Mientras los santiaguinos se preparaban para celebrar la fiesta de año nuevo, entre brindis y algarabía, se anunció que el Transantiago y el metro subirían, a contar del 1º de enero de 2015, en 20 pesos su tarifa. Llegando a costar $ 640 abordar un bus, alza abusiva sobre una tarifa ya abusiva. A los estudiantes se les recargó la tarifa en 10 pesos y el metro quedará en $ 720.
El Seremi de transportes anunció que nada podía hacer, porque: “Así lo determinó el Panel de Expertos del Transportes Público, ente técnico y autónomo encargado de determinar los ajustes mensuales a las tarifas del transporte público de la Provincia de Santiago y las comunas de San Bernardo y Puente Alto”. Es decir, el gobierno (DC, PPD, PS, PC, PR, IC, MAS) comienza el año 2015 avalando uno de los mayores abusos al que han sido sometidos los trabajadores capitalinos en materia de transporte público. Recordemos además que el Transantiago está subvencionado por millones de pesos que salen del bolsillo de los impuestos de todos los chilenos. Y ojo, porque lo que se debe pagar es siempre mayor a la tarifa oficial, pues en diversos transbordos y horarios se cobra a los pasajeros entre 20 y 80 pesos extras. Y ni hablar de los cobros indebidos producto de la falta de información de cómo funciona el sistema de transbordos.
No conformes con abusar con el alza de las tarifas, el sin-vergüenza empresariado microbusero abusa entregando un pésimo servicio, implementado con máquinas mal diseñadas y en mal estado conducidas por choferes carentes de sentido común y cultura cívica. No se respetan las frecuencias ni los paraderos, dejando a los usuarios esperando hasta por horas. Los troncales norte-sur (Independencia, Recoleta, Santa Rosa, Gran Avenida), no abren las segundas puertas en una medida cretina que sólo provoca molestias innecesarias a los pasajeros. Además muchos accidentes se han producido debido a que los choferes abren las puertas antes de detenerse o emprenden la marcha sin cerrar las puertas, entre otros desaguisados que sería largo enumerar.
La guinda de la torta, y la mayor burla a los usuarios es cuando ven pasar cinco o más buses en “tránsito” sin tomar pasajeros y luego hasta diez buses seguidos del mismo recorrido desplazándose uno tras otro, dejando posteriormente pasajeros esperando por más de una hora hasta que se repite la misma historia. Los más siniestro de todo es el silencio de los parlamentarios, que son quienes debieran legislar para impedir que se abuse de la manera que el Transantiago lo hace. Incomprensible.
Por Alejandro Lvquen
Santiago de Chile, 2 de enero 2015
Crónica Digital