Cuando esta semana la diplomática ecuatoriana María Fernanda Espinosa asuma la presidencia de la Asamblea General de la ONU en su 73 período de sesiones, que comienza el 18 de septiembre, serán dos las mujeres latinoamericanas en el alto mando de la organización multilateral.
Ambas diplomáticas llegan a sus nuevos cargos con una importante trayectoria en la política internacional y con numerosos años dedicados al trabajo de la ONU.
El Grupo de Alta Dirección del organismo multilateral ahora comprende 24 mujeres y 20 hombres, destacó el secretario general António Guterres, quien desde su llegada a ese cargo prometió trabajar duro para lograr la paridad de género en los diferentes niveles.
La diplomática ecuatoriana hereda varios temas pendientes desde hace décadas en el mayor organismo de la ONU como la promesa hecha a Palestina sobre la creación de su Estado libre y soberano, y la independencia de Puerto Rico solicitada por el Comité Especial de Descolonización.
Tras su elección en junio, Espinosa declaró a Prensa Latina que el conflicto palestino-israelí ha sido difícil de resolver durante décadas y demanda mayor voluntad política de los Estados miembros.
La diplomática ecuatoriana explicó que este asunto es muy tratado tanto en el Consejo de Seguridad, como en la Asamblea General, y existen decenas de resoluciones adoptadas, pero el gran reto es lograr su cumplimiento e implementación.
Hace falta voluntad política de la mayoría de los países para abordar el tema, pues sin el compromiso de todas las partes será imposible encontrar una solución, insistió.
Temas como la paridad de género y el empoderamiento femenino también deben estar bien presentes en la agenda de la Asamblea General, según indicó.
Dentro de los grupos poblacionales más vulnerables en las situaciones de conflicto están las mujeres y las niñas, y necesitamos asegurar su protección, subrayó.
La Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, la arquitectura de paz y seguridad, la acción climática y los temas migratorios figuran entre las prioridades de su mandato.
Espinosa, quien fue la primera mujer embajadora de Ecuador ante Naciones Unidas en Nueva York y también ocupó ese puesto en Ginebra, asumirá la presidencia de la Asamblea General, que comienza el 18 de septiembre, en un momento considerado crítico ante la falta de consensos y el aumento de los conflictos en la arena global.
Desafíos similares tiene por delante la expresidenta chilena en la jefatura del Consejo de Derechos Humanos de la ONU, cuyo cuartel general está ubicado en Ginebra.
En agosto ocurrió su nombramiento, una propuesta del secretario general de la ONU, António Guterres, que fue aprobada por aclamación en la Asamblea General.
Guterres destacó en esa oportunidad la experiencia de la diplomática de 66 años: fue la primera mujer en servir como presidenta en Chile y la primera líder de ONU Mujeres.
Asimismo, advirtió que llega al cargo en un momento de graves consecuencias para los derechos humanos pues el odio y la desigualdad van en aumento.
El titular de la ONU destacó cómo la diplomática chilena es una superviviente de la brutalidad por parte de las autoridades que la atacaron a ella y a su familia hace muchas décadas atrás, en tiempos de dictadura.
La dos veces presidenta de Chile (2006-2010 y 2014-2018), médico pediatra de profesión, estuvo presa y sufrió torturas durante la dictadura de Augusto Pinochet, y por ello debió exiliarse.
Su padre, el entonces general Alberto Bachelet, fue de los que se rebelaron contra el golpe de estado de Pinochet, sufrió prisión por ello y padeció en carne propia las torturas, que finalmente acabaron con su vida en 1974.
Pero mientras algunos han aplaudido la valentía de la expresidenta chilena por oponerse a la dictadura, otros le han reprochado sus relaciones con líderes latinoamericanos de izquierda, quienes son continuos blancos de ataque por parte de las potencias occidentales.
En una entrevista publicada en Chile por el medio satírico The Clinic, Bachelet dejó en claro sus simpatías con Luiz Inacio Lula da Silva y Dilma Rousseff, sus antiguos homólogos de Brasil.
Según dijo por medio de un video en Twitter poco tiempo después de conocer su nombramiento como alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, está muy comprometida en ‘gran tarea que lo que busca es dar bienestar y dignidad a todas las personas’.
Bachelet es la primera latinoamericana que ejerce como alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos y la cuarta mujer al frente de esa oficina, establecida en 1993.
Espinosa también es la primera latinoamericana en asumir la presidencia de la Asamblea General y la cuarta mujer en ocupar ese cargo.
A ninguna les espera un camino fácil en un mundo cada vez más plagado de conflictos: sus pasos apenas comienzan a definirse ahora, aunque para muchos resulta alentadora la presencia de más mujeres latinoamericanas en el organismo que debe velar por la paz mundial.
*Corresponsal Jefa de Prensa Latina en Naciones Unidas
Naciones Unidas, 16 de septiembre 2018
Crónica Digital /PL