Cuando hablamos de emprendimiento femenino, es difícil no pensar en la cantidad de barreras y prejuicios que cada una de ellas debe superar para poder desarrollarse en el ámbito laboral en nuestro país.
Si bien, existen avances en lo que a igualdad de género se refiere, en nuestro país el emprendimiento femenino se enfrenta a una gran cantidad de obstáculos. Conseguir el capital económico, tener tiempo para llevar a cabo la crianza de los hijos y la falta de redes de apoyo, son sólo algunos de los inconvenientes. Por esto, para entender la situación que deben resolver miles de emprendedoras, tenemos que enfocarnos en su origen.
Inicialmente, el deseo de emprender en los sectores más vulnerables de Chile, proviene de la necesidad de generar otra fuente de ingreso para sus hogares, circunstancias como la separación de la pareja y/o ser madre soltera.
Asumir ser “Jefa de Hogar” y por lo tanto, tener la necesidad de tiempo y libertad de horario para llevar un negocio y la casa, al mismo tiempo, ha convertido las actividades informales (no registradas en el Servicio de Impuestos Internos) en una opción a considerar, alcanzando en el año 2017, un 39,1% del total de la ocupación femenina.
Aunque este tipo de trabajo representa una oportunidad de ingreso para el emprendimiento femenino, la tendencia a desarrollar negocios que sean una extensión de las labores del hogar, tales como: artesanía, repostería, pastelería y confección, disminuye las oportunidades de percibir mayores ingresos, en comparación al emprendimiento masculino.
Aprovechar las nuevas tecnologías, profesionalizar los emprendimientos, obtener conocimiento de administración del negocio y buscar alternativas de financiamiento, son factores fundamentales para lograr concretar el sueño. Por lo anterior, Fondo Esperanza (FE) se ha hecho cargo de estos importantes pilares, entregando microcréditos, capacitación y redes a las microempresarias que viven en Chile y que ven en sus emprendimientos, la oportunidad para salir adelante.
Con un universo de 116 mil emprendedores entre Arica y Chiloé, correspondiendo un 82% a emprendimientos femeninos, existe un importante deber de apoyar el cumplimiento de cada una de las metas que se proponen estas luchadoras. Mujeres que en su mayoría pertenece a sectores vulnerables y que sólo sueñan con lograr que sus hijos vayan a la universidad y sean el primer graduado de su familia.
Estas circunstancias nos mueven e impulsan a seguir trabajando por apoyar a muchas más emprendedoras en el país. Por eso, este 8 de marzo queremos invitarlas a seguir desarrollándose íntegramente, a buscar espacios que les permitan avanzar y a seguir soñando y emprendiendo con esperanza.
Por Daniela Olfos
Gerenta del área de Desarrollo y Servicio de Fondo Esperanza.
Santiago de Chile, 8 de marzo 2018
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