El encuentro de los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Estados Unidos, Barack Obama, en la sede de Naciones Unidas, no significó progresos sustantivos en las relaciones bilaterales ni un giro hacia la convergencia en asuntos de urgencia mundial.
Las pláticas, primera después de un distanciamiento de dos años, desde junio de 2013, transcurrieron a puerta cerrada por espacio de poco más de hora y media.
En general, Putin consideró en comentarios a la prensa que el encuentro fue constructivo y muy sincero.
Afirmó que las relaciones ruso-estadounidenses estaban al más bajo nivel, y no exageró el estadista, pues en apenas en un año se acrecentaron las fricciones, y las sanciones sirvieron de catalizador, unido al golpe de Estado en Ucrania con patrocinio estadounidense.
Dejó en claro Putin que el ambiente hostil no había sido creado por Rusia, y aun así Moscú seguía abierto a los vínculos y al restablecimiento de las relaciones en total magnitud.
Agregó que las partes pensarán en los mecanismos para reactivar la cooperación, conscientes de las posibilidades para trabajar de manera conjunta en problemas comunes.
Por lo pronto, lo más concreto que trascendió fue el acuerdo de proseguir las consultas sobre Siria a nivel de directores de cancillería, tal como ha ocurrido en los últimos tiempos en los reiterados intercambios entre cancilleres.
Dijo el líder ruso que la contraparte expuso su posición en torno a varias problemáticas, entre ellas la situación en el Medio Oriente, Siria y Ucrania, y “aunque pareciera extraño en mucho coincidieron los puntos de vista y opiniones”.
Pero existen discrepancias -acentuó el mandatario- las cuales son bastante conocidas, puntualizó.
Rusia continuará la ayuda al presidente sirio, Bashar Al Assad, en la lucha contra la terrorista organización Estado Islámico, pero no participará en operaciones terrestres contra los extremistas, esclareció Putin en el breve contacto con la prensa.
El propio Putin exteriorizó que persistían agudas discrepancias en torno a los conflictos sirio y ucraniano; sin embargo, el diálogo aportó lauros a la distensión en las relaciones bilaterales.
Para el politólogo Vlacheslav Nikonov, el contacto entre los presidentes podría coadyuvar a un límite aceptable de cooperación entre los dos países, en un esfuerzo adicional de cara a la pacificación del Medio Oriente y de Siria.
Consideró Nikonov que no debe verse con mucho optimismo en cuanto a un virtual cambio de la política de Washington en relación con Moscú, sobre todo de una posible anulación de las sanciones.
Tampoco puede hablarse de progresos en la visión norteamericana del conflicto ucraniano “por cuanto a Estados Unidos le conviene el régimen pro estadounidense en Kiev”, aseveró el también diputado de la Duma estatal durante un panel dedicado al tema de actualidad.
El parlamentario del gubernamental partido Rusia Unida Frants Klintsevich expresó convencimiento en que el encuentro de Putin y Obama se reflejará de forma positiva en la situación global.
Está claro -observó el diputado- que al instante una reunión de esa naturaleza no resolverá los problemas internacionales, pero el hecho de haberse celebrado al más alto nivel, entre presidentes de dos potencias con peso, sin duda tendrá una repercusión favorable, subrayó.
La Casa Blanca catalogó la reunión presidencial de productiva, en particular sobre Siria, pues “ninguno de los líderes intento ganar puntos” y fue más bien un deseo común de comprender cómo acercarnos a la situación, reza un comentario divulgado a la prensa.
De cualquier manera, el impacto es un hecho, en razón de que no se trata de un encuentro personal, sino de dos líderes de potencias nucleares con peso de responsabilidad en las decisiones cruciales de la agenda internacional, en procura de la paz y la estabilidad en el convulso mundo de hoy.
Por Odalys Buscarón Ochoa
Moscú, 29 septiembre 2015
Crónica Digital / PL