poder y recuperar el dominio en la institucionalidad política del Estado, perdido tras la derrota del esquema dictatorial criminal de Pinochet.
De Quillota saldrán los lineamientos para imponer su política tributaria, el retroceso en la actual legislación de pensiones, la entrega de mayores facilidades a las Isapres, la legislación antilaboral, los ataques a la salud pública, su antireforma educacional, la aplicación de la legislación antiterrorista para enfrentar las demandas sociales, la criminalización de los legítimos reclamos de los pueblos originarios, en primer lugar, de los mapuche.
Además estará flotando en el ambiente el deplorable espectáculo del gobierno y todas sus autoridades avalando las versiones mentirosas de Carabineros en el asesinato policial del comunero mapuche, Camilo Catrillanca, desmentidas por los tribunales. Aquí La Moneda, sus portavoces y autoridades menores, tanto como sus partidos no asumen la responsabilidad política de haber autorizado, aplaudido, incentivado, promovido, justificado, la acción represiva policial y dejan la culpa y responsabilidad en suboficiales y cabos que fueron meros ejecutores de sus bravatas criminales y que creyeron actuar conforme a los deseos de sus mandantes.
Los escándalos de corrupción, virtual insubordinación y desprecio a la autoridad gubernamental de altos mandos de Carabineros, Ejército, Fuerza Aérea y la Armada, expresiones descaradas del pinohetismo residual y latente en las filas uniformadas, también forman parte del escenario gubernamental de este primer año de gobierno.
A ello se debe sumar el espectáculo vergonzoso de un mandatario que subordina el pabellón nacional ante el mandamás de la Casa Blanca, que se permite presentar como diálogos con mandatarios simples encuentros en la antesala de una comida, que solo duraron, en el mejor de los casos, tres minutos, o dar “cátedra” al presidente del gobierno español, al de Francia, o al G-20.
Por otro lado hay que tener en cuenta que al haber perdido la hegemonía total pinochetista en el Congreso Nacional y en el Estado, ahora buscarán mediante la combinación de un poder presidencial que prefiera gobernar por decreto, de la división de las fuerzas democráticas, de la represión bajo el pretexto del antiterrorismo y del uso de los instrumentos de la guerra sicológica al estilo Trump, sobrepasar los límites de la legítima competencia democrática, y dominar el escenario mediante la mentira y la manipulación mediática, el uso de la mentira y las falsas noticias, de la creación y montaje de provocaciones o la descarada falsificación , enmascaramiento y tergiversación de los hechos.
Por ello, a la agenda ministerial, puesta sobre la mesa, desde La Moneda, desde la llegada de la administración Piñera se agregó una especie de curso de cuadros para alinear al alto mando del estamento político gubernamental en un mensaje político propagandístico único, donde las estrellas fueron- en calidad de “expertos externos”- el especialista en manipulación sicológica de masas, Roberto Izikson, gerente de Asuntos Públicos de Cadem y otro conocido en las huestes de la ex izquierda “renovada”, el sociólogo, Max Colodro, director del Magister en Comunicación Política de la Universidad Adolfo Ibáñez.
Solo que la cita cumbre de la Derecha en Quillota, preparada cuidadosamente en Palacio hace meses no pudo tener en cuenta y leer la realidad que se estaba configurando en el escenario político y social del país.
Piñera decidió no postergar el lanzamiento de su nueva agenda política y prefirió “generar”, como es su estrategia, un hecho político, que cambiara radicalmente, tanto el escenario político social, como el estado de ánimo de la oposición y de las filas propias. Más bien pensó y lo hizo saber a su segundo piso- que prefería dar un salto adelante, que como se sabe puede ser algunas veces, al abismo.
En una evidente advertencia el último estudio de opinión pública, dado a conocer este domingo 2 de diciembre, Cadem constató la declinación de la apreciación de la opinión pública nacional sobre el liderazgo, la gestión y la valoración de Piñera y su gobierno al responder negativamente a una simple y legitima interrogante: ”¿Cree usted que Chile está mejor, igual o peor en comparación con el gobierno de la Presidenta Bachelet?” .
La respuesta fue lapidaria: solo un 23 por ciento del universo consultado respondió afirmativamente al primer supuesto, mientras un 58 por ciento estimó que todo se mantiene igual y un 17 por ciento respondió que está peor.
En cuanto a la apreciación de los atributos del Primer Mandatario, la cosa tampoco es para ponerse a celebrar. En cuanto a “autoridad y liderazgo” sufrió una caída de 6 puntos, de 72 a 66 por ciento. En lo que respecta a “capacidad para solucionar los problemas del país” la cifra es de un 64 por ciento, sin variación, “carisma” registra un 63 por ciento, bajando un punto de la anterior evaluación, “confianza” anota un 48 por ciento, bajando tres puntos, “conoce las necesidades de las personas”, un 48 por ciento, menos un punto, y finalmente, “cumple lo q1ue promete, con un 39 por ciento, menos cinco puntos.
La encuesta constató además que noviembre fue el peor mes para el mandatario bajando su aprobación cinco puntos, a un 41 por ciento, en tanto su desaprobación también subió 5 puntos, a un 46 por ciento, , en tanto el gabinete obtuvo una desaprobación del 52 por ciento y registró una aprobación de un 37 por ciento.
Será por todo esto que el presidente decidió precisamente responder al desafío que le hacía la Opinión Pública, y acelerar el lanzamiento de la ofensiva publicitaria que busca, reposicionar la imagen del Mandatario, elaborando una estrategia agresiva, sensiblera, para motivar, además a sus divididas huestes políticas, más preocupadas en sus rencillas internas, las ambiciones de liderazgo, o con el horizonte puesto en las próximas elecciones de gobernadores y la estrategia e intereses de camarillas, que busca posicionar figuras “presidenciables” para 2022.
Por otro lado, algunos en Palacio, estiman que la retórica agresiva, arrogante y hasta despectiva que personifica el Ministro del Interior, Andrés Chadwick, el propio Mandatario, y su ministra portavoz, y que desmiente –y hace falso e hipócrita- cualquier requiebro en busca de la tan manida “unidad nacional”. En cambio motivan el “clima de crispación” que advierten en la sociedad, han sido un grosero error estratégico, tanto como un pésimo modo de relacionarse con la ciudadanía y esa parte de la oposición que pretenden subordinar en esta segunda etapa.
Por ello, algunos, en La Moneda, reclaman un cambio.
Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 7 de diciembre 2018
Crónica Digital