La renuncia al Ministerio del Interior, del “duro” de La Moneda, el democratacristiano, Jorge Burgos puede tener muchas lecturas políticas, dadas las tensiones internas en Palacio y en la coalición gobernante- la Nueva Mayoría- y entre chascones y príncipes de la DC.
Una lectura inmediata es que la presidenta Michelle Bachelet, puso drástico fin a la tentativa de “cogobierno”, que pretendieron los ”príncipes” de la DC, sobre todo los de la familia reinante en la colectividad, encabezada por Ignacio Walker, permanente aspirante al trono presidencial .
Recordemos que fue precisamente Ignacio Walker quien designó “Primer Ministro” a Jorge Burgos, quien se dejó querer con tal título inexistente en la Constitución y en la práctica política nacional.
Con toda seguridad esta pretensión no solo anticonstitucional e impertinente, sino que atentatoria contra un mínimo de lealtad política interna en el Gobierno, una provocación desafiante contra la persona de la Mandataria y de la solidez de la coalición de gobierno, no podía sino pasarle la cuenta a Burgos.
El perfil de “duro” de Burgos, su permanente coqueteo con la Derecha, sus posiciones autoritarias respecto del movimiento social, de las protestas ciudadanas, sindicales o estudiantiles, sus amenazas de “tolerancia cero”, y sus prejuicios filoracistas contra los mapuche y su rechazo a considerar sus demandas como el problema una deuda histórica, conforman un perfil claramente lejano y contradictorio con la esencia reformista, progresista del gobierno.
Por otro lado, los planteamientos contrarios o el franco sabotaje y torpedeo a iniciativas y posiciones políticas y legislativas de La Moneda, hacían insostenible la permanencia en el ministerio del llamado “jefe político” del gabinete ministerial.
Además su posición se debilitó, objetivamente, con el cambio en la presidencia del PDC, tras el golpe de estado blando” perpetrado por “los príncipes” y sus aliados (Walker y el Gute) contra el senador Jorge Pizarro, para “reordenar” sus filas y llevar la DC hacia otros rumbos.
Por cierto no le gustó a Burgos la designación de Carolina Goic, como presidenta del PDC, dado su perfil progresista, aunque la maniobra fuera el de designarla como una dirigente de “transición”, mientras pasaba la tormenta interna y las elecciones municipales, y pudieran reordenar sus filas y llevar a la DC hacia otros rumbos.
Por último son sintomáticos los lamentos de la Derecha, que se lamenta de la renuncia de quien han considerado un aliado para sus fines y estrategia política anti Nueva Mayoría.
Lo sienten como una pérdida.
El presidente de Renovación Nacional, Cristián Monckeberg, reaccionó con inusitada alarma: “Caos en La Moneda. La lamentable renuncia de J. Burgos significa la derrota del sentido común, de la moderación y la DC”, mientras el presidente de la UDI, Hernán Larraín espetó que renuncia de Burgos significa que ”Nueva Mayoría (está) en estado terminal”.
Por su parte otro de los espadachines derechistas, el presidente de EVOPOLI, Felipe Kast afirmó que “salida de Burgos debería hacer reflexionar a la DC sobre su rol y permanencia al interior de la Nueva Mayoría”, y el senador Alberto Espina (RN), pretendiendo quizás mostrar un lado “positivo” y cercano a la Derecha de Burgos, se lamentó: “Lástima que renuncie J. Burgos, una de las pocas personas no ideologizadas del Gobierno y que contenía los extremos”.
Burgos por su lado, dijo que estaba “cansado” y que dos años de mucha actividad política “le habían pasado la cuenta”.
“Ver para creer”, dijo Santo Tomás.Por Marcel Garcés Muñoz
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 8 de junio 2016
Crónica Digital