La selección argentina dio una verdadera demostración de carácter, justo en el partido que podía marcar su eliminación del Mundial. El triunfo ante Nigeria puso al equipo albiceleste en octavos de final, y ahora comienza otro torneo.
Además, sirve para despejar todo lo que se habló acerca de este plantel en las últimas horas. Para empezar a desarrollar cada aspecto, lo primero que hay que decir es que este triunfo de Argentina llega, fundamentalmente, en base a temperamento, y esta era una reacción que se estaba esperando.
Se ha marcado en varias oportunidades, y en este mismo espacio, que al cuadro albiceleste le costaba asimilar los impactos, sobreponerse a la adversidad. En el segundo tiempo, eso se volvió a manifestar luego del gol de Nigeria, pero esta vez apareció la reacción que empujó al equipo argentino hacia adelante.
También hubo una mejora futbolística, que se notó especialmente en el primer tiempo, con algunos puntos altos de rendimiento. Fue muy bueno el aporte de Eber Banega, manejando la pelota con mucho criterio y metiendo algunos pases en profundidad de gran manera (por ejemplo el del gol de Lionel Messi).
Era un partido en el cual resultaba muy difícil jugar técnicamente bien, por toda la presión que existía. Por eso destacamos a aquel jugador que aún dentro de esa responsabilidad, encontraba la claridad conceptual necesaria.
El mismo Messi, además de la gran definición en el 1-0, tuvo un tiro libre que se estrelló en uno de los postes. También le cupo una muy buena calificación al arquero Franco Armani. Dio seguridad en cada situación en que debió participar, y tapó la pelota del partido, cuando el juego aún estaba 1 a 1.
Javier Mascherano tuvo un inicio de partido algo impreciso, perdiendo varias pelotas en zonas de peligro, e incluso cometiendo un penal evitable (hoy con el VAR ese tipo de forcejeos son pasibles de ser penalizados).
Sin embargo, equilibró por fuerza y por garra, y en el momento en que la pelota quemaba, fue uno de los que mas empujó.
En esa materia también se destacó Marcos Rojo. El exjugador de Estudiantes se quedó con la imagen y el grito de gol del partido. Si se analiza su rendimiento defensivo, podemos decir que respondió bien, en líneas generales, sin llegar a ser su mejor partido.
Pero el gran aporte de Rojo fue esa corajeada en la que acompañó un ataque argentino para llegar a definir como un centro delantero.
Esa decisión, esa guapeza era la que estaba necesitando el equipo de Sampaoli. Cuando la situación no se encamina por la vìa del juego, debe aparecer esa fibra para imponerse en el terreno. Eso fue lo que aportó Rojo y tuvo premio.
Se aprobó en una materia que estaba pendiente: La reacción positiva ante la adversidad, y cuando ya no quedaba margen para otra cosa, porque se acababa el Mundial. Ahora empieza otra historia, en cuanto a la competencia en sí. Los especialistas en materia de mundiales sostienen que a partir de octavos comienza el verdadero mundial.
Porque no hay margen para el error, porque un paso en falso puede mandar a casa aún al candidato más firme, y porque además, empieza a jugar más que nunca la fibra de cada equipo. En este tipo de serie, pesa más un equipo moderado técnicamente, pero arrasador moralmente, que uno deslumbrante en la parte técnica, pero tibio desde lo temperamental.
A Argentina se le presenta una llave que le plantea ese examen. Francia, su próximo rival, ha mostrado cosas interesantes en fase de grupo. Pero este partido será una exigencia para el equipo que esté mejor también desde el carácter.
Aún los grandes equipos, aquellos que tienen un juego afianzado, e individualidades rutilantes, para mostrar todo eso en la cancha, también deben dar una demostración de temple. Caso contrario nada de todo su potencial se hará realidad.
Hablar de carácter o de temple no es solamente sacrificarse al límite o trabar una pelota arriesgando el físico. El temple también se demuestra a la hora de dejar fluir el talento.
Si al jugador más talentoso o al equipo más destacado, le tiemblan las piernas o están paralizados, no podrán mostrar todo lo que tienen para dar, y quedarán en deuda en cuanto a temple y carácter.
Finalmente, la forma en la que Argentina consiguió el triunfo, fue una muestra de compromiso, de parte del plantel. Otra demostración de que la verdad, siempre se ve en la cancha, el lugar donde mueren las palabras. Todo lo bueno o lo malo que pasa en un grupo, por lo general, más temprano que tarde, se manifiesta en el campo.
Si no hubiera existido compromiso del grupo, ese partido Argentina no lo ganaba. Ahora tiene que aparecer el juego de equipo. Porque con empuje solamente, no alcanza.
Buenos Aires, 29 junio 2018
Crónica Digital /PL