Con inusitada frecuencia, Chile se resiente en los últimos 20 días de alarmas por explosivos, en ocasiones infundadas pero siempre con el detalle de una llamada anónima o algún bulto abandonado.
La víspera dos casos volvieron a desatar el pánico en parte de la población. El primero ante una supuesta amenaza de bomba en la estación del Metro Vicente Valdés, paralizado durante dos horas sin que se detectase ninguna anomalía.
Luego en pleno centro de esta capital y a poca distancia del Palacio de La Moneda, un centro comercial tuvo que ser desalojado al encontrarse un bolso abandonado que, finalmente, tampoco constituía peligro alguno.
En todo caso, el trabajo del Grupo de Operaciones Especiales y de los expertos en explosivos se incrementó en un país que no está acostumbrado a estos sucesos, por lo que el Gobierno insistió en aplicar mano dura a los culpables.
Cuando los encuentre, porque de momento sólo hay indicios sin sospechosos concretos.
Anteriormente, cuatro artefactos incendiarios que dejaron a igual número de vehículos calcinados aquí, y uno en Viña del Mar, pusieron en tensión a Chile ante una ola de actos violentos sin precedentes.
El ministro chileno del Interior, Rodrigo Peñailillo, repitió a los medios que está en marcha un proceso minucioso de investigaciones para tratar de encontrar a los responsables de esas y otras acciones ocurridas recientemente.
Como pocas veces, el Comité Especial de Seguridad ha sostenido contactos en estos días, con la presencia del general director de Carabineros, Gustavo González Jure; y el titular de la Policía de Investigaciones, Marcos Vásquez.
Asimismo, el jefe de la Agencia Nacional de Inteligencia y Gustavo Villalobos, bajo la dirección de Peñailillo.
Al parecer son distintos grupos los que ejecutaron los actos de corte intimidatorio aunque sin daños humanos hasta el momento.
El ministro del Interior adelantó que en los próximos 60 días se enviará un proyecto de ley al Congreso para modificar la Ley Antiterrorista, para hacer más moderna la legislación y que permita investigar esos casos con las atribuciones necesarias.
Además de los sucesos mencionados, en una iglesia de Santiago de Chile detonaron dos artefactos explosivos, mientras días atrás otra bomba pequeña detonó en el vagón de una línea del Metro que había sido evacuada.
Las dos explosiones tuvieron lugar en la iglesia Santa Ana, ubicada en la calle Catedral, en pleno centro de Santiago, con un balance de algunas afectaciones materiales al inmueble sin perjuicio humano.
El Grupo de Operaciones Especiales de Carabineros (GOPE) desactivó otro paquete explosivo, en las inmediaciones del jardín infantil “Zona de Niños”, en la calle Almirante Hurtado, también en el centro.
En la estación del Metro Los Dominicos comenzó esta seguidilla de acciones de corte violento, cuando hace cerca de un mes estalló una bomba de poca potencia en un vagón de la línea uno, que había sido evacuado momentos antes.
Santiago de Chile, 29 de julio 2014
Crónica Digital / PL