Dentro de los que llegaron de lejos para honrar a Fidel Castro, estaba el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, quien aseguró la inmortalidad del líder cubano, sobre todo luego de encontrar en el auditorio a centenares de personas que exclamaban ser Fidel.
También pasaron por la tribuna los mandatarios de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Sudáfrica, México, que más que discursar de manera tradicional, construyeron junto al pueblo que los escuchaba una imagen de común de Fidel Castro, una simbiosis entre los carteles, las fotografías y las lágrimas que se escurrían en algún que otro rostro presente.
Este martes se rompió el silencio, el dolor por la pérdida física del líder histórico devino energía desbordada en cada cuerpo de la Plaza de la Revolución, muchos presentes en el emblemático sitio desde horas antes de comenzar el acto político.
También se escuchaban vítores: Yo soy Fidel; Un pueblo unido jamás será vencido; Hasta la victoria siempre, Comandante, todos como expresión de apoyo a un proyecto de país esbozado por el líder de todos los cubanos.
Poco faltaba para las 11 p.m., tocaba el turno de Raúl Castro, que no fue a despedirse, tampoco a llorar, aunque sobren los motivos.
Su discurso fue el colofón de una idea, el leitmotiv de este tributo a Fidel Castro: nunca un adiós, ni siquiera un hasta luego.
La mejor frase, la más adecuada para dirigirse a Fidel Castro, no podía ser otra que ÂíHasta la Victoria siempre!
La Habana, 30 de noviembre 2016
Crónica Digital / PL