El teniente general Alexandr Golovkó, jefe de las Fuerzas de Defensa Aeroespacial de Rusia (FDA), confirmó hoy que un radar del tipo Dnepr con alcance de tres mil kilómetros entrará en disposición combativa en Crimea en 2016.
La estación en la base naval de Sebastopol fue parte del sistema soviético y después ruso de alerta temprana hasta 2009, y volverá a monitorear el espacio sobre el mar Negro, el sur y centro de Europa, así como partes del Medio Oriente, explicó el jerarca castrense.
Golovkó recordó que los Dnepr son la última modificación de la primera generación de radares soviéticos de alcance de miles de kilómetros, construidos en 1968, según el periódico oficial Gaceta rusa.
Tras la desintegración de la Unión Soviética, esta instalación de vigilancia radioelectrónica quedó bajo soberanía ucraniana y por acuerdo de arrendamiento continuó funcionando para el sistema defensivo ruso.
El contrato de mil 300 millones de dólares anuales fue cancelado en 2009, y las misiones de esta instalación fueron asignadas a otro radar de tercera generación del tipo Voronezh, emplazado en Armavir, al sur de la Federación de Rusia.
Tal tipo de emplazamiento de vigilancia radioeléctrónica posee mayor alcance, pues puede detectar el lanzamiento de misiles a una distancia de cuatro mil 200 kilómetros, requiere menos energía y personal.
Sin embargo, tras la reunificación de Crimea y Rusia, ante la permanente expansión de la OTAN hacia el este y el dislocamiento permanente de parte de sus tropas en territorios limítrofes con la Federación eurasiática, el radar de Sebastópol revitaliza su importancia.
Como parte del rearme de sus tropas hasta 2020, Rusia también desplegó recientemente en el extremo noreste varios radares militares y estaciones de guiado aéreo en la isla de Wrangel y en el cabo de Schmidt, en el Ártico, cerca de Alaska.
El periódico Gaceta Independiente comenta que la presencia militar rusa en el Ártico se debe, según Moscú, a un mayor “riesgo de conflictos” en la región.
Se han descubierto importantes yacimientos de hidrocarburos y de otros recursos minerales en zonas en disputa del Ártico. Por eso la creación de nuevas bases e instalaciones castrenses allí es una medida forzada, afirmó el coronel Eduard Rodiukov, miembro correspondiente de la Academia rusa de Ciencias Militares.
Rusia debe proteger sus intereses y lo hace, subrayó enfático el académico.
Rodiukov asegura que el despliegue de medios de vigilancia radiolectrónica cerca de la frontera estadounidense no es una acción agresiva, sino un factor de contención que permite a Moscú lograr sus objetivos geopolíticos y económicos con ayuda de la fuerza militar.
La FDA planea poner en disposición combativa antes de que concluya 2014 dos radares de tercera generación en el enclave del Báltico en Kaliningrado, en la provincia de Irkust, al este de Siberia, y pondrá a prueba otros dos del tipo Voronezh en las regiones siberianas de Altai y Krasnoyarsk.
Moscú, 5 de octubre 2014
Crónica Digital / PL